Mutatis Mutandis

Por Rafael Arias Hernández.

Faltan  161 días y  más tropelías. Más debilitamiento y destrucción institucional;  descaradas acciones para desmantelar, enredar y bloquear estructuras y funciones del gobierno del estado. Más corrupción, complicidad, encubrimiento e impunidad. Más simulación,  miles de millones de pesos desaparecidos y supuestamente fiscalizados.

PRI en decadencia, a tercer lugar, MORENA con destacada responsabilidad. Gobernador electo en creciente actividad y presencia. Auditorias y denuncias en puerta, ante inocultables ineficiencia, corrupción y delincuencia en el gobierno. Más pobreza, hambre, inseguridad e innumerables limitaciones y sacrificios de los veracruzanos.

Siguen  cometiéndose más atrocidades y complicidades, todavía confiados en la continuidad de la impunidad; y algunos, refugiados en fuero de diputados,  tan caro como inútil, pues tendrán que enfrentar la justicia. Mientras,  aumentan inconformidad y protestas, desobediencia y resistencia civil, contra  crisis económica,  creciente deuda pública  y debilitamiento o parálisis de las finanzas públicas.

Se repiten y  crecen: desprecio oficial  a adultos mayores,   abandono de minusválidos  y   desatención recurrente de  pensionados;  así como  desempleo y subempleo de  miles de jóvenes.

Mientras esto y más sucede. La lección no aprendida es que no se puede dejar todo en manos de quienes se dicen servidores públicos, funcionarios y gobernantes.

El signo de nuestro tiempo es  participar más y mejor, informados y actualizados, para poder  legitimar todo acto de gobierno.

Simular y encubrir.

Ahí están las mismas minorías, en muchos casos,  apoderadas no sólo de diversos ámbitos de gobierno, de sus instituciones y recursos, sino también  de  partidos políticos y organizaciones sociales que actúan, como fuerzas mercenarias a su servicio.

Notorio como obstaculizan transparencia,  acceso a la información pública actualizada y confiable, y  su amplia difusión.

Además, de una y mil formas distorsionan o impiden  rendición de cuentas, puntual y efectiva;   participación, seguimiento y control ciudadano y social permanentes;  y  fiscalización independiente y   evaluación pública de los resultados obtenidos.

En este contexto,  ahora permítaseme resaltar otro aspecto de irresponsabilidad e ineficiencia que  sobresale y caracteriza a México y, desde luego, a Veracruz.

Me refiero a la costosa y descarada simulación de la fiscalización que, de actividad vital y confiable,  se ha convertido en caro negocio, por innumerables contratos de auditorías y otros servicios que sirven para poco o nada; y que es,  beneficio favorito  de encubrimiento,  complicidad  e impunidad de corruptos  y delincuentes a su cargo y manejo.

No voy a referirme, una vez más a las escandalosas,  desapariciones forzadas de recursos y  pasivos institucionales que afectan a casi toda la administración. Resaltando cuantiosos casos, como el de Pensiones, la Universidad Veracruzana y muchos otros.

Más bien creo oportuno y conveniente,  recordar y comentar la importancia de la fiscalización y su necesaria reorientación efectiva.

Para empezar, que se haga de verdad y permanente;  y también obligadamente, se lleve a cabo en forma objetiva y puntual,  por personal profesional, que sepa hacerlo. Pero sobre todo, que no dependa o sea impuesta, por quien o quienes tienen que ser fiscalizados. Ante tantos ineptos y corruptos, mediocres e improvisados, la fiscalización no debe ser simulación, encubrimiento y complicidad.

El esfuerzo debe y tiene que extenderse al Poder Legislativo, para que en verdad asuma sus responsabilidades.  ¿Qué informan diputados que, excepciones aparte,   aprueban lo que les mandan, pero que también son responsables y culpables,  del  crecimiento del crimen sin castigo en los gobiernos?

Miles de auditorías, revisiones contratadas y fiscalizaciones subsidiadas, con cuantiosos recursos públicos,  para llegar a lo que ya se sabe: a la continuidad de la impunidad.  A las presumidas e inexistentes finanzas sanas. Al sin novedad, no hay desviación ni daño.

En el caso de titular, si lo hizo es grave, porque un gobernante con conducta delictiva es injustificable e inaceptable: pero si no lo hizo y otros lo hicieron, entonces hay solo dos alternativas: incapaz, no lo sabía;  o cómplice, estaba enterado de los delitos.

Y ahí vamos. Las multitudes ilusionadas y hasta enajenadas en la esperanzadora idea de que la Democracia es, en realidad,  una solución, que existe y funciona.

Pero a la vez, probando y comprobando que del dicho al hecho, hay leyes que son letra muerta; y que ya no se sabe quiénes son peores, los ineficientes y delincuentes que usan y abusan de su cargo en el gobierno, o quienes se supone están para vigilarlos, denunciarlos y procesarlos.

Los responsables de la Contraloría, el ORFIS y la Comisión de vigilancia del Congreso estatal tienen pendientes con la ley. Su desempeño y resultados, no concuerdan con la realidad, por más que repitan que “todo es legal”, “que checa y cuadra” y “no hay daño patrimonial”.

El no poder Legislativo.

Preocupa mucho, que al final aumente el debilitamiento y destrucción de instituciones. Siguen desmantelando y descuartizando al gobierno del estado.

Pocas veces se ha causado una involución de esta naturaleza, misma que ya va para tres sexenios seguidos, aunque los dos últimos han rebasado todo record existente, en tiempos de paz.

12 años que sin duda ya están en la memoria y la Historia colectiva.

Sobresale el caso de diputados que han pasado a niveles escandalosos de irresponsabilidad, al permitir que el supuesto Poder Legislativo, ahora se encuentre debilitado y subordinado, y hasta en actitud servil o abyecta, a la voluntad, ocurrencias y caprichos del Gobernador en turno.

Asombrosa la desfachatez con la que se han comportado  los supuestos legisladores en Veracruz. Salvo excepciones, negligencia, ineptitud, mediocridad, encubrimiento, complicidad y más tropelías les caracteriza.

Algunos incluso no leen, ni analizan o razonan argumentos, ideas y propuestas; no saben lo que discuten y aprueban, ni su importancia y  consecuencias. En la Historia reciente,  con suma facilidad  han aprobado y aprueban lo que el Gobernador les ordena; y lo peor, al no saber  lo que está vigente, tampoco cumplen ni les interesa cumplir y hacer cumplir,  nuevas y viejas leyes. Eso sí, cobran muy bien.

En fin, entre otros, destaca el desinterés y simulación respecto del importante asunto de la fiscalización gubernamental.

De la evaluación pública ni hablar,  no la hacen, a pesar de ser su obligación ineludible.

*AcademicoIIESESUV@nullRafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez