En esta segunda parte de la conversación, Marilyn Castillo narra sus experiencias en Xalapa, tanto en el Seminario y Festival Internacional JazzFest, como en el Festival Internacional JazzUV
Prelude to a Kiss
Yo estaba la carrera de ejecución musical, que estaba más enfocada a lo clásico, cuando abrieron la carrera de música comercial me cambié porque era lo más cercano que había al jazz para estudiar en El Paso.
Ese mismo año (2007), Abel y sus hermanos me dijeron hay un festival que está sucediendo en Xalapa que se llama el Jazz Fest, deberías de ir, se va a poner bien padre, nosotros fuimos el año pasado.
Yo dije mis papás no me van a dejar, yo era niña de mi casa, cómo me iba a salir nada más por mis pistolas y dónde me iba a quedar. Pues te vienes con nosotros, me dijeron y me contaron que conocieron a muchos artistas y que podían tocar con ellos, que les daban las clases y luego iban a los conciertos. Dije yo tengo que ir y empecé a ahorrar.
Stormy Weather
En esa época fue cuando se empezó a poner súper inseguro en Juárez y me cayó una rachita de mala suerte: el Chapo fue al lugar donde yo trabajaba y después cerraron el lugar, a mi carro le cayó encima un árbol. Parecía brujería, me pasaba una cosa mala tras otra, me estaba lloviendo sobre mojado.
El dinero que había ahorrado para irme en avión, para los viáticos y para todo lo demás, me lo gasté en componer el carro.
Dije esto está muy loco, me está yendo muy mal. Me fui a hacer una limpia con una chamana, le comenté que tenía planes de ir allá, que quería conocer Xalapa y le pregunté que si se iba a dar. Ella me dijo tú vas a ir, entonces me aferré y dije no sé cómo le voy a hacer, pero yo voy a ir.
Conseguí unos boletos para irme en un camión de esos guajoloteros que agarras en la punta del cerro y fueron 32 horas de camino con niños llorando, quién sabe cuántas paradas, de mala muerte pero me la aventé y llegué hasta Xalapa después de 32 o 36 horas, con un calor infernal y cuando llegué al hostal donde supuestamente había hecho la reservación, no me la hicieron válida pero me tocó la suerte de que conocí a una señora que vivía exactamente enfrente de la Facultad de Música y ahí es donde se estaba llevando a cabo el Festival, así es que a todo dar.
En el jazz, la vida es más sabrosa
Ahí me tocó conocer a mucha gente importante, en esos momentos yo no tenía mucha noción, apenas estaba aprendiendo teoría musical, era una bebé, no sabía nada de jazz, a lo más que me podía acercar era a conocer algunas cosas de bossa nova y las cosas que había aprendido en las clases. Yo me sentía una total ignorante pero quería aprender, me sentía sedienta de saber y gracias a Dios me topé con mucha gente muy amable que se dedica a tocar jazz como Alex Kautz, con el que tuve una plática súper agradable en la que descubrí que, efectivamente, el jazz no está muerto, que ha evolucionado bastante pero que sigue existiendo el jazz tradicional, que sí puedes vivir de eso y que si es tu sueño tocar ese tipo de música, lo puedes lograr.
Me tocó estar en el ensamble del maestro Marco Pignataro, una persona súper hermosa, un gran maestro, una persona muy cálida, con él escuché un poco de Chet Baker, uno de mis trompetistas y cantantes de jazz favoritos. También estuve en clases con Bernardo Hernández y con Rafael Alcalá, ahí fue donde escuché por primera vez el tema de Stella by Starlight con diferentes sustituciones armónicas.
De todos los de Ciudad Juárez que habían dicho que iban a ir al viaje, resulta que nada más fui yo. Abel Mireles con sus hermanos fueron a presentarse con su proyecto y dio la casualidad de que con Alex Kautz estaba tocando un amigo que en ese tiempo decía que odiaba las cantantes, Gerry López, muy buen saxofonista y una gran persona, por él conocí a Ricky Rodríguez y por ahí se empezaron a hacer otras conexiones con músicos como Henry Cole y otros músicos que conocí acá en Nueva York pero que había visto en Xalapa.
Love Is Here to Stay
También conocí a alguien muy importante en mi vida, en ese momento me cayó muy mal pero después descubrí que nada más era un bromista, se llama Rudyck Vidal, estaba en el mismo ensamble que estaba Abel. Cuando conocí a Rudyck fue un parteaguas en mi vida musical, él ha sido una gran inspiración para mí, no lo digo porque sea mi esposo, aunque no lo fuera, la verdad, aprendí muchas cosas de él.
