Todo indica que los eximios precandidatos priistas a las diputaciones federales siempre han actuado en el marco de la legalidad, cumpliendo al cien por ciento con sus funciones, sin cola que les pisen y, por ende, unas personas honestas, comprometidas con Veracruz, afanosas en sus tareas y las más indicadas para representar los intereses de sus paisanos en el Congreso de la Unión.

Las declaraciones ayer de Anilú Ingram y Érick Lagos, quienes se aproximan sin freno a la nominación priista (por Veracruz ella, por Acayucan él), parecen reforzar esa percepción, dejando de lado múltiples señalamientos durante sus respectivas ocupaciones, de diputada local, una, de secretario de Gobierno, el otro, aunque los conflictos sociales persiguen al exfuncionario tras su paso por la estructura de gobierno, mientras que la calidad de improvisada en las tareas legislativas definen a la exconductora de televisión, pese a un año como presidenta del Congreso local.

Niños de la Fidelidad ambos, no parece pesarles una forma de conducción política que ha causado tantos agravios a las organizaciones sociales y a los propios sectores de mayor raigambre y experiencia dentro del mismo Partido Revolucionario Institucional. Pero si Anilú y Érick toman su rumbo con peculiar enjundia, en otros derroteros las cosas parecen más difíciles de solventar.

Dicen que las copas vacías hacen más ruido que las llenas, y no puede uno sino confirmar la máxima cuando otro niño fiel, el exsecretario de Educación Adolfo Mota Hernández, señala con gesto adusto que será muy austero en su precampaña, una declaración que no debía emitir pues el Instituto Nacional Electoral ha impuesto un tope muy bajo para precampañas, 224 mil pesos, y porque es sabido que su precampaña la hizo con todo derroche de recursos públicos cuando todavía ocupaba el puesto de secretario.

Niños fieles en problemas

Quien anda como un piojo en la cabeza de un pelón es nuestro amigo Edgar Spinoso Carrera, quien desde que era un joven secretario técnico del entonces rector Víctor Arredondo ha aspirado a llegar a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, representando al distrito de Martínez de la Torre. En aquella ocasión le ganó la nominación Guillermo Zorrilla y no había entrado en serio a otra competencia, ahora se le ha visto más cerca de su sueño, aunque como candidato del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en esas alianzas priistas que siempre suenan kafkianas.

Ya vimos cómo en el caso de la diputación local, quien fue candidato y hoy es diputado local, Eduardo Sánchez Macías, contendió como candidato del Partido Nueva Alianza (Panal) y hasta se creyó que podría ser dirigente estatal del partido creado por Elba Esther Gordillo e imponer a su hermano Francisco como candidato a la diputación federal, pese a que siempre ha sido priista y hasta fungió como dirigente municipal antes de emprender la campaña. Que no haya logrado una cosa ni otra le ha hecho renunciar al partido por el que contendió y no se sabe quién le abrirá su corazón.

Y, bueno, Édgar Spinoso se enfrenta a una decisión sumamente complicada porque de conseguir ser candidato verde se enfrentaría a la poderosísima Alba Leonila Méndez Herrera, influyente dirigente panista en la región serrano-costeña que ha logrado todas las canicas, desde alcaldesa y diputada local, hasta diputada federal, con enorme influencia de ambos lados de las mojoneras de Veracruz y Puebla, estado este último donde forma parte del grupo político del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, un serio aspirante a la candidatura panista a la Presidencia de la República en 2018, quien invertirá lo que sea necesario para contar en San Lázaro con esta poderosa aliada.

Otro personaje del Fidelato que tendrá las cosas muy difíciles es el mexiquense Jorge Carvallo Delfín en el distrito de Los Tuxtlas. No es solo que tendrá la oposición soterrada de varios alcaldes de esa región, encabezados por el de San Andrés Tuxtla, Manuel Rosendo Pelayo, quien apostaba por Vicente Benítez. También opera en su contra un historial de uso inescrupuloso de los recursos públicos, si consideramos en ese rubro tanto recursos financieros como apoyos contra la pobreza y el hambre, que manejó en su favor durante su paso por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) estatal.

La pálida presencia del gobierno estatal en esa zona, que solo tuvo un pequeño destello a fuerza de que la titular de la Sedesol federal, la experredista Rosario Robles Berlanga, convino acudir para anunciar apoyos a una población sumamente golpeada por la desigualdad y, gracias a ello, llevó consigo al gobernador Javier Duarte, tendrá sus saldos negativos para un sedicente lerdense contra quien hasta su propio padre le prodiga el más público de sus rechazos por corrupto.

Y si a dificultades vamos, no podemos olvidar a la precandidata Elizabeth Morales que, para obtener la diputación federal por Xalapa, tendrá que ir a contracorriente de casi toda la estructura municipal priista, incluidos los exalcaldes Reynaldo Escobar Pérez, Ricardo Ahued Bardahuil y David Velasco Chedraui, quienes han reconocido que la chapulinera exmunícipe y exdirigente estatal priista tendrá que pagar muchas facturas por su desaseada gestión al frente del ayuntamiento capitalino, donde lo que más le hizo célebre fue su desplante de conquistadora y entusiasta seguidora de las costumbres greco-romanas.

Así las cosas con los alfiles más connotados del Fidelato, ¿qué podrá esperar el PRI para lograr mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión?

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