Raúl Gutiérrez Villanueva,  clarinetista y saxofonista chileno, llegó a Xalapa para integrarse a la plantilla de maestros de JazzUV; ahí formó la Sonora Jazzuv y la Big Band Jazzuv. Actualmente es director de la Xalli Big Band y tiene su proyecto personal, Raúl Gutiérrez y sus Siete Hermanos. Raúl nació en Santiago de Chile el 23 de abril de 1955. He aquí su historia:

Acordeón, acordeón, no me quieras matar acordeón

Santiago de Chile
Santiago de Chile

La familia de mi padre es numerosa, son siete hermanos (por cierto, yo tengo ahora un grupo de swing en JazzUV, que se llama Raúl Gutiérrez y sus Siete Hermanos, pero no tiene que ver con esto; ya a través de la historia te diré por qué siete hermanos). A mis tíos y a mi papá les gustaba mucho hacer música como aficionados, todos son autodidactas, y se compraban sus instrumentos, se construían sus instrumentos. En Chile es como aquí, gustan mucho las cumbias; mis tíos tenían un grupo de cumbia.
Crecí viendo todo eso hasta que mi papá, cuando yo tenía como cinco o seis años, me compró un acordeón, instrumento que yo odiaba porque siempre me interesaron mucho los metales, el clarinete y el saxofón; pero me compró el acordeón porque, la mayoría de las veces, los padres compran para sus hijos el instrumento que a ellos les gusta.

… una vez, cuando niños, cuando la vida se muestra entera

En aquella época mis padres se divorciaron y me mandaron a vivir al norte de Chile, a la ciudad de La Serena, a casa de mis tíos.
Era una población militar en la que había una banda instrumental y una banda de guerra; entonces, yo salí de Santiago, del entorno de mis tíos que hacían música popular, y luego me encontré viviendo con una disciplina férrea, mi tío era militar, pero también había música, así que no se interrumpió el nexo con la práctica musical.

La Serena
La Serena

Después me di cuenta de que los músicos de este regimiento del ejército también tenían un grupo de baile para amenizar las fiestas del Casino de Oficiales, haciendo música un poco light, música ambiental; pero también tocaban cumbias.
Vivíamos en un condominio formado por apartamenticos que estaban pegados el uno al otro, y justo al lado de nuestra puerta vivía el baterista de ese grupo; se pasaba todo el día oyendo a Pérez Prado, ahí me empecé a interesar por la orquesta grande, la orquesta de Pérez Prado, y este señor me explicaba y me mostraba discos.
En La Serena me inscribieron en un colegio de curas para que siguiera mis estudios; eran los curas Barnabitas del Seminario Conciliar de La Serena; eran italianos. Había un cura que se llamaba el cura Isi Dari, que tocaba el acordeón y nos enseñaba canciones italianas de Piamonte, y ya me empezó a gustar el acordeón, porque empecé a descubrir el lado mediterráneo del acordeón.
Mis tíos tenían un solo hijo, ahora vive en París, también un gran melómano; yo creo que cuando mis padres se divorciaron me mandaron para que le hiciera compañía a mi primo, que era hijo único. Nos vestían iguales, le compraron también a él un acordeón, nos pusieron juntos en el seminario; el mismo cura nos enseñaba y nos pasó un libro para estudiar el acordeón.
Pasó un tiempo y, cuando ya era mayor, me empecé a interesar más de lleno por la música. Hicimos un grupo en el seminario; éramos tres y le pusimos Los Red Blues, porque el uniforme era un pulóver azul y una corbata roja; tocábamos twist y cosas de esa época, de finales de los sesenta.

Yo pisaré las calles nuevamente…

Cuando llegué a la adolescencia, empecé a preocuparme por las cuestiones políticas. Allende llegó al poder en el año setenta; unos años antes fue la Guerra de los Seis Días, entre Israel y Egipto; fue la Revolución de Mayo del 68, en París; el movimiento estudiantil de México; la muerte del Che Guevara; y América Latina estaba convulsionada. Estamos hablando también del movimiento hippie, del no a la guerra, del amor libre, de Woodstock; me tocó todo eso y empecé a ser como niño rebelde, hasta que mis tíos me preguntaron si me quería quedar ahí, y yo opté por regresar a Santiago.
A la mitad del año regresé a Santiago y me pusieron en una prepa laica; yo vivía muy lejos, tenía que atravesar toda la ciudad para llegar a esa escuela. Ahí seguí con la música, y conocí a un personaje bien sui géneris; era un chico alemán, Hans Bielefeld, que quedó ciego cuando era muy chiquito, por un accidente; tocaba el acordeón y el piano, jugaba al fútbol y hacía todo lo que hace un niño normal, sin ver absolutamente nada; nos hicimos amigos y él me iba a afinar el piano a mi casa, y me enseñaba canciones.