Cuando me fui del Festival Jazz Fest, en el 2008, quedé muy contenta, estaba muy feliz porque fue una gran experiencia para mí conocer a tanta gente que estaba interesada en esta bella música. Hice muchas amistades, conocí a Ana Sánchez, que canta súper bonito, a Rudyck y a muchos más, me llevé los teléfonos y los correos de todos para seguir en contacto porque me quedé con un muy buen sabor de boca.
Xalapa es un gran contraste por sus riquezas naturales, yo vengo de un desierto que para mí es hermoso, yo amo las montañas pero ver tantas plantas y que tuvieran unos lagos en medio de la ciudad se me hacía increíble. Fue una experiencia muy grata.
Además, todo el aprendizaje que me llevaba a casa para hacer la tarea, toda la música que tenía que digerir, todos los conocimientos que todavía no alcanzaba a comprender porque yo estaba en los inicios de mis estudios musicales formales en UT, todo fue muy emocionante.
Rudyck y yo comenzamos a hacer amistad por internet y me ayudó mucho con todas mis dudas de armonía y me comentaba que él aprendió un chorro de Musinetwork. Con el tiempo nos empezamos a atraer y él me insistía que volviera a Xalapa:
-Sí, voy a ir el próximo año al Festival
-No, tienes que venir antes
-Tienes que venir tú primero, mis papás no me van a dejar ir sin ninguna razón que no sea la de estudiar.
Pa´l norte
Fue a Juárez a finales de ese mismo año y estuvo muy suave porque hicimos un jam session con unos amigos, con un pianista muy querido que se llama Miguel Rodríguez, con Abel, con Álvaro, con Karlo [Mireles, los tres], con Javier Torres, que toca la trompeta y esperábamos que llegara David Valles, otro amigo que toca guitarra jazz que está en el DF
Rudyck y yo nos hicimos novios y de ahí partió mi interés por el jazz latino, que es otra área muy amplia, cuando la gente piensa en jazz latino piensa en Cuba pero el jazz latino encierra muchísimas cosas más, claro que Cuba es un gran y muy fuerte exponente pero solo es una parte. También me adentré más en otras cosas, ya sabes, la loquera de Rudyck y de sus medidas irregulares que en ese tiempo para mí eran un reto increíble y me sentía como con mi papá, yo no quería fallar, yo quería estar al nivel.
Yo seguía tocando con el grupo, tocaba en mis guisos yo sola pero cosas más sencillas, pop en inglés y en español, y en la escuela estaba en el grupo de jazz singers, que es el coro de jazz de la universidad. Ahí aprendí muchísimos arreglos muy bellos, muchas armonías, pero no tenía el contacto directo como para tocar con una big band o con combos, la escuela de música comercial estaba en pañales y nosotros éramos los iniciales.
Cuando consiguió su visa, Rudyck empezó a ir periódicamente a El Paso, en esos momentos ya estaba trabajando en el Centro de Estudios JazzUV como docente, lo cual me abrió a mí también muchas oportunidades. Cuando él viajaba para Juárez y El Paso, impartía clínicas en las dos ciudades, sobre todo en UT porque mis maestros tuvieron muchísima apertura hacia él, siempre estuvieron muy felices de recibirlo y yo más porque me daba la oportunidad de cantar y de sonar arreglos nuevos, cosas que eran más enfocadas al jazz tradicional y al jazz experimental.
Experiences
Cuando yo iba a Xalapa, también era una súper oportunidad porque me tocó estar en varios de sus proyectos, en el 2009 tuve la oportunidad de participar en el segundo festival de JazzUV donde canté con el grupo Tzolkin Jazz, que era de Rudyck y de Renato Domínguez, baterista de Sonex y de muchos otros grupos muy buenos. Tenía un miedo terrible, sentía que iba a ser criticada porque, para bien o para mal, los instrumentistas tienen la ventaja de que pueden presionar a una tecla, soplarle a una boquilla, tocar una cuerda y no necesitan más pero si un cantante no tiene el oído o no practica entonación y las escalas, no sirve como músico, aparte, a la voz le tienes que sacar el sonido, tu coloratura, tu tono de voz. Todo eso cuenta un chorro y para mí era un reto grande estar tocando con músicos que sabían más que yo porque me sentía presionada a ser mejor.
A la vez, me sentía muy bien de estar tocando con músicos como Alonso Blanco, Rudyck y Alejandro Bustos porque sentía que eso me iba a ayudar a crecer. Todas las canciones de Rudyck eran súper retos en todos los sentidos, tanto armónicos, como melódicos y rítmicos.
