Poco a poco, en su tortuoso camino hacia la gubernatura, el senador priista Héctor Yunes Landa va ganando fama de ser un Don Juan Tenorio de la política veracruzana.

El último en caer rendido en su regazo fue el Premio Nacional de Periodismo, Edgar Hernández, quien en su leída columna “Línea Caliente” venía cuestionando severamente los yerros y las incongruencias políticas de Yunes Landa, lo que le valió un airado reclamo por parte del temperamental legislador que fácilmente se irrita por su intolerancia a la crítica periodística.

A principios del sexenio pasado, por ejemplo, como subsecretario de Gobierno, Yunes Landa agredió al periodista Jorge Manrique Ricardez por una columna en la que aludió una presunta situación de la vida íntima del funcionario. A Manrique lo mandó a sacar de su centro laboral, lo encerró en su despacho de Palacio de Gobierno y lo obligó a pedirle perdón de rodillas, lo cacheteó y lo planeó en la espalda con una moruna mocha de cortador de caña que tenía colgada en su oficina, y finalmente le puso una pistola en la cabeza.

La historia tuvo un final de novela rosa, todo un caso para Ripley: en la víspera de la sucesión estatal de 2010, el columnista agraviado era el más entusiasta promotor de la precandidatura de su agresor, quien en esa ocasión fue desplazado de la nominación priista por el diputado federal por Córdoba, Javier Duarte de Ochoa, ex titular de la Sefiplan.

Ahora, el senador del PRI nativo de Soledad de Doblado, luego de un prolongado desayuno de cuatro horas, parece haber convencido al ex jefe de prensa del ex gobernador Fernando Gutiérrez Barrios de que en 2016 él será el sucesor de Duarte. “No, yo no aspiro, ¡yo voy a ser el próximo de gobernador de Veracruz!”, le corrigió a Edgar Hernández.

Y, en efecto, hasta el momento todo parece indicar que a Yunes Landa se le van acomodando las circunstancias para abanderar al PRI en la próxima elección, pues también ha logrado “enamorar” políticamente al gobernador Javier Duarte, quien hasta finales de diciembre del año pasado mostraba una clara preferencia por el otro senador priista, Pepe Yunes Zorrilla, su ex coordinador de campaña en 2010.

Sin embargo, luego de que el legislador oriundo de Perote se distanció públicamente del mandatario por su reforma política-electoral que estableció en 2016, por única vez, una administración de dos años para que a partir de 2018 la siguiente elección de gobernador se empatara sexenalmente con la sucesión presidencial, Héctor Yunes accedió a pactar con el jefe del Ejecutivo del estado que le cedió espacios en su gabinete para una comadre y otros amigos y aliados, luego de su encuentro privado en Casa Veracruz a principios de febrero.

Pero Yunes Landa no parece convencer plenamente aún al jefe nato del priismo veracruzano. Hace unos días tuvo que desmentir unas declaraciones hechas el pasado martes 17 y que asegura le fueron tergiversadas sobre algunos funcionarios implicados en desvíos de recursos federales reportados por la Auditoría Superior de la Federación.

“Quiero reiterar y dejar muy claro que por el momento no he señalado a nadie en particular, pues para culpar hay que tener las pruebas en la mano. Lo que sí expresé fue mi condena y reprobación a cualquier forma de corrupción e impunidad que tengan lugar en el servicio público, pues lamentablemente es un problema latente en todos los niveles de gobierno, en todos los partidos políticos y en todos los ámbitos de la vida pública de México.

“Insistí en que es necesario castigar a los responsables de los actos de corrupción; que hay que dar con los responsables y castigarlos con todo el peso de la Ley.

“Hay quienes señalan y acusan sin fundamento, tal parece que los mueve la venganza y los intereses personales, a mí me mueven la justicia y el interés social; por eso estoy en espera de lo que resuelva la Auditoría Superior de la Federación,  porque sería irresponsable condenar públicamente sin pruebas”.

¿Alguien cree deveras que en el remoto caso de que finalmente llegara al poder vaya a llamar a cuentas a quienes le podrían allanar el camino a la gubernatura? Y es que, además, Yunes Landa no está mandando buenas señales. Este lunes, por ejemplo, el diario Reforma exhibió una lista de senadores viajeros que se excedieron en sus gastos aéreos. Un caso excepcional fue el del panista Fernando Torres Graciano, quien regresó los 155 mil 607 pesos del boleto de avión que lo llevó a Madrid, España, para participar en la Feria Internacional del Turismo. El legislador del PAN reconoció que el precio del vuelo fue excesivo, por lo que decidió restituir los recursos erogados de la partida presupuestal 37106 de “Pasajes aéreos e internacionales para servidores públicos en el desempeño de sus comisiones y funciones especiales”.

¿El priista veracruzano, que a mediados de marzo de este año viajó a Japón en su calidad de presidente de la Comisión de Protección Civil acompañado de su comadre y periodistas amigos, habrá reembolsado al Senado de la República los 133 mil 919 pesos que le costó el boleto de avión? Si lo hizo, sería un excelente gesto para ganar la simpatía y confianza del pueblo que aspira a gobernar.