Mantuvieron su secreto a buen recaudo durante cuatro milenios. Hasta que su hallazgo en 1907 en Deir Rifeh, a unos 400 kilómetros al sur de El Cairo, desenterró las preguntas. Las bautizadas como «momias de los dos hermanos», Khnum-nakht y Nakht-ankh, aparecieron juntas pero las diferencias detectadas en sus esqueletos levantaron las primeras sospechas sobre su parentesco. Más de un siglo después, un innovador análisis de ADN acaba de desvelar que sólo compartían madre.

«Ha sido una travesía larga y agotadora pero por fin tenemos los resultados. Hemos sido capaces de añadir una pequeña pero importante pieza a la historia de un gran puzle. Estoy segura de que los hermanos estarían orgullosos de nuestro trabajo», comenta Konstantina Drosou, doctora de la facultad de ciencias de la Tierra y medioambientales de la Universidad de Manchester. Las momias son una de las joyas de la colección de egiptología que exhibe el museo de Manchester.

Descubiertas en una expedición liderada por los egiptólogos Flinders Petrie y Ernest Mackay, llegaron a la ciudad británica en 1908. Las inscripciones localizadas en sus sarcófagos -que aún conservan los vivos colores con los que fueron decorados- sugerían que los difuntos eran hijos de un gobernador local huérfano de identidad y nombre. Las señas de la madre, en cambio, sí aparecían en el texto, identificada como Khnum-aa.

El primer estudio en suelo inglés, dirigido por la egiptóloga Margaret Murray, arrojó las primeras luces. La morfología de los huesos de ambos sujetos, que vivieron en el antiguo Egipto alrededor del 1800 a.C., apenas guardaba similitudes. Intrigados por el hallazgo, los investigadores deslizaron la hipótesis de que uno de los hijos fuera adoptado. O fruto tal vez de un ‘affaire’ faraónico. En busca de respuesta, en 2015 ambas momias se sometieron a examen.

Les fueron entonces extraídas unas muestras de ADN de los dientes, que han servido para desenmarañar el ovillo. Por primera vez un equipo científico ha usado el análisis de ADN mitocondrial (el que procede de la madre) junto al cromosómico Y (paterno) en momias egipcias. El nuevo método ha revelado que tanto Khnum-Nakht -que murió primero, a los 40 años de edad- como Nakht-Ankh -fallecido unos meses después a los 60 años- comparten el haplotipo mitocondrial M1a1 indicando una relación materna.

En cambio, las secuencias del cromosoma Y, que se transmite de padre a hijo, presentan variaciones descartando que procedan del mismo padre. Los finados de Deir Rifeh fueron, en realidad, hermanastros. A juicio de Campbell Price -conservador del museo de Manchester y uno de los autores del estudio, publicado en Journal of Archaeological Science-, la investigación «demuestra que los jeroglíficos encontrados en los sarcófagos son exactos» al señalar que ambos proceden de una misma mujer.

La importancia de su figura -carente de datos acerca de su estatus y su genética- en un rompecabezas con 4.000 años de antigüedad es la siguiente incógnita. «El poder podría transferirse desde la línea femenina en lugar de ser simplemente heredado desde el padre», apunta Price.

Con información de El Mundo.es