Santiago de Chile
Santiago de Chile

En la época de Allende, le dieron bastante importancia a la cultura. El Conservatorio Nacional pertenecía a la Universidad de Chile, por lo tanto, había que tener la prepa terminada para entrar ahí, entonces se hizo un convenio para que pudieran estudiar los que no tenían la prepa: tú podías estudiar la prepa de manera libre o semilibre en una escuela de la universidad, sin usar uniforme escolar; incluso se formó, para los obreros que querían hacer estudios de música, un conservatorio vespertino, que era la Escuela Vespertina de la Universidad de Chile; ahí estaba Víctor Jara y toda esa gente.
Para terminar la prepa, entré al Instituto de Estudios Secundarios de la Universidad de Chile (ISUCH); es una escuela de que depende de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Ahí seguí con los estudios; dejé el acordeón y me metí al clarinete

Negro, negro con sentido

Cuando empecé a estudiar clarinete, sucedieron dos eventos que marcaron mi vida: uno es que un día iba a clase y vi un cartel chiquitico, escrito a mano con plumón, que decía Concierto y Clínica de Elvin Jones. En esa época, la mayoría de los conciertos de jazz que había en Chile los organizaba el Instituto Norteamericano de Cultura. En ese conflicto, en esa efervescencia política, obviamente de manera absurda, todo lo que fuera norteamericano era yanqui, imperialista, etc., pero nosotros teníamos una contradicción porque nos gustaba el jazz; cuando los “reaccionarios, derechistas” traían a jazzistas, nosotros no sabíamos si ir o no ir; a fin de cuentas me metí y estaba lleno.

Elvin Jones
Elvin Jones

En Chile no tenemos raza negra, hay muy poquitos dispersos en el norte de Chile, entonces cuando fue el mundial del 62, ver un equipo de Brasil con Pelé y tantos negros, a los niños nos impresionaba mucho. Lo mismo me sucedió en el 70, con Elvin Jones: vi a un negro sentado en la batería, sudando, con una cara de loco, lo recuerdo muy bien; parece que era del signo piscis, porque llevaba dos peces de oro colgando de una gargantilla, y una japonesa a su lado que era la esposa. El tipo estaba dando una clase de batería y tenía un ruido infernal, pero lo que me llamó la atención fue el acercamiento al instrumento; yo nunca había visto una persona así de cerca, gigantesca, tocando y dándole a la batería, comiéndose la batería, destruyendo la batería; ahí yo dije, “¿qué cosa es esto?”. Fue como, no sé, como el primer encuentro sexual de un adolescente, una cosa que me hizo salir de la órbita terrestre. Luego fui al concierto, conocí a Dave Liebman y Steve Grossman, tocando jazz de avangard en esa época, y de plano dejé el clarinete, dejé de ir al conservatorio.

Abre las murajazz…

Roy Eldridge

En ese tiempo me acerqué a un señor que se llamaba Francisco Deza, que tenía un programa en la Radio Universidad de Chile, que se llamaba Panorama del Jazz. Yo iba a verlo y lo ayudaba a limpiar los discos y él me enseñó cosas maravillosas; ahí descubrí a Coltrane, descubrí a varios músicos porque en esa época nos sucedía lo mismo que les sucede a los alumnos de JazzUV: con este encuentro con Elvin Jones descubrí el jazz, y el jazz para mí empezaba ahí, e iba de ahí hacia delante; entonces, cuando Paco Deza me mostró a Bobby Hackett, a Roy Eldridge, a Count Basie, a Zoot Sims, cuando empezó a mostrarme estas cosas, me creó otro conflicto porque, por un lado, quería ser contestatario, imitar a Elvin y su Hard Bop Strong, y por el otro, descubrí lo bello de las melodías tocadas por los swingueros o los dixilanderos, que era lo que el Departamento de Estado Norteamericano exportaba. Recuerda que el Departamento de Estado exportó, “para el acercamiento con Nikita Kruschev”, a Duke Ellington, a Louis Armstrong; incluso se criticaba a Louis Armstrong por no pronunciarse contra la guerra de Vietnam, se le acusaba de ser producto negro de exportación para los blancos. De ahí nació mi amor por todos los géneros del jazz y a partir de esa época es que comencé a investigar, y sigo investigando, sigo buscando cosas; incluso en la actualidad me interesa mucho la historia de cada canción, de cada tema de jazz.

Residencia en mi tierra

Entre el 70 y el 73, en el gobierno de Allende, fui a cuatro conciertos maravillosos: uno fue el de Elvin Jones; el otro fue Bill Evans con Marty Morell y Eddie Gómez; luego, el Modern Jazz Quartet, y después Albert Mangelsdorff, que fue el gran trombonista de free, gran avangardista de Frankfurt, Alemania. También fue la gira sudamericana de Duke Ellington, pero no pude entrar, sin embargo, lo vi en la televisión.
Empecé a acercarme al movimiento de jazz de Chile. Varios jazzistas chilenos de esa época, algunos aún viven, fueron fundamentales para mí, porque fueron los primeros músicos con los cuales tuve contacto. A los de las generaciones más viejas, no los conocí.

Eddie Gómez, Bill Evans
Eddie Gómez, Bill Evans

Te recuerdo que los clubes de jazz en América Latina fueron fundados, la mayoría, por gente de clase media acomodada, y de profesiones liberales, que descubrieron el jazz, no en los Estados Unidos, en Europa. ¿Por qué?, porque en Europa los jazzistas fueron acogidos por los intelectuales; ese fenómeno se ve en la película Alrededor de la Media Noche, en la que un ilustrador quiere ser mecenas de un músico de jazz, que es drogadicto y alcohólico.
Los boperos no tenían mucho trabajo; ser músico de jazz en Estados Unidos no era gran cosa, desde el punto de vista de la propuesta cultural; entonces, varios de ellos se fueron a vivir a Europa, donde les dieron gran importancia, entre ellos Miles Davis, Don Byas, Charlie Parker, Ben Webster, Johnny Griffin, Phil Woods, Chet Baker, etc. Ellos se fueron ahí y su público fue el grupo de los intelectuales de izquierda; personas avangardistas, anti guerra de Vietnam, etc., como Boris Vian, Juliette Gréco, etc.; gente de ideas avanzadas que le abrió espacios a esos músicos en los medios universitarios, en los medios intelectuales.
Los latinoamericanos de clase media acomodada que podía permitírselo, enviaban a sus hijos a estudiar a Paris, Berlín, Ámsterdam; esos jóvenes que estudiaban arquitectura, medicina, ingeniería, se interesaron en el jazz y cuando regresaron a sus países, formaron los clubes de jazz. Y tanto en Argentina como en Uruguay o en Chile, cuando tocaban ellos, se decía: “en el clarinete, el doctor tal; en el piano, el arquitecto tal, o el licenciado tanto.”

'Round Midnight
‘Round Midnight

A mí me sucedía un fenómeno muy raro, porque yo los veía y los encontraba tan buenos y decía, “estos tipos, qué lástima que fueron tan cobardes y prefirieron hacer la música de manera amateur; prefirieron tener un buen nivel económico, siendo ingenieros o arquitectos, pero tocan tan bien, que podrían ser músicos profesionales”. Con el tiempo me di cuenta que era al revés; el músico profesional no puede vivir de tocar el fin de semana en el club de jazz, porque se gana muy poco o sencillamente no hay dinero, entonces el músico profesional, para poder alimentar a su familia, tiene que ir a tocar cumbia los fines de semana, y no puede ir a tocar la música que le gusta, que es el jazz. Entonces, ¿quién es más feliz, el arquitecto que tiene un muy buen nivel económico y que solamente hace la música que le gusta, con sus amigos, en el club de jazz, o aquel que pasa grandes problemas económicos tocando la música que no le gusta y estando frustrado por no poder tocar lo que quiere?.

Pablo Lecaros
Pablo Lecaros

Muchas veces los músicos somos muy sectarios y muy poco tolerantes, admito que yo era así pero, bueno, también es producto de la juventud. Me acerqué a esos músicos de los que te hablo, entre otros, la familia Lecaros, donde está Roberto Lecaros, Mario Lecaros, Pablo Lecaros, y luego sus hijos, que son grandes músicos, como Félix Lecaros, gran baterista; son familia de músicos. El papá de Melissa, Marcos Aldana, también era de esa generación; y otros.

(Continuará)

 

 



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