En esta parte final de la conversación, Marilyn Castillo habla de su regreso a Texas, de sus experiencias en Nueva York y de su proyecto como cantante solista y compositora.
El paso por El Paso
En enero del 2012 me casé con Rudyck, él se mudó para El Paso y seguimos tocando. En México, Rudyck tenía el grupo Adderesound con Teté Espinoza, Francisco Cruz, Jesús Rodríguez Alarcón y Nissiel Ceballos. Yo, ocasionalmente, cuando iba para allá, tocaba con ellos. El plan era que tocáramos con Adderesound en ese último festival de JazzUV en el que Rudyck iba a participar. Desafortunadamente, la propuesta no era aceptada a menos que él cediera los derechos del grupo a la Universidad, cosa que no iba a pasar porque ese era un proyecto que queríamos llevarnos para toda la vida.
Se grabó el primer disco de Adderesound en la Ciudad de México y yo grabé mis partes, junto con Abel Mireles, en El Paso, Texas, gracias a Steve Haddad, que es la cabeza del departamento de música comercial de la Universidad, tienen un súper estudio ahí.
También tuve la oportunidad de colaborar y tocar en varios conciertos con un grupo de hip hop que tiene un poquito de jazz, se llama Riboflavin y su disco se llama A Full Circle. Con Rudyck hicimos un proyecto más enfocado al jazz que se llamaba The Evidence, era un cuarteto, en ocasiones quinteto, con el que tocábamos música de Thelonius Monk, mayormente. En ese grupo tuve la oportunidad de experimentar bastante, de solear, de ser yo la voz principal, no nada más ser un color o hacer voces, eso me gustó bastante pero llegó un momento en el que sentimos un estancamiento musical porque, lamentablemente, en esos momentos en la frontera no se daba el apoyo necesario para continuar con proyectos culturales de ese tipo y también porque nadie es profeta en su propia tierra, lo cual nos hizo pensar en emigrar. Rudyck siempre decía que quería ir a Nueva York, una vez yo también lo pensé pero nunca creí que eso se fuera a concretar.
Exodus
En 2013 fuimos para Nueva York, hablamos con ciertos músicos y fuimos a tentar aguas. En agosto de 2013 dijimos nos vamos para allá y en enero de 2014 nos mudamos. Nos fuimos en coche, vendimos todas nuestras cosas, nos quedamos con muy poquitas pertenencias, nos llevamos un ahorro que nos iba que durar, más o menos, como un mes. Cuando llegamos a Nueva York yo me sentía perdida, me sentía desnuda porque no sentía la protección de tener un lugar a donde llegar.
Llegamos a la casa de Osmany Paredes, él y su esposa Marisela nos recibieron muy amablemente, son muy buenas personas, muy buenos amigos, estuvimos con ellos hasta que encontramos nuestra propia vivienda, la cual fue en el Bronx donde escuché bachata, merengue y salsa puertorriqueña hasta más no poder. Fue una experiencia muy loca, al principio yo sufrí de grandes episodios de depresión porque después de estar en una súper estabilidad económica, de estar tocando en diferentes lados todo el tiempo, de sentirme tranquila, autónoma económicamente y estar cerca de mi familia, me estaba mudando a una ciudad donde todo el mundo parecía muy hostil. Era invierno, cayó una nevada terrible como no había habido una en muchos años en la historia de la ciudad y la gente se portaba un poco desagradable.
Pero dentro de lo malo, lo bueno, también tuvimos muchas bendiciones, Osmany se portó súper bien con nosotros. Conocimos a mucha gente y nos encontramos con muchas personas que habíamos conocido en el festival de JazzUV. Peter Slavov fue una de las personas que se portaron más amables con nosotros, él ayudó a Rudyck a encontrar un lugar en donde comprar un contrabajo nuevo. Toda la gente que conocimos en el festival y que vive aquí nos trató siempre muy bien y nos abrió las puertas de su casa, nos recomendaron pero, al final, ellos no son los que te pueden dar trabajo.
New York, New York
Osmany me recomendó en el que fue mi primer trabajo (y todavía lo conservo con mucho cariño), como vocalista y corista de un grupo de charanga cubana que se llama YeraSon, con el cual tocamos en Times Square. En ese grupo, Osmany estaba como pianista principal, el señor Miguel Valdés está de conguero, en ocasiones va como invitado especial Jimmy Bosch y rolan por ahí muchos otros artistas que tocan con Eddie Palmieri y con muchos músicos muy importantes. Yrving Yeras es el titular del grupo y es una persona súper linda, también acogió a Rudyck, más adelante, como su bajista titular y con él hemos conocido muchos lugares.
Más adelante, por los jam sessions tuve la oportunidad de conocer y cantar al lado de otros músicos como John Benítez, un súper genio musical. Conocí a Elizabeth Meza una vez que estaba por acá tocando con Ricardo Arjona, y también a Arturo Ortiz, con el cual sigo colaborando en proyectos musicales de música religiosa y por el cual tuve la oportunidad de tocar con músicos como Bobby Cruz y Richie Ray.
El mundo musical aquí es vasto, hay muchísimos músicos, la mayoría de la gente es muy amable y el mundo es muy pequeño. En una ocasión fui a un bar que se llama Smoke a ver a una cantante que me habían recomendado que se llama Camille Thurman, esta cantante, al igual que yo, súper adora a Sarah Vaughan pero ella al extremo de que casi suena como Sarah. También es saxofonista pero a mí me gusta más como cantante, suena increíble, una vez tomé una clase con ella pero decidí alejarme un poquito de eso porque quería experimentar otras cosas, a mí me gusta el jazz pero no me encierro nada más en el jazz tradicional, yo quería experimentar con todo el mundo de posibilidades que se me abrió en Xalapa, con los otros tipos de música que también están conectados al jazz.
