Como comenté ayer, para participar en el Coloquio Elena Garro que organizó la Universidad Veracruzana el año pasado para celebrar el centenario del natalicio de la escritora, Lily Márquez convocó a Lorena Báez, Patricia Fernández y Andrés Sánchez para llevar a escena una versión de Un hogar sólido bajo una adaptación hecha por ella misma. Como no obtuvo la venia de Jesús Garro, director de la Fundación Elena Garro, para escenificar su versión, el grupo decidió ofrecer un homenaje a Elena Garro que, si bien partía del texto original de Un hogar sólido, no era una simple reducción de personajes sino un montaje propio con textos originales, recurso que, como comentamos ayer, ha sido muy socorrido desde siempre por los más diversos creadores.
Un par de horas antes de estreno, una llamada amenazante de Jesús Garro a la Casa del Lago impidió que se presentara el trabajo.
La temporada constaba solamente de cuatro funciones, del jueves 26 al domingo 29 de enero, todas de entrada libre, es decir, no solo no había afán de lucro sino que el grupo renunció a recuperar, si no toda, al menos una parte de la inversión hecha en la producción.
Por respeto al público que acudió y al recinto, los actores salieron a escena amordazados y no dijeron una de las palabras escritas por Elena Garro pero sí los textos de Lily Márquez.
Todo el trabajo, toda la ilusión, todo el denuedo puesto por el grupo y los colaboradores, Ismael Hernández Villanueva en la música, Analúa Fenton en la escenografía y Paco Ibarra en la asesoría escenográfica, sucumbieron ante una voz intolerante e inquisidora.
Para explicar al público el motivo de la suspensión de la temporada, la directora y los actores se aproximaron a esta columna.
Lily:
Pedí el permiso a la SOGEM [Sociedad General de Escritores de México] pero no me contestaron, en enero, dos semanas antes de que se estrenara, recibí la llamada de la Fundación Elena Garro cuyo presidente es Jesús Garro, sobrino de Elena, y Raquel Steinmann, esposa de Jesús, es la secretaria. Solicité el permiso para presentar la adaptación, me dieron su correo, les mandé el texto y como a los cuatro días, después de leerlo, me contestaron que yo estaba haciendo una mezcla de personajes, que era una obra de Elena Garro y que no les parecía, que ellos están tratando de mantener el legado y la obra entera de Elena para que su difusión sea intacta.
Le dije oye, pero si lo que estamos haciendo, realmente, es difundir su obra, yo no me estoy poniendo los laureles, no estoy diciendo que es mi trabajo, se está dando el crédito de Elena y lo estamos haciendo por la gran admiración que le tenemos. La reducción de personajes es porque no somos un grupo con una producción mayor a la que me da el bolsillo, no tenemos recursos.
Pedí el permiso porque defiendo el hecho de que se busque el camino correcto, creo que todo debe estar en orden con respecto a los autores porque ellos también hicieron su trabajo pero este señor no tiene la más mínima idea de lo que el teatro mexicano, hecho de manera independiente, está batallando en estos momentos. No tiene conocimiento de la labor tan ardua y difícil que tenemos los grupos independientes y lo que tenemos qué hacer para rescatar las obras y para darles difusión. Si a él no le pareció la adaptación es muy válido pero creo que no va por ahí el asunto, creo que es un tema de ignorancia y tiene que ver con que no somos Conaculta ni la Compañía Nacional de Teatro, somos un grupo que no le va a causar ninguna cosquilla en su cuenta bancaria.
Ya estábamos por estrenar y un par de horas antes el tipo habló por teléfono directamente a la Casa del Lago y, de manera prepotente, amenazó con mandar un abogado si estrenábamos, ¿por qué la saña?, nosotros nada más pensábamos cumplir con las cuatro funciones que habíamos anunciado, por respeto al recinto y al público. Se me hace muy injusto y se me hace más injusto que se haya hecho el día del estreno.
Me dijo que ha tenido muchos problemas con adaptadores que se adjudican el nombre y se ganan todos los laureles para ellos mismos pero yo creo, y es una posición personal, que más bien tiene que ver con el porcentaje porque cuando se trata de adaptaciones no se les da el 10% sino un porcentaje menor de acuerdo a qué tipo de adaptación, versión o reducción se construye. En nuestro caso no era absolutamente eso, inclusive yo quería pagar todos los derechos pero, seamos realistas, ¿cuánto vas a pagar por un montaje independiente, hecho aquí en Xalapa, comparado con lo que paga la Compañía Nacional de Teatro?
