Aunque nunca se demostró que Galileo lo haya dicho, su célebre frase “… y sin embargo, se mueve”, ha sido utilizada para demostrar que no hay verdades absolutas y menos cuando estas provienen del dogma.

Los adversarios políticos del PRI llevan algún tiempo preparando con entusiasmo su segundo obituario. Vaticinan, como el sol del día siguiente, que el tricolor no tiene la mínima posibilidad de mantener la Presidencia de la República y que la elección de 2018 será el desmantelamiento definitivo del viejo sistema político, a pesar de que el PAN, el PRD y Morena han sido beneficiarios del mismo.

Pero las predicciones fatalistas pueden fallar a favor del PRI. Este sábado se llevó a cabo su XXII Asamblea Nacional, en la que se establecieron las reglas fundamentales para su ritual más importante: el ungimiento de su candidato presidencial.

Fue una señal alentadora para los priistas y de mucho riesgo para las otras fuerzas políticas. Y no porque lo que se aprobó –quitar los candados a las candidaturas, por ejemplo- vaya a cambiar drásticamente el rumbo de las cosas, sino que la escisión y ruptura a la que muchos habían apostado, nunca se dio. Esta vez hubo diálogo y negociación.

De la Asamblea Nacional, todos obtuvieron lo que buscaban. El grupo de Presidente rompió candados y con ello cuenta con una mayor baraja para elegir a su sucesor. Los gobernadores tuvieron su cuota de poder y las corrientes al interior del Partido tendrán espacios políticos y legislativos suficientes para ellos y sus familias. Las corrientes críticas lograron un espacio de negociación que les resultará en dividendos desde la misma campaña presidencial. Lo que parecía imposible se logró: salvar la Asamblea sin ninguna ruptura.

Y en las modificaciones internas a los estatutos, la declaración de principios, el programa de acción, y de ética y rendición de cuentas, todos obtuvieron algo.

Así por ejemplo, desde ayer –a reserva de que la autoridad electoral valide los acuerdos de la Asamblea-, se permiten las candidaturas para ciudadanos externos en todos los niveles. Y para que esto sea posible, se elimina el requisito de 10 años de militancia para ser candidato a la Presidencia de la República.

Para nadie es un secreto que esta fue la principal –tal vez la única- exigencia del Presidente Peña. Y lo fue porque no hay nadie fuera de su círculo cercano que se pueda ver beneficiado con esta disposición. Los secretarios Aurelio Nuño, José Narro y José Antonio Meade –a quienes se les señala como los destinatarios directos de la medida- representan no sólo el continuismo de la administración peñista y su seguro de vida como ex presidente.

Y aunque claro, lo que suceda a partir de diciembre del próximo año, si acaso el PRI gana la Presidencia, será un episodio más del eclipse de quien se va y la autonomía e independencia de quien ejerce la nueva Presidencia. Sólo Calles logró someter a sus sucesores. Nadie más lo ha logrado en la historia y en el México contemporáneo, nadie más lo hará.

En la Asamblea también se aprobó modificar la Comisión Política Permanente, la cual ya no es presidida por el Presidente de la República de extracción priísta. Y en función del acuerdo del punto anterior, tiene sentido. No pueden entregar nuevamente al PRI a un Presidente externo, que no es priista. La experiencia de Zedillo fue suficiente.

Otro punto. Se prohibió que los plurinominales obtengan un cargo por la misma vía de manera inmediata, lo que afecta principalmente a diputados y senadores. Hay quien dice que ha sido un mensaje para Beltrones y Gamboa, sin embargo, son una generación que va de salida. En el escenario actual, el PRI ya no puede pertenecer sólo a algunas cúpulas; las nuevas generaciones reclaman espacios y estos serán por esta vía.

También se aprobó promover la segunda vuelta electoral, la revocación de mandato, retirar el fuero constitucional y los gobiernos de coalición. Quienes piensan con desconfianza, dirán que en esta disposición se oculta el temor ante la posibilidad real de perder la Presidencia. Sin embargo, esto es sólo una intención, ya que tales propuestas requieren de cambios constitucionales que deberán pasar por las Cámaras. Algunas pasarán y otras no, de acuerdo a lo que suceda en el verano del 2018.

Finalmente, también se reivindicó que el PRI confía en las alianzas electorales, siempre y cuando se realicen entre partidos con afinidades políticas; y se urgió a que el partido rechace y combata la corrupción, así como la impunidad, por lo que se crearán instrumentos para prevenir, investigar, sancionar y vigilar conductas indebidas. Habrá que verlo.

Con los resultados de la elección pasada y lo logrado en la Asamblea Nacional, se demostró a quienes piensan políticamente que los planetas giran alrededor de la tierra, que el PRI, “sin embargo, se mueve”. Corren apuestas.

La del estribo…

  1. Tratando de modificar la estrategia del pasado, el gobierno estatal minimizó los efectos del huracán Franklin. Es cierto, se evitará que se haga negocio con la desgracia, pero muchos productores ahora no verán un centavo de apoyo para recuperar sus cosechas: el estado no tiene dinero y para la federación –según el propio gobierno yunista- la cosa no fue tan grave.
  2. Para Ripley. Resulta que nadie sabe de cuánto es el presupuesto estatal –nunca se aprobó la reestructura por parte del Congreso-, cuánto se ha ejercido en estos ocho meses, y peor aún, el monto total de la tan denunciada deuda estatal. El origen del desastre duartista fue la opacidad y el ejercicio discrecional de los recursos. Que nadie se haga el sorprendido después.