Era domingo en el Parque Juárez, un domingo al que le tocó venir al mundo con un cielo tristón y circunspecto pero con un sol metiche que buscaba rendijas entre las nubes para asomarse de vez en cuando. Un domingo nuevo, distinto a todos los domingos pero con las mismas bicicletas, el mismo estetoscopio trashumante, los mismos arrumacos interruptos, los mismos globos, el mismo algodonero.

Era un domingo, como todos, clausural de la semana que vino al mundo, como todos, loco de contento, con su cargamento, para la ciudad, sí, para la ciudad. Un domingo diferente a sus ancestros al que llegó el mismo Rubalcaba que conocimos entre los años 80 y 90, el mismito prestidigitador capaz de atacar muchas más de 88 teclas con muchos más de 10 dedos para lograr una inhumana abundancia de notas tan vertiginosas y tenaces como gotas de aguacero xalapeño.

Con él venía el mismo Negro Hernández que vimos el año pasado, en el Primer Encuentro Internacional de Jazz Xalapa 2015, con el grupo Manuel Valera & New Cuban Express donde también estaba el mismo volcánico bajista, Armando Gola. El mismo Negro de rítmica frenética que toca hasta los tambores que no tiene, y el mismo Gola arriero que empuja y sostiene y empuja y sostiene para que la carreta no se detenga ni se vuelque.

Volcán Trío se llaman cuando llegan juntos Rubalcaba, dedos de nervioso colibrí; Gola, manos abejas que no detienen su labranza; Negro Hernández, manos de baqueta, pies de cencerro, músculos y nervios de cuero y de metal.

Volcán Trío, santero que esgrimió los poderes Olorun y Yemanyá para invocar a Tláloc y despedirlo después con un cucurichito de maní. Erupción que nos dejó petrificados como habitantes de Pompeya. Chisporroteo de luces y de magma, reptar de lava incandescente tras cuyo paso el Parque Juárez jamás volverá a ser el mismo como no volveremos a ser los mismos ni Xalapa, ni los miles de húmedos melómanos que integramos nuestro ser a la magia de esa tarde, ni los algodones de azúcar, ni los cuerpos abrazados, abrasados, ni los besos interruptos.

Volcán Trío, broche de una semana de oro pero no punto final porque Rubalcaba, Gola y Hernández son los tres puntos suspensivos que nos dejan en espera del siguiente Festival.

El reconocimiento a las cosas bien hechas no debe regatearse, va el nuestro al alcalde Américo Zúñiga Martínez, al Coordinador Artístico del Festival, Arturo Caraza Orozco, a la Asesora de la Presidencia Rosy Gutiérrez, a la Directora de Cultura, Educación y Deporte Noemí Brito Gómez, y a todos aquellos cuyos esfuerzos, sumados, lograron tan grandilocuente fiesta del jazz. Oigan, por cierto, Hiromi Uehara, Esperanza Spalding, Dee Dee Bridgewater, Chick Corea y Herbie Hancock no conocen Xalapa y van a morir de envidia cuando Marco Pignataro, George Garzone, Patitucci, Miguel Zenón y Rubalcaba les platiquen la maravilla que se han perdido, no los dejen así.

Gracias a Conexión Cultura Errante A. C. y a Jorge Luis Solano cuyas militancias videoastas son secuaces de la memoria, proveedoras de la historia.

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