La rechifla que recibió el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares ayer en el Velódromo de Xalapa, durante la ceremonia para celebrar el Día del Maestro, tiene dos razones, una evidente y otra más profunda.

La evidente fue la pésima organización del evento. Los controles y los enrejados que pusieron en la entrada impidieron la entrada fluida de los asistentes y obligaron a que miles de maestros tuvieran que hacer una larga cola bajo el sol, hasta que pudieron ingresar a la sombra y a la silla.

Obvio, cuando llegó el Gobernador al inmueble a las 11:00 am, encontró un enojo generalizado que se había venido acumulando desde las ocho de la mañana, y los docentes reventaron, sobre todo muchas aguerridas maestras que le reclamaron airadamente el mal trato y la falta de pago de prestaciones y bonos adicionales que recibían antes; bonos y prestaciones que se habían multiplicado en la época del despojo fidel-duartista.

Todos se preguntan quién tuvo la ocurrencia de poner un solo control y muy estricto en la entrada, que ocasionó un tumulto en la puerta, empujones, gritos y discusiones.

Tan fácil que hubiera sido dejar abiertas todas las puertas para que los profesores llegaran tranquilamente a sus lugares.

Los novatos en educación pagaron el noviciado.

Pero la razón más profunda es que los profesores de educación básica que asistieron al evento traen un enojo añejado desde que les dejaron de pagar muchas de las canonjías que recibían graciosamente en los gobiernos anteriores, justificadas como “conquistas sindicales”.

La relación entre el Gobierno y la dirigencia sindical del SNTE se pervirtió en los años 70 del siglo pasado, cuando el presidente Luis Echeverría, aconsejado por su esposa que era profesora, empezó a otorgarles aumentos anuales y prestaciones adicionales, que se acordaban en las negociaciones que se celebraban a finales de abril y los primeros días de mayo, y cuyos resultados se daban a conocer con bombo y platillo cada Día del Maestro.

Y todos los presidentes en adelante lo siguieron haciendo, incluso los panistas Fox y Calderón.

Alzas salariales siempre por encima del índice de inflación del país, y junto a ellas una larga serie de prestaciones que se fueron acumulando año con año y se quedaron como parte integral del salario: becas para los hijos, bonos de productividad, ayuda para libros y despensa, apoyo para lentes y aparatos ortopédicos de toda la familia, pagos quinquenales, más días de aguinaldo (hasta acumular los 90 que se pagan actualmente, tres meses más de sueldo libres de polvo y paja), bono por el Día del Maestro (por lo general, una quincena completa).

La lista de esos añadidos al sueldo, es francamente aterradora para quienes quieren que los dineros públicos se empleen en mejorar la calidad de la educación.

Y encima de la negociación a nivel federal, cada sección estatal del SNTE platicaba con su respectivo Gobernador y conseguía otros apoyos diferentes.

Las profesoras y los profesores mostraron su enojo ayer ante Miguel Ángel Yunes Linares porque esta vez ya no hubo para que el Gobierno del Estado les hiciera una gran fiesta ni que les regalara electrodomésticos, o placas de taxi, o casas, como llegó a suceder en alguna ocasión.

El mandatario veracruzano trató de explicarles que en los dos sexenios anteriores hubo una devastación financiera tal, que ya no hay recursos ni para pagar las nóminas completas, y mucho menos para dar regalos.

Yunes les habló claramente de la emergencia económica en que está Veracruz, de la realidad que enfrentamos, de que ya no puede haber derroches como antes, cuando vivíamos en una economía ficticia.

No obstante, pareció que la respuesta de los profesores fue:

Basta de realidad, ¡queremos otra vez ilusiones!

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