De la instrucción escolar

La alienación a la que se esta expuesto permanentemente por las estructuras pro-estatales, impiden el desarrollo intelectual en la formación de los relevos generacionales. Formatos de inducción de pensamientos equívocos, permean en las estructuras de enseñanza escolar en este país. De ahí que seamos una sociedad de conducta formateada de cognitivismo  anquilosado que impide el desarrollo del pensamiento y de sociedad como tal.

La instrucción recibida en los centros escolares para los infantes en formación, presenta diversas aristas que deterioran el funcionamiento neurofisiológico recepcional de lo que se pretende sistematizar en el consciente de estos infantes. Con la agravante de que quienes imparten esta instrucción, son también entidades sometidas y subyugadas por creencias ideológicas “educativas” que impactan adversamente en el pensamiento de los relevos generacionales de esta sociedad. Por lo tanto no se permiten el desarrollo y evolución a las emergentes  y actuales   generaciones.

Manuel Zamora Casal, hombre sensato y prudente, considera que a la enseñanza o educación, se le debe de denominar, como en su tiempo lo hizo Vasconcelos, como: instrucción. Ya que la enseñanza, abarca un todo y la educación se otorga o se induce en el seno de la familia y su entorno.

Y desde ahí, desde el concepto, se determina la función o el actuar. No hay efectivamente educación escolar, hay instrucción escolar, alienación hacia áreas diversas que agobian al aprendiente.

¿Cuál es una de las formas de mitigar estos impactos? Pues precisamente la educación, la formación desde el seno familiar, la avocación de los responsables de los relevos generacionales, hacia la conducta intelectual de los infantes, proveyéndolos de literatura diversa, de arte, de música, de teatro, de cine y de poesía.

Cuando los padres dejan sólo en manos del Estado la instrucción, están entregando a sus hijos a un formato cognitivo, que no les permitirá ir más allá que de los intereses del propio Estado, con débiles conocimientos que son murallas como un cerco que les impide ser.

Del Conde Lucanor (1330-1335) Por Don Juan Manuel, Príncipe de Villena.

En estos tiempos de locos

“Había una vez un hombre bueno que tenía un baño público, al que iban a bañarse todos los hombres de la comarca.

Había también en aquella tierra, un loco que tenía la costumbre de llegar siempre él primero al baño. Una vez dentro, esperaba a que llegasen los clientes y, cuando esto ocurría, los recibía con una lluvia de piedras. Les daba tantos golpes que llegó un momento en que el dueño del baño, empezó a perder dinero y a arruinarse.

Por eso, un día se metió en el baño haciéndose pasar por un cliente. No comprendía por qué la gente no acudía ya a su baño. Al entrar, sin embargo, lo comprendió en seguida: el loco le dio tantos golpes con un palo, que tuvo que guardar cama durante varios días.

Pero una vez restablecido, el hombre se prometió echar de su baño a aquel loco. Para ello, una mañana se levantó antes de que el sol saliera y se acerco a su baño, entró y esperó pacientemente.

Al poco tiempo, antes que nadie, como siempre, llegó el loco.

Como él estaba ya dentro, éste no le hizo nada, pero en cuanto un cliente trató de entrar se abalanzó sobre su desprevenido cuerpo, con tanta furia que, de no haber huido, sin duda lo hubiese matado. En ese momento, el dueño salió del rincón en donde se había refugiado. ¡Ahora verás! Grito.

Había preparado un cubo de agua hirviendo y una maza y, acercándose al loco, le arrojó el agua por encima de la cabeza, y le dio tantos y tantos golpes con el mazo, por todo el cuerpo, que aquél pensó que no saldría vivo de allí.

Cubriéndose la cabeza con las manos, gritando y sollozando, salió del baño.

En la puerta se encontró con tres hombres que se disponían a entrar. Al verle en ese estado y oír aquellos gritos, le preguntaron con asombro: ¿Qué te pasa, buen hombre, que así te quejas? Y el loco, al mismo tiempo que reemprendía la huida, contestó: Tened cuidado, amigos, que en el baño hay otro loco”.

Del Cardenal  Julio Mazarino (1602-1661)

Breviario de los políticos

No te fíes del que hace promesas con facilidad: es un mentiroso y un impostor.

Juzga capaz de guardar un secreto a aquel que no te revele, ni siquiera en nombre de vuestra amistad, los secretos de otro.

Te será útil interceptar de cuando en cuando las cartas de tus subordinados, leerlas atentamente e incluso contestarlas.

Observa con quien se relaciona cada uno, pues a los hombres se les conoce por quienes van con ellos.

Di palabras elogiosas al que esta afligido, y sobre todo consuélalo, pues en situaciones como éstas salen a la luz los pensamientos más secretos y ocultos.