Mutatis Mutandis

Por Rafael Arias Hernández.

A casi nueve meses del adiós. A menos de 129 días de elecciones. Más escándalos, devoluciones y comprobaciones. Más deuda, corrupción, impunidad y debilitamiento institucional. Más fosas, desaparecidos y eliminados. Más pobres, desempleados y hambrientos. Más protestas de desatendidos, indignados e inconformes.

¿Cuál gobernabilidad? No que estado próspero y adelante. ¿Y las finanzas sanas y fortalecidas?

No más engañar y engañarse. Nada de que, “no pasa nada”, “todo va bien y viene lo mejor”.

Es la hora de enfrentar los hechos y también de asumir o señalar responsabilidades y culpabilidades. Se acabó el festín, el banquete de poder que embriaga y alucina, que separa de la cotidianidad y hace a muchos marearse y perder el piso.

Necedad, pervesidad e impunidad

Insensibles e irresponsables no aceptan que ya están en su inevitable final; que el plazo está por concluir y que pronto enfrentaran las hieles y adversidades del no poder, sobre todo si son acusados y procesados por encubrimientos, complicidades, y omisiones o comisiones delictivas.

No tienen idean ni están conscientes de hasta dónde pueden llegar indignación e inconformidad, organización y movilización de ciudadanía y de sociedad civil. Un tsunami de denuncias les espera. Si así, en el poder, ya empezaron a recibir, pronto sabrán lo que es ser presunto responsable, prófugo potencial o culpable intocable. Fuga o cárcel como destino.

Increíble pero cierto. Sastres de muchos de los desastres que se padecen, todavía insisten en aumentar el tamaño del daño con propuestas, iniciativas y acciones tan absurdas e inconsistentes como destructivas y contraproducentes.

Para muestra los botones del Instituto de Pensiones, y la Universidad Veracruzana. A todos se adeudan recursos y atenciones.

Si no hay peor ciego que el que no quiere ver, en Veracruz a todos los niveles de responsabilidad y representación oficial, no hay más necio que el que se niega a entender que su principal problema es que no entiende y, por lo visto, nunca entendió lo que tenía que hacer para atender bien y oportunamente necesidades y problemas de los veracruzanos.

Hoy más y más están a la vista las consecuencias de improvisación, mediocridad y perversidad.

Ahí están las crisis presentes, frente al gobierno del estado ausente. Necesidades e inconformidades públicas en aumento, insatisfechas y desatendidas, ante un escapismo oficial insistente. Limitaciones y sacrificios sociales generacionales, acentuados por simulación gubernamental evidente.

¿Escapismo, evasión, autismo e ilusionismo?

La distancia entre realidad y fantasía se hace más clara y contundente, ante políticas y acciones sostenidas y repetidas.

La fuerza de la realidad, el peso de la cotidianidad acaban por desenmascarar y evidenciar complicidad e impunidad.

Una, otra y otra vez, se prueba y comprueba la diferencia entre dicho y hecho.

No se necesita mucho para verificar y constatar, que el discurso gubernamental no corresponde a lo que padecen y viven millones de veracruzanos.

En este contexto decir y hacer guardan, con mayor claridad, creciente lejanía. Enorme diferencia entre percepción oficial y realidad social. Entre intención política y acción gubernamental, entre prometer y cumplir.

En la etapa final, antes de concluir, es notoria la falta de credibilidad y confianza públicas, orfandad y debilitamiento se hacen sentir.

No más mentir y simular. Ante océanos de limitaciones y carencias; y mares de pérdidas y sacrificios, con sus consecuentes problemas y conflictos.

Ofensivos el onanismo discursivo oficial y la cara autopromoción, con cargo al presupuesto. Así como negación sistemática, manipulación y distracción, como bases de la comunicación gubernamental.

Viaje sin retorno del discurso y el comportamiento oficial a la realidad real. Las elecciones, alimentan e intensifican las pasiones.

Diagnóstico y evaluación son inevitables. Normal y hasta necesario preguntar y cuestionar lo hecho, bien o mal; así como lo que no se hizo y está pendiente.

Lo cierto es que los comportamientos de muchos de los que gobiernan, se caracterizan por derrochar recursos y desaprovechar oportunidades. Frecuente no enfrentar responsabilidades ni asumir culpabilidades. Se vuelve costumbre evadir, fantasear, simular o de plano escapar a otra realidad.

Guardando todas proporciones y con ánimos de simplificar y ejemplificar estos comentarios, diríase que se acentúa y propaga un autismo político y gubernamental.

Entendiéndose autismo, rápida y brevemente, como el trastorno psicológico y conductual de quien o quienes mandan, que se caracteriza por la poca o nula capacidad para ubicarse en su tiempo y espacio, para comunicarse y relacionarse con otros miembros de la sociedad, consecuencia de refugiarse, aislarse o escaparse al propio mundo interior o universo privado, acentuando esa falta o pérdida de contacto con la realidad exterior e incluso su desconocimiento, hasta generar rutinas o conductas obsesivas destructivas.

El autismo es un padecimiento grave para muchos seres humanos. Su estudio, diagnóstico y tratamiento requiere de atenciones, cuidados y una disposición especial para tratarlo y superarlo parcial o totalmente, si es posible y no está demasiado grave o avanzado. Tema o asunto todavía controvertido y difícil, que la medicina, psicología, psiquiatría y otras ciencias trabajan y sobre el cual hay mucho que decir y descubrir.

Pero por ahora, permítaseme citarlo, usarlo como referente para ese otro tipo de conductas similares que, en un contexto social más amplio, resulta más preocupante, por el alcance de similares o más graves características. En política y gobierno su presencia e influencia, es notoria y perjudicial por los graves efectos y consecuencias que ocasiona a la población presente y futura.

Me refiero a las y los gobernantes, políticos, representantes sociales y servidores públicos que son un ejemplo de autismo; y también al escapismo del PRI, partido político que no sólo es autista sino también desmemoriado al perder principios y valores, así como capacidad creativa y de autocrítica.

Mismo que ahora, autoimpuesta en la práctica “la eliminación de la sana distancia” con el que manda, se ha reducido y entregado a fomentar la unidad en continuidad de complicidad e impunidad. A ignorar y marginar a sus militantes y simpatizantes; y además, a abandonar y olvidar a los habitantes, en sus necesidades y problemas más apremiantes. Ni democracia ni justicia social.

*AcademicoIIESESUV@nullRafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez