Son aburridos, desatendidos, costosos… son inútiles.

Son los debates que organiza el OPLE de Veracruz entre los candidatos a alcaldes en algunos municipios.

La verdad es que los consejeros del organismo electoral en nuestro estado -en donde campea la materia gris, la inteligencia, la preparación- deberían plantearse seriamente la conveniencia de seguir organizando los debates entre candidatos… ¡porque no cumplen su objetivo!

Primero, el formato:

Los debates parecen diseñados para que no sean un debate.

Vamos a lo que dice la Real Academia Española sobre el término:

“1. m. controversia (‖ discusión).

“2. m. Contienda, lucha, combate.”

Y “controversia” es:

“1. f. Discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas.”

Las reglas del juego de los debates del INE y del OPLE no permiten que haya “controversia” ni “discusión”, y mucho menos “contienda, lucha, combate”. Los candidatos deben cuidar tanto las formalidades, que se ven impedidos a debatir realmente con sus oponentes o contrincantes.

Entonces, son ejercicios aburridos, verdaderos monólogos en los que cada participante dice su verdad (o su mentira) y no escucha lo que dicen los otros. Y si lo escucha, no lo atiende.

Segundo, la cantidad de participantes:

Por el rejuego de la democracia subsidiada que tenemos en México, en cada municipio hay una verdadera multitud de candidatos, y todos participan en cada debate. Se dio el caso de Xalapa, con 10 aspirantes, que hicieron que el debate durara alrededor de dos horas y media, 150 minutos en los que cada uno participó 15 minutos. De este modo, quien quería escuchar al candidato de su preferencia o su interés, tenía que esperar hasta 20 minutos, en lo que le tocaba el micrófono.

Tercero, el desinterés:

Algún despacho tendencioso llegó a afirmar que el debate de los candidatos de Xalapa lo habían visto 40 por ciento de los ciudadanos de la capital, lo que es una mentira más grande que la nariz de Pinocho, porque esa cifra es de alrededor de 150 mil electores. Lo vieron cuando mucho 1,500 personas y de ésas, es una cantidad muy baja la que aguantó toda la transmisión del evento.

Cuatro, el costo:

Aunque el OPLE haga esfuerzos por abatir el costo de cada debate, aunque un ejercicio de éstos costara solamente un peso (que en realidad cuesta muchos de ellos), sería un peso tirado a la basura, porque los candidatos no pueden expresarse plenamente y porque muy pocos lo ven y porque, hasta donde se sabe, ningún ciudadano alcanza a modificar su opinión o el sentido de su voto a través de este ejercicio químicamente puro.

Los debates de candidatos en Estados Unidos son una verdadera batalla de la razón y la palabra. Y digo batalla porque los participantes (que generalmente son dos o tres) se dan con todo, como debe ser en una discusión, aunque siempre se cuidan de no caer en el insulto o la calumnia, porque saben que eso les resta simpatías entre los electores indecisos.

Así que si los debates son aburridos, desatendidos, costosos e inútiles, ¿cuál es la razón para que se sigan realizando?

Las inteligentes consejeras y los acuciosos consejeros del OPLE Veracruz tienen la palabra en este tema.

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