La literatura es una magia que estimula los sentidos del hombre en una especie de fórmula para la preservación de la memoria de lo que ha sido y es su condición humana, con alcances cognitivos que colocan las sensibilidades y la razón del ser humano en un estadio que eleva los sentidos de la creación.

Gloria in excelsis bajo la capacidad del intelecto creador y de la gracia de quien a leído y escribe en sensaciones que son del hombre la consagración de su existencia.

La temprana edad de la comprensión de los avatares de la vida y de la condición humana, son un preámbulo de la grandeza, que se vivífica más allá de su propio tiempo, porque forma y nos recuerda quienes y cómo somos.

Cultivar la escritura es preservar la vida toda, porque en ella esta la existencia, cual registro del hombre, de su condición y de su circunstancia.

Maly Ely Villalobos nació en Pachuca Hidalgo, México en  octubre de 2005, actualmente vive en Xalapa, Veracruz. Su primer cuento, después de diversas lecturas y escuchar historias, lo realizó en el año 2015, a los 10 años de edad, titulándolo: “Café vespertino”.

Su primer contacto en el mundo de la literatura fue con la obra insignia de Antoine de Saint-Exupéry, “Le Petit Prince” y con “Momo” de Michael Ende. Ambas obras maravillosas que hablan de la consciencia humana y de lo que el hombre ha definido como tiempo.

Así, Maly Ely Villalobos se introdujo a la lectura que le motiva escribir.

He aquí una de sus creaciones:

64 años y 23,374 flores de jazmín

Esta mañana al despertar, lo primero que recuerdo haber inhalado es el aroma de un jazmín, pues todas las noches dejo abierta la ventana para que al levantarme, el cuarto se invada de este fascinante olor.

Bajé por las anchas y bellas escaleras de mi mediana casa, no sin antes haberme vestido con mis ropas favoritas para ocasiones especiales: una elegante boina roja aterciopelada, una magnífico vestido también rojo pero de seda, un largo saco verde y mis preciadas botas verdes que combinan de maravilla.

Era un día muy especial, el plan era desayunar con un hombre guapísimo.

Salí de casa. Hacía frío, me alegré de haberme preparado con mi atuendo. Del bolsillo izquierdo superior de mi saco, sobresalían los 5 pétalos tímidos, de una linda florecita blanca muy bonita y de dulce olor. De aquella florecita se desprendía tal aroma que parecía que yo usase perfume.

Caminé las tres largas y anchas calles de la avenida principal para finalmente llegar a mi lujoso destino: “L´amour c´est dan le fromage”

Quedamos de vernos a las 10 en punto.

Pasaron dos aburridas horas.

No llegó mi hombre guapísimo.

Mis tripas rugieron como leones hambrientos enjaulados, así que llamé al garçon quien vestía un frac negro y me trató amablemente.

Pedí un delicioso, crujiente y caliente croissant acompañado de un dulce té helado. Al ser servido me sorprendió que tuviera queso derretido en su interior.

Me encanta el queso pero generalmente no lo lleva.

Comí, pasaron dos horas más, nadie se sentó a mi mesa.

Estaba triste porque hoy era el día en el que sabía, él pediría mi mano.

No me rendí.

Fui al mismo lugar una y otra vez, a la misma hora durante 64 años.

No importaban las nevadas hostiles, las tormentas azotadoras o los fríos o calores descomunales. Yo estuve ahí sin retrasarme un solo minuto.

Todos los días ponía una pequeña florecilla de jazmín en el bolsillo izquierdo superior.

Al llegar a la 23,374 llegó mi hora. Con 94 años de edad morí dormida.

Era maravilloso.

¡Yo era joven otra vez!

La última florecita permanecía intacta.

Bajé por los largos escalones de mármol de un lujoso palacio. Abrí sus puertas y daban a un hermoso jardín, todo era tan increíble pero lo más grandioso era una figura al fondo del jardín. Se veía tan impaciente, como si esperara a alguien por los últimos 64 años.

¡Era él! Sin duda él. Al distinguirlo salí corriendo y le di un fuerte abrazo

Te he esperado durante 64 años amor- dijo él.

Yo igual mi amado – dije yo.

Morí el mismo día que pediría  tu mano en un tremendo  accidente- confesó.

En ése momento sacó una pequeña caja. Dentro había un lujoso anillo de oro blanco con un gran diamante encima.

En un segundo él se arrodilló:

¿Te casarías conmigo por los 23,374 jazmines de nuestra espera?

FIN

Sintácticas

El conocimiento humano y la condición de su pensamiento surge del alimento que se le otorgue al intelecto.

Las profundidades del pensamiento humano se asoman lentamente ante la impetuosa y espectacular magnificencia de la belleza de la literatura.

La literatura, arte y creación, belleza que estremece la consciencia humana y le transforma en esplendorosas luces que destellan iluminando su existencia.

Valentina Lisitsa Franz. Liszt. Hungarian Rhapsody No. 2.