JazzUV está cumpliendo su primera década y ya ha dado frutos sobresalientes, uno de ellos es Adal Pérez, un músico muy joven, aún estudiante del Centro de Estudios, que hace un par de años fue uno de los 18 músicos jóvenes del mundo seleccionados para participar con la JM Jazz World Orchestra en su gira anual por Europa. Este año ha repetido la azaña, será parte de la orquesta en la gira 2018, se presentarán en Macedonia, Croacia, Italia, Eslovenia y Serbia.
Pese a la magnitud de lo conseguido, el saxofonista mantiene la modestia, «esos son logros -me dijo-, pero lo que más he aprendido de todo esto es a expresarme honestamente, a hablar siempre con la verdad, a apreciar siempre lo que las otras personas me dan».
Desde muy chico, la disciplina y la mística de las artes marciales lo ayudaron a marcar su camino, el bushidō.

El camino del guerrero

Soy de aquí de Xalapa, en mi casa no hay músicos, mi papá hacía teatro amateur y le gustaba mucho la música, ponía a Mozart, a Beethoven, le gusta un grupo que se llama Spiro Gyra, pero no recuerdo haber escuchado esa música, sino que a mí siempre me interesó la parte creativa, siempre fui un poco sensible a ello, había canciones que me inspiraban y me movían algo, pero no sabía qué era. De niño era muy adepto a los deportes de contacto, a las artes marciales, logré mi cinta negra en karate.
Después, ya en la secundaria, me gustaba cantar, entonces me metí al coro de la escuela, pero había muchas niñas y llegó el momento en el que me salí. En mi escuela había una banda musical y le dije a mi papá:
-Oye, quiero entrar a la banda musical
-Ah, el sax es bien bonito, a lo mejor te puede gustar
-Sí, me llama la atención
Me dieron un sax que no sacaba ni una nota, yo ponía mal los dedos, no tenía un talí con el cual sostenerlo, entonces tenía que cargarlo, era horrible, pero cuando le saqué la primera nota dije ¿qué es eso? (risas), y le dije maestro:
– ¿A poco así suena?
-Sí, mira, sopla aquí. Este es un fa, este es un mi
-Ah, qué chido
Llegué feliz a la casa, no podía tocar ni siquiera una melodía, solo me salían dos notas, pero yo sentía que había algo.
Mi hermano iba una orquesta de la primaria Abraham Castellanos y me llevaron a aprender con el maestro Palacios, pero no era un maestro de saxofón, fui a aprender a leer música, más que nada. Tengo un amigo que estudiaba clarinete, estábamos en la secundaria pero él ya estaba en la Facultad de Música y me enseñó un poquito de las posiciones y el concepto de escalas.

La ciudad prohibida

Después me mandaron a la orquesta del DIF con Jorge Morales y ahí fue donde tuve mi primer maestro de saxofón, cuando me escuchó me dijo:
-Oye, te está sonando bien el saxofón, te enseñaron bien
-Yo nunca he tenido un maestro
Me corrigió mi embocadura, me corrigió mi posición, mi técnica. En la orquesta del DIF, con el maestro Luis Flores Centeno, había un programa que tiene una orquesta y una big band de música latina. Ya empezaba a leer a primera vista, a estudiar mis partes, a estudiar mis métodos, y me pasaron a la big bang, ahí descubrí el jazz y fue increíble, fue como encontrarme con una ciudad prohibida. Cuando escuché a Paquito D’Rivera por primera vez dije ¿qué está haciendo ese señor?, tiene un sonido tan brillante, tan vivo. Paquito D’Rivera me llevó a Dizzy Gillespie y a Arturo Sandoval, Dizzy Gillespie me llevó a Charlie Parker y Charlie Parker me llevó a John Coltrane, lo primero que escuché de John Coltrane fue Naima, fue increíble, fue como encontrar otro tesoro bien escondido. En Naima, Coltrane no toca las grandes cosas, pero por la manera de tocar el tema y lo que significaba para él, se escuchaba que había un background bien pesado.
Esto fue como a los 15 años, cuando descubrí la música, le dije a mi papá:
-Oye, yo quiero ser músico
– ¿Estás seguro de lo que dices?
-Sí, quiero tocar el saxofón y quiero que me compres uno
-Esas cosas son muy caras
Mi mamá es ama de casa y mi papá es maestro de primaria, con mucho esfuerzo me compraron un saxofón tenor.

De Bach al jazz

Después de escuchar esos músicos por medio de la big band, empezó a interesarme el jazz, pero como en ese tiempo no había licenciatura en JazzUV, solo había unos diplomados, decidí entrar a la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana, ahí hice mi formación clásica. Mis maestros fueron Franco Bonzagni y José Pérez, el maestro José fue el que me cambió el concepto de cómo estudiar saxofón, es un excelente maestro.
En 2013 entré al Concurso Panamericano de Jazz y gané tercer lugar, el primero lo ganó el maestro Arturo Caraza. En 2014 volví a concursar y gané el primer lugar, fue como un parteaguas porque dije si gané un concurso de jazz siendo músico clásico, significa que tengo posibilidades, además me gustaba estudiar, lo disfrutaba y era muy clavado con eso. Entonces dije necesito tomar una decisión, seguir con la música clásica y dedicarle el poco tiempo que me queda libre al jazz o hablar con mi papá y decirle ¿sabes qué?, quiero estudiar jazz.
Me salí un año de la Facultad de Música, yo mismo me preparé para mi examen de JazzUV y quedé en la licenciatura, y me ha ido bien hasta ahora, ya casi estoy por terminar, me falta como un año o año y medio para terminar mi carrera.

Pillars

He tenido buenas oportunidades de conocer mucha gente y de tocar con ellos, por ejemplo, Humberto León fue de las primeras personas que me invitó a tocar con él, aprendí muchísimo de ese lenguaje como underground, el maestro es un virtuoso, es totalmente autodidacta, pero tiene un oído espléndido, él también ha sido mi escuela. En la Facultad conocí a Édgar Dorantes y a veces me invitaba a tocar a dúo, piano y saxofón, hicimos algunas fechas en algunos lugares de aquí de Xalapa.
En el Concurso Panamericano de Jazz de 2014 estaba Greg Osby como jurado, él fue saxofonista de Dizzy Gillespie cuando tenía 19 años. Cuando gané me dijo, ¿sabes qué?, te voy a dar unas clases. Estuve con él en México como tres meses y luego me dio clases privadas por videoconferencia, en total fueron como seis meses y no me cobró ni un centavo, increíble. Después hice una audición para Berklee College of Music y quedé, me dieron 50% de beca, pero para mí era imposible pagar el resto. También por eso entré a JazzUV, porque tiene buenos maestros y un buen plan de estudios, y no me alcanzaba el dinero para ir a Estados Unidos, ni para ir a la escuela más barata me alcanzaba.

(CONTINÚA)

 

SEGUNDA PARTE: Yo vengo a ofrecer mi saxofón
TERCERA PARTE: Entre utopías y sueños


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