Lo que pensamos como agua se juntó con lo que pensamos como aceite hace seis años; el resultado se volvió electoralmente rentable tanto para el PRD como para el PAN. Lograron así tres gubernaturas que no habían pasado jamás por una transición. Sinaloa, Oaxaca y Puebla fueron arrebatados de las manos priistas. Este 2016, esos mismos estados y otros nueve (Veracruz, Zacatecas, Durango, Tamaulipas, Chihuahua, Aguascalientes, Hidalgo, Quintana Roo y Tlaxcala), tendrán elecciones para renovar a sus gobernadores y la hazaña quieren repetirl

La oposición espera ser suficiente yendo de nuevo como fuerza única en casi todos los territorios donde habrá elecciones. Casi todos, porque en Puebla y Tlaxcala no hay acuerdo; Rafael Moreno Valle quiere probar que puede él solito guiar a los blanquiazules a la victoria electoral, más que por deseos de dejar a un heredero, para trazar mejor su ruta rumbo al 2018 y desmarcarse así del hoy muy cuestionado Ricardo Anaya.

Al mismo tiempo, en Veracruz, los priistas ya se decidieron por Héctor Yunes Landa y en Puebla por Blanca Alcalá, una pieza destacada en la política poblana, primero como alcaldesa de la capital, luego como legisladora, ahora como candidata. Los priistas no se andan con juegos, aunque sí voltean a ver cómo la izquierda y la derecha se hacen bolas. Lo cierto es que las alianzas, si bien son jugadas aceptables y estratégicas dentro de una democracia, aquí pareciera que son más bien último recurso para volverse competitivos.

El PRD ya no es lo que era desde la salida de AMLO; el PAN sigue hecho pelotas con sus respectivas tribus. Y claro, está Morena que al menos en la Ciudad de México se ha convertido en una fuerza importante, no así en el resto del país.

Y es justo ese punto el que suena interesante. AMLO se ha negado a cualquier posibilidad de alianza. Ni con los perredistas, mucho menos con Acción Nacional. Lo que pareciera ser una declaración de principios partidistas o, más bien, lopezobradorista —sabemos bien que ahí manda él y sólo él— va directamente en beneficio del partido localmente dominante, es decir, en casi todos los estados, del PRI.

De los estados en donde se juegan gubernaturas será solo en Zacatecas donde Morena resulta una fuerza realmente competitiva. En las demás, como Veracruz, simplemente será comparsa de los gobernadores que deseen conservar la gubernatura para su partido, o del candidato(a) mejor posicionado en las encuestas.