Una reciente investigación internacional reveló la existencia de microplásticos en un área remota de las montañas de los Pirineos, en Francia.

El estudio que recolectó muestras durante cinco meses de esas áreas aisladas, señala que las partículas viajaron a través de la atmósfera y fueron arrastradas por el viento a la región, la cual forma una frontera natural entre ese país y España.

La investigación que da a conocer la Universidad de Strathclyde y que fue publicada en la revista «Nature Geoscience» analizó muestras de dos dispositivos de monitoreo separados para identificar si las piezas de plástico, invisibles a simple vista, de menos de cinco milímetros de largo, estuvieron presentes en la zona montañosa.

A pesar de la ubicación remota, los especialistas registraron recuentos diarios promedio de 365 depósitos por metro cuadrado de material presente. El análisis de la trayectoria del aire muestra que los fragmentos viajan a través de la atmósfera a distancias de al menos casi 60 millas.

«Sorprende y preocupa encontrar tantas partículas en el sitio de los Pirineos; se abre la posibilidad de que no sólo las ciudades están respirando esto, sino que puede viajar lejos de la fuente”, señaló el integrante del equipo de estudio, Steve Allen.

El estudio en el que participaron especialistas de la Universidad de Strathclyde, Escocia, y el Centro Nacional de Investigación de Francia en la Universidad de Toulouse, recolectó muestras del sitio de campo en el suroeste de Francia de un área “no contaminada”.

«No sabemos si son dañinos, pero los estudios en ratones en condiciones de laboratorio con plástico virgen cultivado en el laboratorio demuestran que los efectos de digerir o inhalar microplásticos pueden provocar cambios en el comportamiento de la alimentación y hábitos de apareamiento”, agregó el especialista.

El científico explicó que a pesar de no tener evidencia de la diferencia entre el plástico cultivado en laboratorio y los microplásticos en el medio ambiente, consideró que debe evitar plástico en el medio ambiente.

Para ello, dijo, es necesario dejar de usar ese material, pues los microplásticos, invisibles a simple vista, pueden dañar tanto a los océanos como la vida acuática.

 

Fuente Excélsior