En agosto de 2014 platiqué con Rafael Alcalá sobre los cambios que se estaban implementando en JazzUV, publiqué la conversación con el nombre JazzUV, visiones y revisiones / II (la primera parte había sido con Édgar Dorantes). Alcalá me habló de las modificaciones que se estaban haciendo al plan de estudios y de la integración de la nueva plantilla de maestros con docentes que se formaron en Berklee College of Music: Tim Mayer, saxofonista, Aldemar Valentín, bajista, Enrico Solano, baterista y Jelena Ćirić, joven cantante serbio-canadiense que acababa de terminar una maestría en la división de Berklee en Valencia, España.
«Me he sentido muy a gusto, la verdad sí fue un cambio muy grande y me tomó tiempo acostumbrarme al ritmo de vida, a la manera en que funcionan las cosas porque, para una persona que está acostumbrada al orden de un país como Canadá o incluso España, Xalapa, a primera vista, parece un lugar caótico [risas] pero la verdad es que no lo es, simplemente hay otro sistema para encontrar información, para vivir su vida, hasta para moverse por la ciudad pero simplemente es otro ritmo y ha sido un gran beneficio aprender a vivir con otro ritmo», me dijo Jelena en una larga conversación en la que hubo desde sus confictos de identidad hasta su identificación con nuestra gastronomía, especialmente las salsas mexicanas y el mole.
Sea ella quien nos relate todo.
Uspavanka
Nací en Serbia, en un lugar que se llama Negotin, ese pueblo está en una esquina, digamos, en el este del país donde se encuentran las fronteras de Rumania, Serbia y Bulgaria y por eso en esa región hay mucha influencia de música variada, también de música gitana, como puedes imaginar.
Hay un compositor serbio que es de esas partes, es uno de los más exitosos en el ambiente internacional, se llama Stevan Stojanovic Mokranjac, él fue una especie de etnomusicólogo pero también compositor y arreglista de música tradicional.
Yo no me quedé mucho en esas partes porque mi familia se fue a Canadá cuando yo tenía cuatro años y medio. Muchas veces la gente que se va de su país es la que tiene más conocimiento de su cultura y siento que ese es mi caso porque, si nos hubiéramos quedado ahí, a lo mejor hubiera escuchado más música del extranjero pero como nos fuimos, mis papás trataban de compartir todo lo que podían de la cultura y de la música del país, más que nada las canciones tradicionales, y eso luego resultó tener una gran influencia en mi propia música.
Nos fuimos a Toronto y me siento muy afortunada de haber crecido ahí porque es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, hay gente de todas partes y eso hace que uno desarrolle una gran tolerancia a todo y una actitud muy abierta a muchas culturas, eso me ha apoyado mucho en mis movimientos por varios países.
Narodna muzika
Mi papá siempre dice que yo empecé a cantar antes que a hablar porque cuando era muy niña, aún antes de ir a Canadá, cuando estaba jugando solita en mi cuarto estaba cantando o tarareando todo el tiempo y por eso decidieron ponerme a tomar clases de canto a la edad de seis años y a mi hermana la pusieron en clases de piano. Al año siguiente, a los siete años, yo también empecé a estudiar piano.
Mis papás nos hacían aprender canciones serbias, yo cantaba y mi hermana me acompañaba y así nuestros primeros conciertos fueron en casa frente a amigos, creo que eso les hizo sentirse en casa y lo apreciaron como un recuerdo de la música y del lugar del que venían.
También hacía el baile tradicional serbio. Mi hermana y yo formábamos parte de un grupo folklórico que hacía los bailes tradicionales con músicos que tocaban en vivo. En la música folklórica de Serbia el canto, el baile y la música, como en muchos lugares, van juntos, uno no los puede separar. Esa fue una gran parte de mi formación, los cantos y los bailes serbios siguen siendo una influencia en mis composiciones y en el material que me gusta presentar y compartir.
Caleidoscopio
Esa fue mi formación familiar, además estaba la influencia externa. Estando en Toronto, rodeada de muchas culturas, me llegaron influencias de varias músicas; en la escuela, por ejemplo, me acuerdo de un año en que aprendimos a tocar el gamelán, es un instrumento de Indonesia, básicamente es un conjunto de varios instrumentos de percusión de esa región que tocan hasta 20 o 30 personas, todos juntos. Ese instrumento era parte de la escuela pública en Toronto y consideraban algo de valor que todos pudiéramos aprender esa música muy ajena, digamos, a muchos de nosotros, yo creo que es algo que indica cuánto se valora la diversidad en esa parte del mundo.
En esa época mis clases de piano y canto estaban más basadas en la música clásica, estoy muy agradecida con esa formación, porque creo que me dio una base técnica muy buena, y por haber estudiado los dos instrumentos, el canto y el piano, porque son un muy buen complemento el uno al otro, ser cantante ayuda a uno a ser buen instrumentista y viceversa.
