Este sábado 18 comienza en Papantla una celebración que llegó a convertirse en una de las coordenadas dentro de las expresiones artísticas y culturales más importantes en el país, generalmente concentradas en la zona metropolitana de la Ciudad de México y en las ciudades de Monterrey y Guadalajara, y que tiene como característica ser prácticamente el único festival organizado y financiado enteramente por el Gobierno del Estado: la Cumbre Tajín 2017, Festival de la Identidad.

Creado durante el gobierno de Miguel Alemán Velasco, mantenido con altas y bajas por el gobierno de Fidel Herrera Beltrán y entregado por Javier Duarte de Ochoa a Brenda Tubilla Muñoz, la prima consentida de su esposa Karime Macías, quien como productora hizo negocios particulares con los recursos públicos mediante empresas fantasmas de promoción artística, la Cumbre Tajín llamó la atención desde el principio de miles de jóvenes que se movían en esas fechas desde diferentes partes del país hasta el municipio totonaca para disfrutar de su programa, lo que ayudaba a mover económicamente a una región asolada en los últimos años por la debacle de la industria petrolera.

Bajo el slogan “La fuerza del origen”, este festival que concluirá el martes 21 de marzo, día en que se celebra la entrada de la primavera y que tiene un alto significado en las culturas indígenas, ha debido mostrar la flaqueza financiera del gobierno veracruzano que, en el caso de las dos festividades previas (Fiesta de la Candelaria y Carnaval de Veracruz), se desentendió casi por completo.

A la Fiesta de la Candelaria, el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares no solo no le destinó un peso del presupuesto, pese a ser un evento organizado por un alcalde panista, sino que incluso le echó la caballería para contener con policías preventivos y ministeriales el embalse de toros. En el caso del Carnaval de Veracruz, solo al final destinó Yunes un apoyo de 5 millones, aunque no sabemos si los organizadores hallaron a la titular de Sefiplan, Clementina Guerrero, para reclamar el ofrecimiento.

Con el Festival Tajín, el gobierno del estado ha retomado su carácter de organizador. Pero las cosas están tan difíciles presupuestal y políticamente, tan extraviadas en materia de conocimiento en la organización de eventos culturales y artísticos masivos, que se ha prestado a chunga la conformación de su cartel de invitados, si bien constituyen excelentes exponentes de la calidad que tiene Veracruz, en especial Xalapa, en el tema de la creación e interpretación musical.

Incluso, ha servido para que un funcionario menor (en todos los sentidos) haya usado su función para venganzas personales estúpidas, que manifiestan la parquedad intelectual del gobierno panista.

La cofradía de los rústicos

Leopoldo Domínguez Armengual, abogado, notario público, con experiencia única en materia de registro público de la propiedad y notarías, debió ser un incansable turista, un paseador contumaz, un frenético consumidor de los servicios turísticos en el país y en el mundo. No de otra manera se podría explicar que el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares le haya encargado estar al frente de la Secretaría de Turismo y Cultura (Secturc), una dependencia que no solo tiene un peso específico si consideramos que Veracruz cuenta con varias regiones con vocación turística (consolidada o en desarrollo) sino que, al menos en el papel, es cabeza del sector cultural, que también puede ser (aunque pocos lo han entendido: acaso el alcalde xalapeño Américo Zúñiga) un importante generador de divisas turísticas.

Todo puede interpretarse de esa designación tan anodina. Es posible (y lo señalan las acciones y el lugar que tiene en los discursos) que la cultura no tenga el más mínimo interés en el minigobierno panperredista; que, asediado por la crisis financiera y el interés por reducir el déficit presupuestal, al gobernador veracruzano la cultura e, incluso, la promoción turística lo tengan sin cuidado, pese a que a ras de piso a muchos veracruzanos les sean tan importantes como un binomio que dinamiza las economías locales, no importa que sea por periodos específicos. Ya ahondaremos en este tema en colaboraciones posteriores.

Miembros del colectivo Jarocho Power.

Lo que me interesa resaltar por el momento no es solo el bajo presupuesto destinado al Festival Tajín y, en general, a la cultura, sino haber encargado la organización del festival que busca proyectar el legado de la cultura totonaca, al restaurantero Ernesto Aguilar Yarmuch, durante muchos años ligado al PRI, más recientemente un fervoroso impulsor de la candidatura del senador José Yunes Zorrilla, y quien ha mostrado en dos sucesivos festivales culturales una forma nada profesional e, incluso, sucia de manejar la logística.

En efecto, lo que a Aguilar Yarmuch se le hizo público en el Festival de las Flores “Xalapa Llena de Luz”, se lo ha cobrado en el Festival Tajín. Me explico. El primer festival, hecho con el apoyo del ayuntamiento de Xalapa del 12 de agosto al 4 de septiembre del año pasado, programó una presentación de los grupos Los Aguas Aguas y Sonex, ambos considerados los máximos exponentes de la hibridación de ritmos con resonancia en el son jarocho, que ha tenido un éxito extraordinario en el país y el extranjero.

Ernesto Aguilar Yarmuch y Maruricio Cuevas Gayosso.

Sin embargo, el empresario restaurantero metido a promotor cultural, les entregó un cheque ¡sin fondos! Por supuesto, los afectados dieron a conocer el hecho a los medios de comunicación y, además, denunciaron que había sido prácticamente maltratados por los organizadores, al no ofrecerles condiciones en camerinos y en equipo de sonido, lo que impidió cumplir con decoro a los cientos de seguidores que se reunieron en el Parque Juárez para disfrutarlos.

El alcalde Américo Zúñiga Martínez, quien no era responsable de ello, públicamente les entregó el importe del cheque de hule y les explicó que no había sido responsabilidad del ayuntamiento. Quedó claro que Aguilar Yarmuch había fallado en su responsabilidad como organizador y había embarcado tanto al alcalde como al productor presidente del patronato Fiestas, Cultura y Arte de México, y responsable del festival, Mauricio Cuevas Gayosso. A tal grado, que el experimentado empresario, en conferencia de prensa ofrecida el 13 de septiembre, no solo reconoció inconvenientes durante la primera edición del festival, sobre todo por la inexistencia de espacios adecuados en la ciudad, sino que anunció que no volvería a invitar al promotor del festival, Ernesto Aguilar Yarmuch, debido a las fallas que se cometieron.

¿Cuál ha sido la respuesta de este pésimo servidor público? En la presentación oficial del cartel de Cumbre Tajín, Yarmuch dijo: Es una verdadera lástima. Te imaginas la oportunidad que perdió Camil y Osiel por andar de ‘bocones’, cuando les di la clausura el año pasado del gran Festival de Xalapa; fueron los que más ganaron y no se les quedó a deber ni un centavo”, refiriéndose a las declaraciones hechas por los integrantes de los grupos afectados por su mala gestión.

Mientras en el cartel se anuncia la participación de Celso Piña, Gloria Trevi, Javiera Mena, Nortec Collective y Porter, entre otros, no se ha invitado a ninguno de los cuatros grupos que conforman el colectivo Jarocho Power, en que militan, además de Los Aguas Aguas y Sonex, dos pesos pesados en el son jarocho tradicional: Son de Madera y Los Cojolites, este último lanzado a la notoriedad internacional por haber participado musicalmente en la película Frida, protagonizada por Salma Hayek, además de ser nominados en varias ocasiones para los Grammys latinos.

Es penoso que el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares pase a la historia por haberle dado la espalda a los más potentes exponentes de la cultura popular jarocha, gracias a los oficios de un ignaro restaurantero.

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