Concluye una época ominosa, iracunda, para Veracruz, en donde fue dañada la estructura social y moral del pueblo veracruzano, la dignidad de sus habitantes, porque, la moral-social, es el honor de la consciencia de los hombres. Hablar de consciencia, es hablar de la presencia en el consciente y el inconsciente de la voluntad auténtica para el hombre. El inconsciente, es el instintivo que registra en la consciencia el hacer, para ser, que se refleja en la existencia misma. Se pretendió una reificación que transformara el pensamiento popular, una alienación al fetichismo de la figura gubernamental, que se introdujo en los intereses de quienes pretendían preservar el poder más allá de estos catastróficos dos años.

Seducidos por el empoderamiento, la hoguera de la pasión desconcertante, les llevó a la obnubilación, arremetiendo en sus mentes débiles, la creencia de que permanecerían como gobernantes, por muchos años más. No ha sido así, no se daban cuenta, que el pueblo es sabio, que los acontecimientos del deterioro económico y la incertidumbre social eran y son visibles, tangibles, sin sentido, que erosionaron la estructura social, alterando el estado emocional colectivo, socavado la tranquilidad de la existencia.

Ante ello, MoReNa, el partido político de Andrés Manuel López Obrador fue adquiriendo un poder mágico, en donde la ola de la grave crisis, fue creando episodios de esperanza que iluminaron el vertiginoso ritmo  de la incertidumbre y la inestabilidad social, sobre todo la intranquilidad económica. Y se fortaleció la esperanza, que hay que tomar con particular mesura, sobre todo, porque es labor de todos, integrarse a este cambio de no corrupción, disciplinar la costumbre hacia los nuevos horizontes, tener paciencia, tener prudencia, contener la pasión, sobre todo de quienes han sido los elegidos para desempeñar la función pública, como servidores de un gobierno que pretende cambiar la costumbre histórica del pensamiento de este pueblo que tiene arraigado como una condición la transacción inadecuada fuera de las normas establecidas. Pero más que una regla que norme, debe de ser un estado de consciencia, de modificación del hacer y del ser de la colectividad, para evitar los dramas del fantasma de la corrupción.

Cabe en ello recordar la obra de William Shakespeare, Macbeth, en donde se dramatizan los dañinos efectos, físicos y psicológicos, de la ambición política, en aquellos que buscan el poder por sí mismo. La condición de la obra, que describe las vicisitudes del rey de los escoceses, entre 1040 y 1057, sigue siendo la misma en estos tiempos, porque es la condición humana, que en nada ha cambiado el comportamiento, de algunos que llegan al poder, que envenenados como están, de sed de dominio, intentan emular a los grandes, sin serlo, pretendiendo más dominio.

Y en esta distorsión, sucumben ante los designios que ellos mismos han provocado.

Sintácticas

Podría ser del profesor austríaco de neurología y psiquiatría Viktor E. Frankl:

La frontera entre lo consciente y lo inconsciente es variable, porque es permeable a las realidades.

De Jevs:

No toda realidad es una constante, porque ella depende de la circunstancia.

La circunstancia es la causalidad construida por el yo individual, hacia el pensamiento colectivo.

La “suerte” es la capacidad de advertir la oportunidad.

En política, todo principio rebosante de alegría, es sinónimo de la imprudencia que se avecina.

Para tener y ejercer el poder, hay que poder.

No todos nacen con capacidad para el ejercicio del poder, pero hay quienes aspiran a ello, a pesar de su condición limitada.

El poder es limitante cuando se pretende ser omnipresente.

La locura por el poder, te encamina a eso, a hacer locuras.

Cuando se compra un anillo extravagante para enamorar a una mujer, lo más seguro es que la joya te robe el corazón de ella.

De los gatos en la azotea cuando maúllan es por el deseo de mirar la luna y las estrellas.

Julia Lezhneva, Helsinki. Handel. Da tempeste. Baroque Orchestra: