En la lista de candidatos al penal de Pacho Viejo del gobierno duartista acusados de cometer cualquier cantidad de delitos, no aparecía el nombre de Flavino Ríos Alvarado a quien le tocó desempeñarse como gobernador interino los últimos 49 días de esa convulsionada administración.

Y si no aparecía fue porque no robó, no malversó fondos públicos, no tuvo nada que ver con empresas fantasma, no desvió recursos ni abusó de su autoridad. Cumplió a cabalidad como Secretario de Gobierno, también como gobernador interino y entregó el poder sin sobresaltos. Pero la consigna de parte de su sucesor era joderle la existencia a como diera lugar y se la jodieron.

En marzo del año anterior, Ríos Alvarado fue detenido por agentes ministeriales acusado de haber ayudado a escapar a Javier Duarte. Un testigo dijo que lo vio llegar al aeropuerto de El Lencero y ordenar que se facilitara un helicóptero a Duarte para que se pelara. “¿Usted lo vio?” “Si su señoría, yo lo vi con estos ojos”.

Y con eso quedó sellado su destino.

De nada valió que su defensa alegara que el día y la hora de su supuesta visita a El Lencero, Flavino había estado en su despacho atendiendo asuntos inherentes a su cargo y recibiendo palabras de aliento por haberse sacado al tigre en la rifa. La Fiscalía General del Estado solicitó y obtuvo para el ex funcionario prisión preventiva de un año acusado de tráfico de influencias, abuso de autoridad y encubrimiento por favorecimiento a Javier Duarte.

Más parcialidad, imposible.

El día de su aprehensión Flavino declaró a una estación de radio: “Me encuentro detenido en la ministerial, en Xalapa. Estoy bien, no he cometido ningún delito y lo voy a demostrar en el juicio. Se me acusa de que supuestamente presté un helicóptero a un ex gobernador. Demostraré que soy inocente y que no tengo responsabilidad en nada. Confío en la aplicación de la justicia”.

Pero la justicia veracruzana no fue muy aplicada y se ensañó con él al grado de enviarlo al hospital con un conato de infarto.

Desde ahí siguió su defensa y demostró de manera fehaciente que fueron puro cuento las acusaciones de la FGE. Tan es así que este martes el juez segundo de distrito, Alejandro Quijano Álvarez, dijo que tras analizar las pruebas de descargo que presentó Flavino Ríos Alvarado, en prisión domiciliaria, no encontró datos suficientes que determinen que el exfuncionario haya incurrido en los delitos de abuso de autoridad, tráfico de influencia y encubrimiento por favorecimiento, y en consecuencia, le otorga el amparo y ordena a la jueza Alma Aleida Sosa Jiménez, emita una nueva resolución.

En un expediente de 82 fojas, el magistrado analiza a detalle cada una de las pruebas que presentó la FGE, así como las presentadas por Flavino Ríos y manifiesta: “Se considera incorrecto lo establecido por la jueza responsable, ya que los datos de prueba que obran en actuaciones no son suficientes, idóneos y pertinentes para concluir que existía la posibilidad de que el quejoso cometió o participó en la comisión de los hechos que la ley señala como delitos de abuso de autoridad y tráfico de influencia”.

A Sosa Jiménez debió caerle como patada al estómago que un colega le corrigiera la plana. Pero si lees una por una las 82 fojas, lector, te darás cuenta que al juez Quijano Álvarez le asiste la razón y de paso le da una cátedra de derecho a la jueza de Pacho Viejo.

¿Qué sigue ahora? Que Alma Aleida acate la orden, ponga en libertad absoluta a Flavino Ríos Alvarado y fin de la pesadilla.

Pero lo que es tranquilidad para unos es preocupación para otros. Casi todo mundo dice en Veracruz que así como Miguel Ángel Yunes y su ayudante el Fiscal Jorge Winckler han sembrado tormentas, así cosecharán tempestades.

Yo pienso que van a cosechar hasta huracanes.

bernardogup@nullhotmail.com