Escuchando una entrevista publicada en El Universal TV a Jesús Garro en diciembre del 2016, con motivo de la demanda impuesta a la Universidad Autónoma de Nuevo León acusando de plagio a una de las principales difusoras de la obra de Elena Garro –Patricia Rosas, editora en su momento de Cristales del tiempo– el hombre se muestra burlón y antipático. Menciona que sus publicaciones son robos, que son ratas quienes lo hacen. Y dice: «Los cien años de Garro han sido festines de buitres y chacales y pirañas». Así se refiere a quienes admiramos y difundimos su obra. Con una persona sin gramo de materia gris, ¿cómo se puede discutir? Desde mi perspectiva, él es el buitre y la rata que desea tener todo controlado para beneficio propio, no de la autora, que finalmente fue y es lo que nosotros queremos defender: una de las voces del teatro y la literatura mexicana. ¿Qué daño hacemos en querer difundir su obra a nuestra comunidad? ¿Qué daño hacemos en proponer esta adaptación? No lo entiendo.
Patricia:
Otro punto es hacer un llamado a los creadores para que tengan mucho cuidado a la hora de elegir en manos de quién quedan sus derechos porque creo que lo más triste, es este caso, es que vuelven a enterrar una obra. Si no permiten que se presente, ¿cómo se difunde?, ¿cómo se da a conocer? Creo que, si no se hubiera hecho el coloquio [Coloquio Elena Garro, UV, 2016], las nuevas generaciones ni se hubieran enterado quién fue Elena y ahora que la queremos difundir, no nos dejan.
Lily:
Pareciera que hicimos una aberración y la verdad es que no, el texto que adaptamos de Un hogar sólido estuvo revisado por Silvia Peláez, nos vino a dar un taller de dramaturgia, hizo varias observaciones que fueron rectificadas y puestas en el texto, también fue aprobado por nuestros maestros, de aquí de Xalapa, Marla Espinosa y Jorge Ortiz. Después fui con Patricia Rosas, que fue agente de Elena, y ella también lo revisó y me dijo que efectivamente era un homenaje a Elena Garro, que realmente no estábamos haciendo nada mal, entonces, la negativa de este señor se debe a su ignorancia.
Patricia:
Se habló también de mutilación y no se mutiló el texto, de hecho, fue un trabajo demasiado cuidado para no errar con la dramaturgia de la señora.
Lorena:
Elena Garro escribió para este país, conociendo nuestra realidad, en sus escritos logras ver la sociedad mexicana a través de sus personajes. Me causa mucha indignación que hayan limitado la presentación de nuestro trabajo y más en estos tiempos tan difíciles en los que los mexicanos estamos siendo maltratados por cierto personaje «trumpudo» (risas), el hecho de que quieran acallar este trabajo de una de nuestras mejores escritoras, me parece que es enterrarnos todavía más a nosotros mismos como mexicanos, no es posible que sigamos en esa dinámica cuando hace tanta falta que den a voz todos los artistas mexicanos que han formado este país.
Andrés:
Y este argumento de que hay que conservar la obra literaria en una puesta en escena no es posible porque la obra pasa por la visión del director y, en nuestro caso, por la visión de todo el grupo entonces no se podía mantener la obra tal cual y creo que ninguna obra se mantiene con todas sus letras, siempre hay cambios.
Patricia:
La maestra Luisa Josefina [Hernández], a pesar de que muchos montajes de ella y de otros autores no le han gustado, habla de que los dramaturgos deben estar conscientes que su obra tiene que ser representada y en ese sentido tienen que ser flexibles, ella sí lo tiene claro.
Lily:
Ese es un pleito que tienen los escritores con los directores, con las tomas de decisiones de estilo, de escenografías, de musicalizaciones, con las tomas de decisiones, inclusive, de técnicas actorales, muchas veces el escritor lo ve y dice esto no es lo que yo quería decir, no tiene nada que ver con lo que escribí, está en su derecho de decir no me gusta, pero el teatro está hecho para compartir y somos tantos los que lo hacemos y los que decidimos dentro de él que, finalmente, el concepto que tenía uno en la cabeza en un momento previo y el resultado final del producto son distintos, inclusive, hasta en la última función de una temporada vas a encontrar una cantidad de modificaciones y cambios que no estaban previstos. La obra dramática no llega a su finalidad hasta que no está puesta en escena, eso debe quedar clarísimo. Yo entiendo a los escritores que nos dicen a los directores eso no tiene nada que ver con mi obra, lo entiendo pero les pido diálogo, no censura.
En este caso está peor porque no es el autor sino un lastre que está tratando de mantener su modus vivendi a partir de la obra entera de una mujer que debería estar en boca de todos.
Estamos muy enojados porque se cayó nuestro trabajo, creo que no tiene la más mínima idea de cómo nos afectó y por eso queremos decirlo, por eso venimos a explicar y a decirle a los lectores porqué se canceló la temporada.
* * *
Ante este tipo de acontecimientos, quien se pregunte por qué el teatro mexicano no logra constituirse en un hogar sólido, solo tiene que leer la línea final de la pieza de Elena Garro:
Lidia – ¡Un hogar sólido! ¡Eso soy yo! ¡Las losas de mi tumba!
PRIMERA PARTE: Lily Márquez propone un homenaje a Elena Garro
VER TAMBIÉN:
La raíz de todas las hierbas │ Lily Márquez / I
De piedra ha de ser la casa │ Lily Márquez / II
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