Mutatis Mutandis

Por Rafael Arias Hernández.

Preocupante que ineptitud y corrupción caracterizan demasiadas acciones de gobierno en Veracruz. El colmo, libertad de expresión entre inseguridad y embates oficiales.

No hay bases o elementos confiables para reconocer avances y logros difundidos, por la costosa autopromoción que ahora quiere cambiar la realidad real, por la percepción oficial.

Más de cinco millones de pobres y uno de hambrientos, reconocidos por fuentes informativas y dependencias a cargo del gobierno federal, son ahora irresponsablemente ignorados, minimizados o despreciados, por imaginaria percepción o interpretación fantasiosa, de lo que sufren y padecen las y los veracruzanos.

A inocultables pobreza y hambre, se suman inseguridad, destrucción y debilitamiento institucional, falta de infraestructura, pésima administración y deuda pública en aumento, destacados aspectos que constituyen parte de esa aplastante realidad que se vive y padece todos los días, pero que ahora presuntos responsables y prófugos potenciales en el gobierno estatal y sus voceros, corifeos y aplaudidores intentan esconder y se dedican a definir y reducir a una simple percepción. Negar lo evidente no es responsable ni procedente.

Política y políticos de otros planetas

Estos simples hechos, confirmados en la vida diaria, ineludiblemente llevan al circo de innumerables pistas, en lo que se han convertido los procesos electorales, supuestamente orientados para cambiar y renovar representación pública y gobierno, pero dominados en buena parte por el hampa electoral.

Con sus aspectos distintivos, porque hay diferencias entre partidos políticos; incluso algunos hacen esfuerzos por mejorar y otros por empeorar, su pérdida de credibilidad y confianza ciudadana y social. La característica dominante es la de su alejamiento de los intereses y objetivos de la población, de sus necesidades y problemas.

Eso sí, gastan y gastan, con cargo al presupuesto y sin transparencia, ni rendición de cuentas. Notorios los dedicados a fomentar, encubrir o permitir la delincuencia gubernamental, conocidos beneficiarios de promover la unidad de la complicidad y la impunidad.

Reflexiones para el diálogo y debate

Rescato al respecto, ideas y propuestas. Sin duda es cada vez más necesario, fortalecer el sentido democrático del gobierno, frente al creciente deterioro y pérdida del bienestar social de millones y millones de seres humanos.

No hay partido sin ideología, en cambio, puede haber ideología sin partido y consecuentemente otras formas de praxis políticas. No hay partidos sin militantes; ni actividades políticas sin activistas. No hay política sin libertad, ni comunicación, y tampoco sin iniciativa. La política no se da sola, por si misma. Tampoco se da en cautiverio asfixiante. La libertad es su condición; pero no es suficiente, hay que vivirla, ejercerla plena y responsablemente. Derecho que no se ejerce y que no se defiende es letra muerta o simplemente buenos propósitos.

La política sin ética, sin código moral es aventura, codicia y ambición personal o de grupo, es saqueo y rapacidad. La política es la capacidad de servicio, es profesión de buena fe, de honestidad y de entrega. Política debe ser sinónimo de servidor público. Servir no es servilismo; tampoco es servirse y aprovecharse.

Militantes y activistas sin ideología son autómatas o simples empleados. Militantes y activistas sin compromiso social y políticos son mercenarios o actores ocasionales, disponibles al mejor postor. Militantes sin dignidad son mercancía desechable, servilismo al mejor postor.

Un partido sin crítica en cualquiera de sus formas y en especial sin autocrítica, no es un partido político. Acaso una organización rígida burocracia, de dogmatización excesiva, de mínima participación y carente de actividad democrática interna. Es también una organización destinada o no entender a tiempo su tiempo; a no apreciar la necesidad y la presencia del cambio, y mucho menos sus características. Está condenada a no distinguir el riesgo y la obligación de actuar eficiente y oportunamente; a confundir inanición con tranquilidad. A no diferenciar la inconformidad de la rebeldía; la indiferencia de la pasividad; la incapacidad de la complicidad. A confundir orden con inmovilidad.

La ideología y su praxis distinguen al partido de otras formas de agrupación social. La distinción radica precisamente en que el principal objetivo del partido es la conquista y el ejercicio del poder político. Por la vía de la voluntad popular y mayoritaria, si pretende ser representativo; por la designación unilateral y la orden cumplida, si obedece a otros intereses; por imposición, resulta la antítesis de la democracia.

La idea y el hecho son en última instancia, los principales elementos que dan congruencia al quehacer humano. En un partido político es todavía más clara la relación dialéctica entre el decir y el hacer. Es propiamente su carta distinción, prueba irrefutable de buena intención. Congruencia, es la consistencia de la representación.

El cambio es signo de nuestro tiempo. Lento o vertiginoso, planeado o imprevisto; endógeno o exógeno. Todo está en constante movimiento, permanente reflujo y contradicciones. Incluso, cambia hasta la idea del cambio. Señal de que la realidad está llena de vida y esperanza.

En todas estas oportunidades, si se es verdaderamente progresista, la fe en la justicia se debe acrecentar. Así, la confianza ciudadana y social debe fortalecerse en hechos. Organizarse a cada paso en optimismo y objetividad. Más allá de adversidad y contratiempos.

Todo trabajo requiere de disciplina, pero también de evaluación permanente que asegure que lo que se obtiene es lo que se requiere; que garantice que la dirección tomada es la correcta; que evite el fracaso y minimice la pérdida. En política no se trabaja por trabajar; ni para simular ni para ver que sale. Costosas improvisaciones y ocurrencias.

Tratándose de cuestiones públicas, de actividades gubernamentales, obligado señalar errores, limitaciones y fracasos. Imprescindible ejercer oportuna y ampliamente la crítica, externar puntos de vista diferentes y manifestar desacuerdos.

Pero también, es necesario reconocer y apoyar lo que se haga bien, los pocos aciertos, si los hay, cuestan y tardan demasiado. Sobre todo, si se trata de provocar un cambio positivo en los hechos.

Interminable esfuerzo de dialogo y debate. Indispensable que en la civilización de la pluralidad, mostremos y sostengamos intenciones y coincidencias, acuerdos y puntos de unión.

+Académico.IIESES-UV @RafaelAriasH. Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez