Son de historias-13

Teziutlán esta ubicado en la sierra noreste del estado de Puebla, en México. A finales de julio y principios de agosto de cada año, los pobladores tienen por bien celebrar la fiesta que festeja a la virgen de la Asunción, para ello, los lugareños organizan las festividades cerca de la plaza de toros, que se localiza a la altura de la estación del ferrocarril. Una locomotora esta de vapor que viajaba sobre el ramal de vía angosta, que recorría entre Teziutlán y Oriental Puebla, y hacia otras poblaciones, transportando pasajeros, mercancías diversa que se transportaba de la costa hacia la sierra, llevando también materiales extraídos de la mina La Aurora, ubicada en la parte norte de la población. La estación es un edificio hecho de cantera gris, a un lado de la plaza de toros, con la que cuenta esta población. En ese lugar se instalan también  durante la feria en honor de la virgen gran diversidad de vendimias, como churros, tacos e inimaginables dulces artesanales, que hacen la delicia de los asistentes. Los comerciantes de otros lugares llegan a expender sus productos, muchos de ellos de lana para cubrirse del frío, provenientes en su mayoría de Tlaxcala, ya que a Teziutlán le abraza un clima gélido. Los juegos mecánicos son la ilusión y diversión de los infantes y de algunos mayores. La plaza de toros la destaca su estructura estilo neomudéjar, bastante similar a las construidas en España. Por este lugar la vía del trenque pasa a un costado de la plaza de toros, la locomotora La Brujita con sus 45 toneladas de metal recorre durante su trayecto un tercio de la plaza de toros, conocida como El Pinal, quedando la vía a media altura de los tendidos del coso circundándola. De ahí se alcanza a dominar con la vista la parte interna de la plaza y el corral en donde se coloca a los cornúpetas, y una buena parte del burladero. Durante las corridas de toros, la banda musical interpreta variados pasos dobles, colocada en la parte de atrás de donde se encuentra el juez de plaza, alegrando con sus interpretaciones la asistencia del público,  alterando a la vez el nerviosismo del ganado de lidia. En suerte que a la salida del primer astado, las ovaciones del público llegan a opacar la interpretación musical de la banda.

Un día de los años sesenta, para celebrar la fiesta en honor de la Santa Patrona de Teziutlán, se colocaron en las calles y en los principales centros comerciales, carteleras, que anunciaban la actuación del torero español Manuel Benítez, El Cordobés, destacado éste por sus habilidades en el arte de lidiar espectacularmente el toreo. Corrió la voz por toda la población teziuteca y poblados de la región, lo que se conoció hasta en los lugares más alejados, motivando gran regocijo.

El hotel Virreynal de arquitectura elegante, ubicado en el centro de la ciudad, sobre la calle Hidalgo, se distinguía por albergar ahí a destacadas personalidades. En su restaurante, los comensales degustaban del arte culinario acompañándolo de los comentarios festivos sobre los acontecimientos de los últimos días, puntualizando en estos la presencia en Teziutlán de El Cordobés, que ya inquietaba a la gente. El día era esperado con cierta prisa.

En este poblado destaca la presencia de la familia Ávila Arámburo, por tener parentesco con el Presidente de la República y de un Gobernador de la entidad de esos años. Familia económica y socialmente acomodada. Las distinguidas personalidades de la sociedad que arribaban al elegante hotel Virreynal, se encontraban que a un costado del parador se ubica una casa de dos plantas, de hermosa arquitectura colonial, propiedad de la familia Ávila Arámburo. En El Cordobés no pasó desapercibido este detalle, ya que la construcción por su belleza destaca entre las demás.

Llegado el día, la plaza de toreo El Pinal se encontraba llena en toda su capacidad, el conductor de la locomotora, hizo un alto a la altura de la vía desde donde pasajeros y maquinistas podían observar el coso, esperando la oportunidad de ver el espectáculo taurino, nadie apresuró a los conductores a continuar su camino. En señal festivo el fogonero ferroviario, hacia silbar con entusiasmo los silbatos de la maquina, provocando la algarabía de la concurrencia, que a cada emanación de humo y el fuerte silbido arrancaba del publico estruendosos aplausos y rechiflas de entusiasmo.

