En esta segunda parte de la conversación, Connan Contreras nos habla de su salida de la Facultad de Música, su etapa en JazzUV, su experiencia como docente en un jardín de niños, su peregrinar en la música xalapeña, su llegada al grupo Los Aguas Aguas y la primera gira de éste por Europa.

Tiempos oscuros

Mi carrera en la Facultad de Música tuvo muchos incidentes, yo estaba en plena pubertad, tenía mucha información y mucha libertad de parte de mis padres entonces hacía y deshacía. Me di de baja una vez, regresé, me di de baja otra vez. Cuando regresé por tercera vez tenía 15 o 16 años y dije ésta es la definitiva, la voy a agarrar. Regresé en quinto semestre y me fue muy bien, tuve excelentes calificaciones. David Pozos era el único que daba clases de trombón y a finales del séptimo semestre tuvimos problemas porque las clases era en su casa y a veces iba a buscarlo y no estaba. Fueron varias veces hasta que dije ya tengo el material que voy a estudiar durante todo el semestre y lo que voy a tocar a fin de semestre, prefiero hacerlo por mi cuenta. Cuando llegó el momento me dijo no, tú no tienes derecho y no pude presentar el examen. Fui a la dirección y me dijeron búscate un sinodal y lo presentamos. Todo mundo estaba de vacaciones, no hubo sinodal que aplicara el examen y ahí se truncó mi carrera en la Facultad de Música.
En el 2007 falleció mi madre. Ella trabajaba en la Secretaría de Educación Pública, en un jardín de niños, y alguien tenía que ocupar su lugar para no perder la plaza, mi hermano mayor, Ángel, estaba tocando el bajo con mi papá y no podía, y mucho menos mi padre, así que dije pues yo lo tengo que cubrir. Era un trabajo de intendencia y lo estuve llevando a la par que tocaba en los antros aquí en Xalapa pero era muy desgastante porque me acostaba a las cuatro o cinco de la mañana y a las 7:30 ya tenía que estar trabajando, fue muy estresante.

JazzUV

En el 2008, Édgar [Dorantes] mandó un mail a todos los músicos que conocía, nos dijo se va a hacer una escuela de jazz. Fue cuando empezó JazzUV, yo quería seguir aprendiendo y entré como estudiante, en el tercero o cuarto diplomado Édgar me dijo te ofrezco una beca, nos apoyas dando clases y con eso pagas tus estudios. Estuve dando lectoescritura musical, entrenamiento auditivo y clases de trombón. Así estuve hasta 2011, después me dieron un contrato.
Cuando entré a JazzUV tenía unos meses que había fallecido mi madre y yo andaba triste, un día Rey David [Alejandre] me dijo:
-¿Qué onda?, ¿qué tienes?
-Es que hace poco falleció mi madre
-Qué mala onda, también acaba de fallecer mi padre
Eso nos unió mucho. Es un maestrazo, daba pocas clases porque siempre andaba de gira pero la verdad es que aprendí muchísimo, me ayudó a comprender muchas cosas, a subir de nivel y a decir las cosas difíciles sí se pueden tocar en trombón porque si él puede, no es imposible.
Aprendí mucho de Rey, de Miguel [Cruz], de Édgar, de Rudyck [Vidal], de Emiliano Coronel. Formé parte de la Big Band de Maestros de JazzUV, también fue una experiencia increíble.

Jarochos mojados

Jarocho mojado, jarocho…
que no se te olvide tu tierra
y la cumbia buena que te traigo yo.
(Jarocho mojado. Los Caracoles)

Connan Contreras en el estudio de grabación (Foto tomada de su cuenta de Facebook)

Desde que tuve una computadora en casa y un programa para hacer música me interesó mucho la cuestión del audio, me pasaba horas grabando y moviéndole al programa. En 2012, el grupo de mi padre tenía una gira a los Estados Unidos, necesitaban un ingeniero de sonido y mi papá me dijo oye, te veo que tienes oído para hacer estas cosas, ven con nosotros.
Me fui con ellos y tuve que dejar JazzUV. Estuvimos seis meses allá, cruzamos el país dos o tres veces en carretera.
A partir de eso, me quedaron las ganas de empezar a producir cosas musicales desde el punto de vista del estudio de grabación y ya llevo un par de años dedicándome, austeramente, a grabar y producir cosas, por ejemplo, el último disco de Los Caracoles lo grabé completamente yo y lo mezcló Hans Mues por encargo mío, a eso me estoy dedicando ahora también.