Empecé a tomar clases de flamenco, que también me encanta, tomé clases de cante con un monstruazo que se llama Ismael Fernández y también tomé unas poquitas clases de flamenco danza con su esposa Sonia Olla y fue súper intenso.
Voz de la guitarra mía
Más adelante, gracias a Mauricio Herrera conocí a otros músicos que ahora me han dado la oportunidad de tocar en distintos lados. En alguna ocasión, él y otros amigos nos invitaron a escucharlo tocar y, por otros amigos que fueron a escuchar a la banda en donde él estaba tocando, conocí a una muchacha que se llama Verónica Medellín, la cual, en ese tiempo era la guitarronera del grupo mariachi Flor de Toloache, que es el primer mariachi femenil en la ciudad de Nueva York. Ese grupo tiene una riqueza musical grande porque, aparte de tocar mariachi tradicional, ellas hacen su onda de R&B, hip hop y otras cosas dentro del mismo mariachi.
Empecé a tocar con ese grupo porque necesitaban una guitarrista. Yo sentía que ya me las sabía de todas, todas porque sabía cantar canciones de Juan Gabriel, corridos y polkas pero no era verdad, la música mexicana es muy extensa y ahí fue donde empecé a amar a Dios en tierra de indios. Empecé a comprender que en Nueva York tienes que portar tu bandera con orgullo, me di cuenta de que esa es una manera de ser reconocido, es verdad que puedes triunfar en el mundo del jazz pero aquí hay de todo, entonces no puedes cerrar tu mente nada más a tocar un solo género musical.
Con ellas aprendí a abrazar más mis raíces porque empecé a saber cómo se toca en la guitarra un huapango, un bolero caribeño, muchos otros ritmos que para mí eran desconocidos porque los pasaba desapercibidos, yo pensaba que el mariachi nada más era un conjunto de señores sombrerudos tocando para gente borracha y no, tiene una riqueza grandísima. Ellas me dieron la oportunidad de cantar en distintos eventos y en determinado momento, cuando ellas tuvieron una gira por Europa como cuarteto, me llamaron a mí como titular del grupo para una gira en Indiana y fue una experiencia maravillosa porque tuve la oportunidad de sentirme orgullosa de mis raíces, de representar mi música pero comprendí que el mariachi no era lo único que quería tocar ni era a lo que había venido a Nueva York, fue una experiencia bonita y con ellas todavía tengo una buena relación y todavía participo dando clases o clínicas pero comprendí que lo mío son otras cosas, entre ellas, echarle más ganas al grupo de Adderesound.
Adherir sonido
La experiencia de tocar con todos esos grupos, con todos esos músicos, le da una riqueza más grande a Adderesound porque es como si le pones pegamento a una hoja y se va llenando de diferentes diamantinas, de diferentes colores, de diferentes sonoridades que vas adquiriendo inconscientemente.
Actualmente me siento muy orgullosa de colaborar en el grupo no solamente con mi voz sino con mis composiciones, estamos grabando nuestro segundo material discográfico aquí, en Nueva York, y me siento contenta de que algunas de las canciones van a ser mías.
También, gracias a Shae Fiol, que es una de las integrantes del mariachi Flor de Toloache, conocí a Ilana Martin, que es mi actual coach, mi actual maestra vocal con la cual estoy trabajando los materiales para mi primer disco como solista con mi propio concepto, que es separado de Adderesound.
La voz del corazón
Marilyn Castillo es una mezcla de todo lo que he escuchado a través del tiempo, todos esos músicos que me marcaron durante la infancia, Alejandro Sanz, Luis Miguel, todas esas cantantes de jazz, toda esa música que trasciende, músicos como Djavan, Roberto Carlos, Niña Pastori, Laura Pausini. Yo quiero tomar un poco de todo eso y quiero tomar un poco de las enseñanzas de diferentes autores de libros que han cambiado mi vida, de diferentes doctrinas y con todo eso crear mis canciones.
Yo canto música del corazón, yo canto música que es íntegra, música que es honesta, música que viene de mí, música que proyecta mis pasiones, música que proyecta mis alegrías, mis esperanzas, mis tristezas, mis pensamientos, mis más íntimos deseos, mis mayores alegrías, esa es la música que quiero transmitir a la gente.
Quiero dar a conocer lo que yo soy a través de mis canciones que están influenciadas por distintos ritmos: música mexicana, música americana, música española, música del medio oriente, música caribeña, música brasileña, son demasiadas cosas, es algo holístico, es como un todo.
Lo que yo quiero es mandar un mensaje de esperanza, quiero producir un mensaje de amor y que la gente identifique esos mismos sentimientos que yo canto en mis canciones con los suyos y se sienta confortada, que se sienta familiar, que se sienta feliz, que se sienta triste, que llore por lo mismo que yo, que celebre si encuentra un sentimiento parecido al mío en mis canciones.
Para mí, ésa es una manera orgánica de compartir mis experiencias, mis sueños y mi persona con el mundo, eso es lo que yo quiero hacer y lo quiero hacer a través de lo que yo sé hacer mejor que es cantar y espero muy pronto volver a México para presentar ese proyecto allá también.
PRIMERA PARTE: Paso a Paso
SEGUNDA PARTE: En el jazz, la vida es más sabrosa
VER TAMBIÉN: Conversación con Marilyn Castillo │ Avance
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