También tuve la oportunidad de tocar con muchos otros músicos que jamás me hubiera imaginado como Jason Palmer, increíble músico y súper sencillo, como Nissiel Ceballos, Emiliano Coronel, Arturo Caraza, también tuve la oportunidad de cantar al lado de Melisa Aldana y otros músicos.
Durante el festival, también tuve la oportunidad de traducirle a algunos músicos como Daniel Smith, que es una de las personas con las que más agradecida me siento y fue un súper placer haber traducido su clínica porque fue una charla súper agradable que nos hizo ver que todos los músicos son humanos, que no son súper héroes que nacieron tocando de manera genial, todos le dieron a su instrumento, todos pasaron horas en el cubículo y todos se enfrentaron con retos tanto espirituales como personales y de su instrumento. También tuve la oportunidad de traducirle a otros músicos como la esposa de Joe Lovano [Judi Silvano], Grace Kelly, Jason Palmer, Jane Bunnett, al trombonista Christopher Crenshaw en unas entrevistas que le estaba haciendo la UV y a Gretchen Parlato.
Y también tuve la grata experiencia de haber traducido y haber tocado con el señor Ray Drummond, que por muchos años fue contrabajista de Dizzy Gillespie.
Raúl Gutiérrez es toda una enciclopedia del jazz latino, es una persona súper agradable y me invitó a participar con su grupo Seven Brothers, ahí pude tocar con Gustavo Bureau, con Aleph Castañeda, que en paz descanse, y con Beto Jiménez.
También estuve con Cándido Hernández en un proyecto de música que incluía batá y eso también fue muy interesante para mí, ahí también estaba Francisco Wilka. El acercamiento al jazz latino con Tzolkin era más flamenco y otros ritmos que para mí eran muy complejos, acá era meterme a la onda de la clave y ver que la música también es una cosa sagrada y fue descubrir que el jazz es una música que suma otras músicas (de ahí se me abrió la puerta para el world music) y se me hizo todavía más rica esa música, más interesante, estoy hablando de ceremonias de tambor y de bulerías y de todas estas cosas.
Hasta pronto, Xalapa
Yo tenía planes de quedarme en Xalapa conforme la relación que tuve con Rudyck se fue fortaleciendo y se fue formalizando. Como no había un maestro de voz, oficialmente, en JazzUV, yo tenía la promesa que me había hecho Édgar [Dorantes], cuando tuve la oportunidad de cantar con él, de que había la posibilidad de que yo fuera docente ahí, entonces más me puse las pilas, ya tenía planeado vamos a hacer estos arreglos, vamos a cantar estas cosas, le voy a hablar a Alonso [Blanco], va a sonar bien padre.
En el último festival JazzUV en el que participé traduciendo y cantando, tuve la oportunidad de cantar con el maestro Osmany Paredes, presenté una canción que se llama How High the Moon con la transcripción de un solo de Sarah Vaughan, en un homenaje que le hizo a Ella Fitzgerald. Yo estaba terminando en la UT y tenía preparado ese solo para mi recital de graduación, lo presenté aquí como para decir yo vengo con todo y quiero quedarme aquí, a mí me gusta esta ciudad, me gusta lo que ustedes están haciendo y quiero aportar de la manera en la que yo pueda. También tenía planes de seguir una maestría, entre otras cosas, porque la ciudad es muy cultural.
En ese momento me enteré, por Hiram Rodríguez y por Miguel Cruz, que a lo mejor no se iban a poder dar las cosas porque las administraciones estaban cambiando y los presupuestos y, ya sabes, sucede que a veces se avientan la bolita. Y también tuve una decepción: en ese festival, yo iba a tener la oportunidad de cantar con la big band de JazzUV un arreglo que había preparado con un mes de anticipación y al final no se pudo llevar a cabo porque la big band no estaba preparada, eso también me desanimó un poquito.
Rudyck y yo teníamos una disyuntiva que porque en la frontera hay dinero pero en ese tiempo no había tanto apoyo a la cultura y en el sur de México había mucha cultura pero cuando ganas en dólares y gastas en pesos, ya no quieres ganar pesos.
También debido a la serie de hechos violentos que estuvieron pasando más adelante, me acuerdo que fuimos a hacer una grabación con Tzolkin, estábamos en la Facultad [de Música] y hubo unas balaceras. Se estaba empezando a poner feo como en Ciudad Juárez cuando yo conocí a Rudyck, como que todo lo del norte se había pasado para allá y tomamos la decisión de que mejor Rudyck tenía que mudarse para el norte.
(CONTINUARÁ)
PRIMERA PARTE: Paso a Paso
TERCERA PARTE: La voz del corazón
VER TAMBIÉN: Conversación con Marilyn Castillo │ Avance
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