De esas Aguas sí beberé

Cuando tenía 16 años, el percusionista de El rey mala copa me dijo:
-Oye, fíjate que estoy tocando salsa en tal antro y necesitamos un trombonista
-Va, yo voy
Y empezamos a tocar covers de salsa en El desván y en varios bares aquí en Xalapa y en Veracruz, era un trabajo que me gustaba porque semanalmente montábamos cinco o seis canciones, tenía que escribir y arreglar para la sección y me mantenía en forma.
Estuve como un año haciendo eso hasta que me invitan unos cuates a tocar ska jazz (así le llamaban). El grupo se llamaba Jamaicafé, estaba Ramiro [González] en el saxofón, Quiahui [Fuentes] en el piano, Omar González en el bajo y varios más. Entré con ellos y en febrero o marzo de 2008, en una tocada que tuvimos en El Escondrijo también tocaron Los Aguas Aguas, se me acercó Dani, el bajista, y me dijo:
-Oye, fíjate que tenemos una invitación a la Cumbre Tajín pero el trombonista no puede ir, tú tocas el trombón, ¿quisieras ir?
-Pues va, encantado
Y así fue como entré a Los Aguas Aguas, con una invitación de suplencia, el chavo del trombón ya no regresó y nos seguimos, hemos hecho dos discos, varias giras y por ahí va la cosa.
En los Aguas Aguas encontré a lo que estaba acostumbrado en El rey mala copa porque en ese grupo estaba con mis primos entonces era muy íntimo, muy familiar, no digo que con los otros grupos no lo fuera pero era una dinámica de llegar, ensayar, poner las canciones como son y ya, y acá era más intimar que otra cosa.
Los Aguas Aguas ensayaban en Úrsulo Galván número 11, en una casa que ahora están remodelando pero en ese entonces pasabas por la calle y no te imaginaba viviera alguien ahí, era una casa vieja, estaba cayéndose. Recuerdo que en el primer ensayo al que fui estaban en un cuarto de los de enfrente, que da a la calle, no tenía techo, había una viga caída y un solazo. Entré y vi que tenían unas chelas, una coca y un Baraima y se hizo una fiesta. Me gustó, fue como salirme del estrés que venía cargando desde hacía meses por el fallecimiento de mi madre.

Donde empiezas a soñar

…donde empiezas a inventar,
donde empiezas a crear,
donde empiezas a soñar.
(Gris Medio. El rey malacopa)

Dejé de tocar en los antros y me dediqué exclusivamente a los Aguas. Pedí permiso en el trabajo del jardín de niños y estuve fuera hasta el 2013. Cuando regresé se me dio una oportunidad muy buena, pude permutar mi trabajo de hacer la limpieza por un trabajo de enseñanza musical y desde entonces doy clases de música para niños en un jardín que está ubicado en el Fovissste, precisamente donde nacieron los Aguas Aguas.
Estoy muy bien, es una experiencia muy padre trabajar con niños, lo que trato de hacer es de que le agarren la onda al ritmo, que sus movimientos empiecen a ser coordinados, que tengan cierto tiempo igual entre golpe y golpe, y muchas otras cosas más, los pongo a cantar, les enseñó principios de lectoescritura musical, que conozcan con el pentagrama, valores musicales. Los del tercero salen leyendo cuatro compases rítmicos con redondas, blancas, negras. Está súper padre eso.