El Cordobés apareció en el ruedo acompañado de la cuadrilla, atrás del alguacilillo el cortejo; el matador, el espada, banderilleros, picadores montados en sus caballos, detrás los mozos y areneros seguidos de las mulas y los mulilleros. La gente les ovacionó en estruendoso griterío, aplausos, vivas y chiflidos, fue entonces cuando el maquinista dejó escapar el vapor de la locomotora a través del silbato que provocó un silbido tan fuerte que hubo que taparse los oídos y los picadores tuvieron que controlar con energía su montura.

Fue una tarde espectacular, uno tras otro fueron saliendo los astados, que con hábiles verónicas, obligaba al toreo,  provocando la embestida sobre la capa, los capotazos, eran de un lado hacia otro, con destreza, con seguridad y dominio El Cordobés remataba sus desplantes con elegancia y gallardía, y el diestro era ovacionado por la multitud.

Fue así que triunfal, a la salida de la plaza, rodeado por una muchedumbre, al Cordobés y a su cuadrilla les esperaba una expectante multitud rodeando tres automóviles Chevrolet descapotables. El Cordobés abordó el de en medio, erguido y triunfal. Los automóviles iniciaron con sus potentes motores la  marcha, acompañados del gentío recorrieron las calles de la población, arrancando aplausos y vítores a su paso. Ya de tarde noche, la caravana hizo alto a la puerta del hotel Virreynal, la familia Arámburo aplaudía animosamente, y El Cordobés fue invitado a pasar a la casa,  subiendo a una de las habitaciones, para salir al balcón.  La turba emocionada le aclamaba. Con los brazos en alto, El Cordobés agradecía tales muestras de devoción. Vestido aún de luces, el torero pidió a uno de sus asistentes un maletín del cual en un acto de bondad, el lidiador tomó varios gruesos paquetes de billetes producto del pago de su actuación, los que arrojo desde lo alto del balcón hacia el publico en muestra de gratitud y reciproco entusiasmo. Los billetes se dispersaron por el aire. Un ciclista, repartidor de pan, con enorme canasta ya vacía sobre su cabeza, daba vueltas en círculos entre la multitud esperando cayeran mucho de estos billetes dentro de la canasta. Un jovenzuelo que se supo después se llamaba Sebastián, se dio cuenta de ello y se abalanzó sobre el ciclista repartidor de pan, derribándolo, lo que provocó jaloneos y empujones por ver el contenido de la canasta, que unos cuantos billetes tenía.

Ese día El Cordobés se quedó con poco monto de la paga por la función, pero guardó para siempre en su corazón la inolvidable tarde aquella, dejando como recuerdo indeleble en la memoria del pueblo aquel y de la suya, la presencia de un hombre que compartió con ellos su arte y su dinero. Disfrutando esa misteriosa transformación en que un hombre se descubre de manera inesperada en uno más, y de que el dinero no lo es todo en la vida, y la luz del inconsciente le sacude ante la consciencia social, ello no es más que la fuerza de su origen y de la grandeza de su espíritu.

Sintácticas

De una mujer enamorada:

Cuéntame tu historia para vivirla.

De Liliem:

Entre el amor y el querer, esta la fuerza del ser humano para la vida.

De el pensador Norbert Elias.

El habitus social, es la estructura de la personalidad de los individuos.

De Jevs:

La exageración tan denigrada de la sexualidad no ha constituido nunca un peligro.

Jevs en lo teológico:

Podemos dedicar toda nuestra actividad consciente a la fuerza psíquica del alma, entonces la espiritualidad es la energía creadora.

Banda Simfònica Santa Cecília d´Algemesí: El Gato Montés. Paso doble.