México amanece este lunes en paz. Hemos vivido una jornada histórica, con un futuro Presidente que rebasó sus propias expectativas de votación, tal y como sucedió en Veracruz con el candidato a Gobernador; sin duda, ambas victorias se deben acreditar a López Obrador, quien ha hecho de nuestro estado un verdadero bastión de Morena.

Hay en la sociedad un ánimo desbordado, que lo mismo obedece a una eufórica corriente lopezobradorista que a la hazaña de retirar una vez más al PRI de Los Pinos, y a diferencia de hace 18 años con Fox, de la mayoría de las gubernaturas del país, lo que pone al tricolor en verdadero peligro de extinción.

Y la paz viene precisamente porque no hay, como en las tres elecciones anteriores, quien objete el resultado. Por el contrario, el mensaje de José Antonio Meade –aún antes de que iniciara la publicación de resultados por parte del PREP- generó un clima de confianza y tranquilidad. López Obrador no le debe nada de su triunfo a Pepe Meade, pero sí haberle generado las mejores condiciones para que la jornada terminara en las primeras horas de la noche.

En el caso de Veracruz, tenemos dos escenarios. El de un resultado nacional inobjetable y uno más, el estatal, donde a pesar de las cifras que ha dado a conocer el OPLE, el candidato de la coalición “Veracruz al Frente” se niega a reconocer, lo que podría derivar en un conflicto poselectoral.

Lo cierto es que México tiene a un nuevo presidente y Veracruz tiene a un nuevo gobernador, en una elección que tuvo una muy alta participación y muy pocos incidentes que lamentar.

En el caso de López Obrador, viene una nueva historia para el país. Con sus claros oscuros, el tabasqueño tiene un envidiable bono democrático, incluso mayor del que tuvieron en su momento Vicente Fox o Enrique Peña. El nuevo gobierno tendrá cinco meses para poner la casa en orden y trazar una ruta de vuelo para echar a andar todas las promesas –a veces contradictorias o disparatadas- hechas en campaña.

El triunfo aplastante de López Obrador también abre la esperanza a una sociedad que se ha dado cuenta de la fuerza de su voto y de su organización. Luego de la jornada de este domingo, lo deseable es que esa amplísima masa social no pierda su naturaleza crítica y evite convertirse en una sociedad complaciente del nuevo Presidente. Hacerlo equivaldría a la tentación del presidente autoritario que siempre se criticó.

Si los millones de votos que dieron el triunfo a AMLO se convierten en la nueva conciencia crítica del régimen, en lugar de tomar revancha en contra de quienes han considerado sus adversarios, entonces habremos tomado el camino correcto.

Uno de los principales retos de López Obrador –y así lo reconoció nuevamente en su mensaje que emitió la noche del domingo- será cumplir la promesa de erradicar la corrupción del país. Pero no combatirla a partir de simular el castigo de viejos enemigos o miembros de otros partidos políticos, sino al interior de su propio gobierno. Será la marca de la casa en lo que no puede fallar, y en la medida que lo logre, entonces su investidura como Presidente crecerá de manera considerable.

Veracruz es un caso aparte. El triunfo de Cuitláhuac García es una verdadera incógnita, aunque no deja de traer buenas noticias. La primera de ellas, por ejemplo, es que muchos gobiernos municipales dejarán de padecer la persecución del gobierno estatal y se convertirán en autoridades verdaderamente autónomas; sin embargo, esta autonomía tampoco va a suplir la inexperiencia que habrán de compartir con el futuro Gobernador.

La segunda incógnita es saber cómo habrá de conducir su gobierno Miguel Ángel Yunes en los pocos meses que le quedan al frente de la administración estatal.

En general, se abre un proceso muy importante en la vida política del país. Los mexicanos –y los veracruzanos- han dado una oportunidad de oro a Morena. Con ella, todos los partidos habrán tenido ya el encargo de gobernar, y en tal sentido, habrá la posibilidad de establecer un parangón entre quién lo hace mejor.

Es posible que por fin desterremos de nuestra democracia el voto de castigo y el voto del miedo, para convertirlo en un voto que reconozca la eficiencia de los gobiernos antes que las estructuras de los partidos. Aunque para eso aún falta mucho que hacer.

Ojalá y quienes ganaron muestren la misma generosidad y congruencia de quien reconoció su derrota con la misma entereza y honestidad con que luchó por ser Presidente. El país es de todos, no sólo de quienes ganaron. Y es necesario que haya una verdadera reconciliación. Terminó la elección y ahora debemos hacer la parte que nos toca, con respeto a los demás y pensando siempre en nuestras familias y nuestro país.

Las del estribo…

  1. Genio y figura. ¿Qué hay detrás de la viralización del video de Fidel Herrera donde aparece en silla de ruedas mientras acude a votar? ¿Se hizo sentir, para mandarle un mensaje al Gobernador sobre su alianza con Morena? ¿Leyenda urbana o realidad? En todo caso, la venganza fidelista quedó consumada; al mandatario estatal le quedarán acaso cinco meses para cobrar la suya… si es que aún puede.
  2. El PRI debe hacer una revisión profunda. No tiene la vocación de un partido de oposición sino que en su naturaleza está representar al partido en el gobierno; precisamente por esta condición, la vergonzante corrupción de sus gobiernos lo llevó este domingo prácticamente a desaparecer. En Veracruz se convertirá en una lejana y desahuciada tercera fuerza.