Aguas que sí he de beber, no las dejaré correr

Con los Aguas ha sido todo un viaje de buenas y malas experiencias que nos han forjado hasta ser lo que ahora somos, un grupo bien cimentado, más que musicalmente, amistosamente. Hemos trabajado en conjunto, hemos trabajado muchísimo y eso nos ha llevado a obtener recompensas como viajar, conocer otras culturas y ha sido muy, muy, muy interesante.

Los Aguas Aguas (Foto tomada de la fanpage del grupo)

En el 2011 fuimos a Europa, tocamos en Holanda, en Bélgica y en París, estuvo súper padre. La promotora que nos llevó nos dijo miren, hay cuatro tocadas muy bien pagadas pero entre una y otra hay una inmensidad de días libres y ésos tendrán que correr su cuenta. Dijimos vámonos. Llegamos a Ámsterdam, nos fuimos a un pueblo, como a dos horas en tren, que se llama Sittard y ahí conocimos a Ernesto, un holandés que está enamorado de Tequila, Jalisco y tiene una cantina mexicana, vende tequila, ofrece guacamole con totopos, tiene un sabor muy diferente pero lo quiere hacer todo a la mexicana. Llegamos, nos abrió las puertas de su casa, increíble el tipo, nos enseñó un refrigerador lleno de cervezas y nos dijo son para ustedes y quiero que se las acaben, la verdad no nos las acabamos.
De ahí nos fuimos a Bélgica, a un festival que se llama Afro-Latino, lo hacen cada año. No tocamos en el mismo escenario pero sí el mismo día tocaron Calle 13 y Juan Luis Guerra, me acuerdo que estábamos en los camerinos y vimos pasar un tipo altísimo, nos tomamos una foto con él. Es una gran experiencia conocer a gente que admiras. Nos fue muy bien en la tocada, a los organizadores les gustó muchísimo.
Después hubo como 15 o 20 días en los que no teníamos nada que hacer, la promotora nos dijo díganme en dónde quieren pasarse esos días para que les reserve el hotel. Pues en París. Y estuvimos como 20 días en París vagando por ahí, yendo a museos, a conciertos. En esa gira fue con nosotros Cándido Hernández, percusionista, y un día íbamos Pepe, Cándido y yo y dijo vénganse, yo ya he andado por aquí, los voy a llevar a conocer. Íbamos pasando por la sala de conciertos Olympia, ese día estaba Esperanza Spalding, al otro día iba a estar Ahmad Jamal, al otro día Chick Corea, al otro día no sé quién y así, puro enorme y dijimos ¿qué hacemos?, ¿vamos al concierto de hoy o al de mañana?, el chiste es que compramos boletos para el concierto de Esperanza Spalding. Ese concierto lo abrió Hiromi Uehara con su Power Trio, fue la primera vez que vi cosas de ese nivel. Cuando compramos los boletos, íbamos saliendo y vimos pasar a un señor ya grande, con un bajo colgado, una maletita y casi casi en pijama, era Anthony Jackson, le pedimos una foto y nos la tomamos con él.
En nuestras vidas y venidas al Puente de las Artes conocimos a unos cuates que nos dijeron somos una asociación de músicos chilenos y tenemos un barecito (que resultó que estaba a la vuelta del hotel donde nos quedábamos). Tocamos en ese café y después nos fuimos otra vez a Bélgica, a la ciudad de Gante, a un festival que se llama Polé Polé. Una ciudad increíble, una hermosura de arquitectura, la gente muy amable, estás en el mero centro y ves que no hay carros, todo mundo anda en bici o en el tren, muy diferente a lo que estás acostumbrado a ver. Tocamos en el escenario principal y fuimos el grupo principal de esa noche. Cerramos el programa, teníamos programados 50 minutos o una hora y terminamos tocando hora y media porque la gente pedía otra y otra y otra. Tocamos en un escenario súper bonito, estaba a la orilla de una muy angosta, después está un río que cruza la ciudad y al otro lado un montón de casas tipo Flandes, el río estaba lleno de barcazas que era donde la gente veía el concierto. Al otro día nos regresamos a México.

(CONTINÚA)

PRIMERA PARTE: Aprendizajes
TERCERA PARTE: Un sol que decora




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