¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre antes de que lo llamen hombre? preguntaba Bob Dylan en 1963, cuando tenía apenas 21 años; la respuesta la encontró en el tiempo.
Compositor, cantante, músico, poeta, Bob Dylan es uno de los iconos vivos y activos más importantes de la cultura estadounidense del último medio siglo. Un hombre polémico que lo mismo es considerado gurú por muchos que llevado a juicio, acusado de racismo, por molestar a un cónsul con sus declaraciones; lo mismo idolatrado que abucheado; lo mismo denostado que nominado para obtener el Premio Nobel de Literatura.
Robert Allen Zimmerman nació en el estado de Minnesota en mayo de 1941, en una familia de migrantes judíos ucranianos y lituanos. Inició su carrera a principios de los años sesenta como intérprete de música country y cobró gran popularidad con piezas como Blowin’ in the Wind y A Hard Rain’s a-Gonna Fall que se convirtieron en estandarte de la música de protesta social. A mediados de la década se inclinó más hacia el rock, lo que le valió una ola de críticas de sus seguidores, no obstante publicó el disco sencillo Like a Rolling Stone que se ubicó en el segundo puesto de la lista Billboard Hot 100, de los Estados Unidos, y cuarto en la lista de sencillos del Reino Unido. Años más tarde la pieza fue elegida como la mejor canción de todos los tiempos por la revista Rolling Stone, encima de (I Can’t Get No) Satisfaction, de The Rolling Stones, que ocupa el segundo lugar e Imagine, de John Lennon, que está ubicada en el tercero.
A principios de 1966, ya consolidado como estrella de la música popular, emprendió su primera gira mundial en la que recorrió los Estados Unidos, Canadá, Australia y Europa presentando una serie de conciertos divididos en dos partes: la primera interpretada en acústico, en la que se acompañaba únicamente con guitarra y armónica, y la segunda con música eléctrica acompañada por el grupo The Hawks, contraste que no convenció a buena parte de la audiencia que lo abucheó en varias ocasiones. El éxito, los viajes constantes y la confrontación con sus detractores, lo fatigaron; se le veía demacrado, fatigado y recurriendo a las drogas. Estuve en la carretera durante casi cinco años. Me llevó hacia abajo. Estaba en las drogas, en un montón de cosas para continuar, comentó en una entrevista.
El destino le dio la coartada para tomar un respiro; un accidente en su motocicleta, cuyas consecuencias al parecer exageró, lo mantuvo un par de años fuera de la actividad pública, pero no estuvo inactivo, montó un pequeño estudio en el sótano de su casa de campo ubicada en las afueras de Woodstock, Nueva York. Ahí se reunió con los músicos que lo acompañaban en las giras; Robbie Robertson, Rick Danko, Richard Manuel, Garth Hudson y Levon Helm con quienes formaría The Band para volver a los escenarios ocho años después, en 1974. En esas jornadas realizaron una serie de grabaciones que se mantuvieron en el anonimato hasta que, en 1969, alguien (no sé quién) obtuvo (no sé cómo) siete de esas piezas y con ellas inauguró la industria de los discos pirata al publicarlas bajo el nombre de Great White Wonder (La gran maravilla blanca). La producción se convirtió en álbum de culto, se estima que se vendieron más de 250 000 copias, lo que orilló a la disquera a publicar la versión oficial, en 1975, bajo el nombre de The Basement Tapes. Pero el pleno de lo que sucedió en ese sótano, que fue bautizado por los músicos con el nombre de Big Pink, se convirtió en un misterio que fue desentrañado apenas anteayer, miércoles 4 de noviembre, cuando salió a la luz The Basement Tapes Complete, una edición que reúne todas las grabaciones que pudieron ser rescatadas mediante un minucioso trabajo de restauración. Se trata de una
colección de 139 temas contenidos en seis discos compactos, aunque existe la versión corta, The Basement Tapes Raw, que corresponde al volumen 11 de The Bootleg Series. En esta versión se seleccionaron 38 piezas que fueron publicadas en dos CD’s y, para los nostálgicos, en tres LP’s de vinilo.
La lista completa de los temas contenidos en ambas versiones está en la página bobdylan.com.
A mediados de los años sesenta, cuando Robert Shelton empezó a escribir su biografía, le dijo: «Di en tu libro que yo no tomé mi nombre de Dylan Thomas. La poesía de Dylan Thomas es para gente que no está realmente satisfecha en la cama, para gente que excava en el romance masculino». Un tiempo después, cuando estaba más compenetrado con la obra del poeta, reconoció que éste influyó para decidir su nombre artístico.
Un poema de Dylan Thomas parece definirlo:
No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.
- Dylan Thomas
Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.
(Traducción: Elizabeth Azcona Cranwell)
https://www.youtube.com/watch?v=4F0ytNzHDj8
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