A una semana de su inicio, el gobierno de Cuitláhuac García ha sido puesto a prueba. Lo lamentable del caso es que su tiempo no lo ha ocupado en atender los problemas de violencia, en resolver los compromisos financieros del estado o en planificar las acciones inmediatas de su administración.

Lo que en realidad ha ocupado su tiempo es desactivar las minas que le dejó sembradas el gobierno anterior, lo mismo en la Fiscalía General del Estado que en el Tribunal Superior de Justicia. A la salida en tropel de ex funcionarios duartistas de la cárcel, ha seguido una férrea defensa del Fiscal Jorge Winckler por mantenerse en el cargo para seguir dinamitando al nuevo gobierno.

El otro escollo lo encontró el Gobernador en el Tribunal Superior de Justicia, donde con un poco más de diplomacia, pero con la misma perversidad, el Presidente Edel Álvarez Peña ha retado las capacidades del joven gobernador. Si Cuitláhuac quiere iniciar su mandato con éxito, tendrá que aprender a gobernar y rápido.

Hasta ahora, en la historia del estado era una práctica común que el Fiscal fuera un operador estratégico del gobernador en turno, algo contrario a su naturaleza de organismo autónomo. Lo que no había sucedido jamás es que esa autonomía fuera puesta en manos de un ex gobernador, y con ello, confrontar de manera abierta y directa a su sucesor.

A pesar de las acusaciones de corrupción que pesan sobre la administración de Miguel Ángel Yunes, los nuevos funcionarios no han tenido un respiro para investigarlas. Por el contrario, el Gobernador del Estado y su Secretario de Gobierno han tenido que irse contra las cuerdas para aguantar la andanada del ex mandatario.

Ni Winckler ni Edel actúan por cuenta propia, de haberlo hecho, de inmediato hubieran guardado las formas y obsequiado al Gobernador el trato que su investidura merece. Es evidente que la salida de los ex funcionarios –con todo y que fue en cumplimiento de los amparos concedidos por la justicia federal-, nunca fue informada al Gobernador entrante, tal y como les fue ordenado.

Hasta ahora no ha habido una posición coherente del gobierno estatal; tampoco ha atinado a dar el urgente golpe de autoridad. Por el contrario, su respuesta ha transitado entre  la inexplicable sugerencia de someter a consulta la continuidad del Fiscal –algo que ganaría fácilmente en la mesa-, y la reforma a la ley que permitiera al Congreso cambiar de Fiscal en cualquier momento.

Sin embargo, en la esquina de enfrente, el “Kid” Yunes administra bien a su boxeador. Ni tardo ni perezoso, el mismo jueves, apenas unas horas después de la votación del Congreso, Jorge Winckler se amparó en contra del decreto 749 que reforma el artículo 67 de la Constitución de Veracruz y que permitiría al Congreso del Estado removerlo del cargo.

El fiscal interpuso el amparo este jueves ante el Juzgado Décimoquinto de Distrito en Materia Penal Mixto, bajo el argumento de que el decreto es inconstitucional. Con esta acción, el Fiscal inicia una batalla legal inédita en la historia del Estado; si el fallo le llegara a favorecer –incluso desde el principio de retraoctividad-, el gobierno estatal y el Congreso quedarían en un estado de verdadera indefensión frente a la Fiscalía.

En este mar de versiones y de lucha de poder, otro talón de Aquiles del gobierno de Cuitláhuac ha sido su comunicación social. La falta de diálogo con medios nacionales y locales ha permitido que sus adversarios tengan manga ancha para declarar lo que les venga en gana, ellos sí, con una bien planeada estrategia mediática, la que nunca tuvieron como gobierno.

Además, la aparición del mandatario ante los medios y los mensajes oficiales han sido vacilantes y no han tenido la fuerza necesaria para contener la crisis provocada por el ex gobernador y su fiscal. A pesar de que se trata de un asunto federal, se planificó perfectamente que las liberaciones ocurrieran justo al inicio del nuevo gobierno.

Es evidente que Cuitláhuac debe aprender rápido. Necesita nuevos aliados y una estrategia eficaz para confrontar a un experimentado Miguel Ángel Yunes. Está claro que el Presidente no lo abandonará en esta lucha, pero por el momento, López Obrador está ocupado en resolver sus propios conflictos.

La lucha por el poder será la norma del gobierno de Cuitláhuac.

Las del estribo…

  1. El Poder Judicial no sólo es un dolor de cabeza en Veracruz, también lo es para el gobierno federal. Este viernes la Suprema Corte de Justicia ordenó la suspensión de la Ley de Remuneraciones que establece que nadie puede ganar más que el Presidente. Al parecer, la justicia y sus instituciones serán una muralla para los nuevos gobiernos.
  2. Aunque les acude la razón, muy pronto el secretario de Gobierno y el Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso pusieron sus cabezas a disposición de sus adversarios, por una presunta reunión del primero con Javier Duarte. Deben serenarse, esto apenas comienza. Lo increíble de todo este embrollo es que el ex gobernador, dos años después, sigue siendo el corazón del debate político en el estado.