El excesivo protagonismo del presidente electo contrasta con la ausencia física y política del próximo gobernador de Veracruz. Mientras AMLO y sus futuros colaboradores han tomado por asalto la agenda, los medios y el discurso político nacional, en Veracruz Cuitláhuac García ni se ve ni se oye, esperando recibir las indicaciones del tabasqueño.

En una entrevista realizada ayer por Ciro Gómez Leyva, Cuitláhuac hablaba de lo que será su administración y la forma en que habrá de gobernar con un Congreso con el control absoluto por parte de Morena. Todo iba bien hasta que el conductor preguntó cuántos diputados de oposición tendría; el gobernador electo trastabilló, no supo siquiera contestar el número de legisladores que tendrá cada bancada, acaso atinó a decir que la suya alcanzó el límite de 30, más los que sumen los partidos aliados, suficientes para realizar cualquier reforma que necesite.

No genera confianza que Cuitláhuac permanezca en el marasmo del triunfo; que desconozca datos básicos para construir su liderazgo político y la operación de su gobierno. Peor aún, que pase días enteros en la Ciudad de México a la espera de tener una audiencia con López Obrador y recibir indicaciones de lo que debe de hacer en Veracruz.

¿No tendría acaso que estar hablando con los dirigentes estatales de los partidos políticos para tender puentes de comunicación que le permitan una transmisión de poderes lo más sólida posible? ¿Reunir a los diputados locales de su bancada para establecer una agenda legislativa propia –muchas de las iniciativas presentadas por AMLO tienen un carácter federal-, atendiendo los temas que deja pendiente el actual Congreso? ¿Acaso no es su responsabilidad política evitar que el actual gobernador intente dar un albazo legislativo e intente imponer magistrados y al Fiscal anticorrupción?

¿Qué hace Cuitláhuac García todo el tiempo en la ciudad de México?, se preguntan los veracruzanos. Aquí hay tareas tan importantes como empezar a revisar los perfiles de quienes serán sus colaboradores, establecer los planes y programas de gobierno que les garanticen operar desde el primer día, revisar las cuentas públicas para empezar a preparar lo que será el presupuesto estatal para el ejercicio 2019. ¿Acaso está esperando que todo lo siga realizando Andrés Manuel?

Como en campaña, Cuitláhuac ni siquiera se ha tomado la molestia de recorrer el estado para agradecer a los veracruzanos que votaron por él. Sus actos de campaña siempre fueron a la sombra de AMLO y al parecer, su gobierno será a imagen u semejanza… pero no.

Resulta que como se publicó ayer en este mismo espacio, el actual dirigente de Morena, Manuel Huerta, será el coordinador estatal de los programas de desarrollo, estructura que concentrará en el futuro lo que hoy son las delegaciones federales. Si el delegado federal de Sedesol, SCT o Economía eran importantes por sí mismos, ya imaginarán la fuerza que tendrá el nuevo funcionario, acaparando todos los presupuestos y decisiones del gobierno federal en Veracruz.

Y como los vacíos de poder se tienen que llenar, Manuel Huerta podría convertirse en el gobernador de facto de Veracruz, sin haber movido un dedo para gozar de tal merecimiento. Así, mientras la inexperiencia y falta de oficio político mantendrá a Cuitláhuac García como un Gobernador de papel, el verdadero operador del gobierno y del partido será un personaje con una perversa interpretación del poder.

Hasta ahora, el gobernador electo ha fungido solamente como el ariete electoral del partido; la estructura y la fuerza de Morena siempre ha estado bajo el mando de Manuel Huerta. Ahora, con recursos millonarios y el apoyo absoluto del Presidente López Obrador, el ex activista de la UCISVer se convertirá en el verdadero poder en el estado de Veracruz.

Lo peor que le podría pasar a Veracruz es que haya elegido a un Gobernador y quien ejerza esa función sea otro personaje desde la plenitud del poder que le concede el gobierno federal. No habrá decisión que no pase por su escritorio, mientras coloca a toda la estructura de Morena en puestos clave para operar un modelo clientelar como se hizo en la ciudad de México.

Cuando faltan aún cinco meses para el inicio del nuevo gobierno –lo mismo a nivel federal que en Veracruz-, la ansiosa estrategia de Morena no tiene pudor en darse a conocer.

La figura de los coordinadores estatales de los programas de desarrollo servirá de un poderoso contrapeso a los gobernadores de otros partidos. Y donde gobierne Morena –como en el caso de Veracruz- serán verdaderos vicegobernadores que tendrán tantos recursos como el propio ejecutivo estatal. Son los privilegios del poder absoluto.

Ahora se entiende por qué Manuel Huerta nunca se encartó en ninguna candidatura, no aceptó ninguna función dentro de la campaña ni se le mencionó como prospecto para ningún cargo en el gabinete estatal; su estratégica paciencia ha sido recompensada con creces.

Pese a dos alternancias consecutivas, Veracruz aun no disipa sus nubarrones.

Las del estribo…

  1. Todo este tiempo, el estado de Veracruz se ha mantenido como el estado con mayor rezago en la implementación del nuevo Sistema Nacional Anticorrupción. La designación del Fiscal especializado nunca estuvo en el interés del gobierno estatal ni del Congreso… hasta el domingo primero de julio. Las semanas por venir serán tan intensas como las últimas de Javier Duarte.
  2. Al dirigente estatal del PAN le encontrarán más manchas que el apellido. Lo que hace algunas semanas parecía un futuro venturoso: reelección, protección y negocios al amparo del poder, hoy se torna como pesadilla. La pérdida de la dirigencia, la caída del gobierno estatal y las investigaciones sobre sus múltiples negocios lo tendrán más cerca de la cárcel que de una carrera política.