Como digo, estaba estudiando mucho la música clásica, en Canadá hay un sistema que es como un conservatorio, hay un repertorio por edad y por niveles y en cada nivel uno tiene exámenes qué cumplir, eso te da una formación muy estable en los elementos técnicos y en el repertorio clásico, si tiene unas fallas es que puede ser muy cerrado y yo luego tenía que esforzarme un poco para poder incorporar varios géneros a la música que yo hago pero, bueno, en ese tiempo estaba yo estudiando, tomando clases, haciendo exámenes de piano, de canto, siguiendo con el baile folklórico y necesitaba tiempo para juntar todos esos elementos.
Al inicio eran cosas distintas: estudiar piano y luego el canto y luego el baile folklórico y yo no imaginaba que unos años más adelante sería posible combinar esas cosas en un arte que yo sentía más representativo de mi experiencia vivida.
No soy de aquí ni soy de allá
Siento que las personas como yo que hemos vivido en varios países y que hemos podido ver cómo se vive en muchas regiones tenemos que formar nuestra identidad de una manera más consciente. Cuando yo era niña sabía que venía de otro país, en el ambiente familiar hablaba serbio, comía comida serbia, íbamos a la iglesia serbia de Toronto pero en el ambiente de la escuela o cuando iba a la casa de mis amigos era otra cultura, otro idioma. Me sentía entre los dos mundos, parte de mi identidad era serbia pero cuando iba a visitar a la familia en los veranos sabía que no pertenecía a ese lugar como alguien que pertenece ahí pero tampoco pertenecía completamente a Canadá entonces pensaba, de muy joven, ¿a dónde pertenezco yo?, ¿cuál es mi identidad?, ¿es válido tener una identidad plural o múltiple?, eso es algo que todos los músicos, yo creo, piensan respecto a su música, ¿cuál es mi identidad musical? y creo que esa manera de pensar me ayudó con el proceso de formar mi identidad musical.
La Torre de Babel
En Toronto la mayoría habla inglés pero como el francés es el otro idioma oficial, lo aprendemos en la escuela. Siempre me han fascinado mucho los idiomas y yo sí me aplicaba mucho en aprenderlo bien, hice varios programas, viajaba a Francia y a regiones de Canadá donde se habla el francés y con tiempo sí lo aprendí, hace rato lo hablaba mejor que el español, ahora no creo porque hace tiempo que no lo uso pero sí, siempre me han fascinado los idiomas lo cual es útil para un cantante.
Primer movimiento
Después de un tiempo de estar estudiando los dos instrumentos llegó el momento de considerar qué quería estudiar en la universidad, consideraba varias opciones pero decidí audicionar para un par de programas de música, uno en la Universidad York y el otro en la Universidad de Toronto. Me aceptaron los dos pero decidí ir a la Universidad de Toronto porque tenía mejor reputación en esa época y conocía a varios de los maestros, y sentía que ahí podía tener una buena formación. Es una escuela que tiene mucha tradición y mucho orgullo porque hay mucha competencia para entrar y todos los alumnos tienen un nivel muy alto. Yo estoy muy agradecida con esa escuela por la formación que me dio.
Ahí me enfoqué en el canto clásico pero también fui parte de varios ensambles de música internacional, por ejemplo de un ensamble latino en el que estudiamos la percusión brasileña y la música afrocubana, también fui parte de una big band y esa fue una de mis primeras experiencias cantando jazz frente a un público.
También tomé muchos cursos de pedagogía vocal y de pedagogía de la música. Yo siempre me he apasionado por enseñar tanto como por actuar y compartir mi propia música y por eso estoy muy agradecida muy agradecida con los maestros de esas clases que me dieron una buena formación para ser maestra, para poder compartir mejor con mis alumnos lo que yo he aprendido. Hay muchos músicos que se dedican a una cosa o a la otra, a actuar o a enseñar, puede ser difícil combinar las dos pero siento que he tenido suerte en ese aspecto y que mis alumnos me enseñan mucho también.
En esos cuatro años que pasé en la Universidad de Toronto tuve la chance de cantar en varias agrupaciones tanto de música clásica como de música del mundo, tradicional, un poco de jazz y con el tiempo me di cuenta de que no me sentía a gusto en el mundo de la música clásica, que lo respetaba mucho y que había mucho repertorio que me gustaba mucho pero que yo no quería hacer una carrera de cantar música clásica, no me sentía a gusto en un mundo que me parecía muy cerrado, limitado de ciertas formas. Es una música muy exigente tanto en lo técnico como en lo musical y lo expresivo, yo tengo mucho respeto por la gente que de verdad se apasiona por compartirla porque siento que sí hay mucho valor en la música clásica pero yo no sentía que podía contribuir a esa música como lo hacía otra gente porque tenía muchas pasiones diversas y quería seguir todas.
SEGUNDA PARTE: En pos de la propia voz
TERCERA PARTE: Jelena, sirena en el manantial de arena
https://www.youtube.com/watch?v=EbKD9TSVchc
https://www.youtube.com/watch?v=tdaQ-IGSDNA