Desde muy temprana edad, en la época de don Rafael Hernández Ochoa, Miguel Ángel Yunes Linares ha ocupado los cargos públicos para enriquecerse, abusar del poder y satisfacer sus apetitos hormonales. Como subdirector de Patrimonio del Estado, al lado de Francisco López Lara, Yunes Linares en complicidad con Fernando López Valenzuela “El bala fría”, se apropió de terrenos que estaban abandonados entre Veracruz y Alvarado y que hoy son el boulevard de Boca del Río, con plazas comerciales y fraccionamientos de lujo, la zona más cara de todo Veracruz. Cuando fue Secretario de Gobierno con Patricio Chirinos, Yunes Linares incrementó su riqueza porque el poder lo ejerció él, Chirinos se mantenía alcoholizado y Yunes hizo lo que le vino en gana, entre otras cosas su especialidad, robar y abusar del poder reprimiendo a quienes se atrevían a denunciarlo o a criticarlo. En el gobierno federal, cuando trabajó para la Procuraduría General de la República, a cual más sabía de sus nexos con los principales capos de la delincuencia organizada a quienes protegió y hasta ayudó a escapar de penales (El Chapo Guzmán) a cambio de fortunas en dólares. Siendo director del ISSSTE, Yunes Linares fue acusado de desfalcos multimillonarios que lo obligaron a dejar el cargo. En el ISSSTE, Yunes metió a ganar dinero a empresas propiedad de sus familiares más cercanos y como gobernador de dos años no hizo otra cosa. Yunes aprovechó la ocasión para desviar miles de millones de pesos en negocios que hoy se descubren como es el de las videocámaras y otros que pronto saldrán a relucir, en los que están involucrados Manuel Muñoz Gánem y Guillermo Moreno Chazarini, sus pasadores, los únicos hombres de sus confianzas, uno enfermo en Tuxpan y el otro despachando, desde la semana anterior, como vice-alcalde de Boca del Río, con oficina alterna a la presidencia. ¡Cárcel para esta peligrosa banda de rateros!