Los gobernantes que son recordados con respeto y admiración por su valentía y visión de futuro son la envidia de no pocos de los que han optado por la mentira y las promesas imposibles de cumplir.

Son los casos que no conviene mencionar porque, de analizarlos con objetividad, los ciudadanos y buena parte de la población podrían concluir que se puede pero el obstáculo son los gobernantes y funcionarios —y no pocos integrantes de la clase política— que, no satisfechos con lo robado durante decenios, no están dispuestos a perder o reducir los beneficios de uno solo de sus privilegios.

La corrupción de la clase política aquí, allá y más allá, es el obstáculo más fuerte al cambio, a la búsqueda de soluciones a problemas estructurales añejos los cuales, para vergüenza de legisladores y políticos en general, están con nosotros desde hace decenios.

¿Hay solución? Por supuesto. Decenas de casos exitosos lo demuestran. ¿Qué se requiere para ello? Lejos de llenar cuartillas con un listado casi infinito de medidas, hay que decir que las cosas no son tan difíciles como muchos quieren hacerlas aparecer; debemos recordar, con el único objetivo de dibujar la situación que enfrenta México desde hace por lo menos 40 años, con miras a convencer a la opinión pública de que hay solución, lo que afirmaba Francisco Zea: Los problemas del país y su solución, es asunto de dos, de doscataplines (testículos).

¿No me cree usted? ¿No le convence la propuesta de que la solución radica en la firmeza del Jefe de Estado, en su decisión de poner los cataplines en primer lugar y apoyarse en la población para enfrentar y empezar a resolver tanto problema estructural que nos tiene sumidos en el estancamiento?

Si lo piensa detenidamente se convencerá de que, efectivamente, más que sabiduría, nuestros problemas requieren cataplines y éstos deben estar en su lugar y bien puestos. Dicho recurso no es algún programa desarrollado en Washington o en el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial; busque qué son en el buscador de su preferencia, y se acabará de convencer que ahí radica la solución.