Le cuento: hace diez días nuestro secreto informante Deep South me volvió a llamar y me convocó de nueva cuenta en el estacionamiento de siempre, y como siempre a una hora nocturna.

Yo acudí puntual a la cita, pero se dio la casualidad de que andaban deambulando ahí mismo dos patrullas-camionetas de la policía estatal llenas de encapuchados, lo que seguramente le pareció sospechoso al confidente y de plano no apareció nunca, aunque lo estuve esperando por espacio de una hora (no se crean, no es nada gratificante estar sentado dentro de un vehículo cerrado en un lugar oscuro y húmedo; además del miedo que termina produciendo, a mí me quedó una tos pertinaz y la amenaza de un resfriado que no se resuelve y ha permanecido con el paso de los días -“siempre a su dueño fiel, pero importuno”, recordé al poeta español Miguel Hernández-).

Pensé que con ese desencuentro terminarían esos encuentros furtivos y me dispuse a escribir un texto en el que detallaría el final que había tenido esa mi aventura, si se le puede llamar así. Pero no, siete días después recibí una nueva convocatoria, así que tomé mi té de tila para prevenir resfriados y ciertas impaciencias, y me enfilé al lugar que ya conocemos.

Sólo tuve que aguardar diez minutos hasta que escuché las pisadas, casi veladas por la goma de las suelas de sus zapatos, y una vez más tuve frente a mí al esquivo personaje. Sin que mediara saludo alguno, empezó a platicar del tema, de su tema, y las palabras se fueron desgranando en susurros, audibles y comprensibles sin embargo, como si fueran hechos en voz alta, señal de que el otro conocía el galano arte de transmitir en voz baja.

—Hay un elemento que está incidiendo de manera determinante en la elaboración de las listas: el 50% para las hembras que no sé de dónde se le ocurrió sacar al presidente Peña Nieto. Si bajan a un candidato hombre, pueden poner a otro o a una mujer, pero si la que bajan es una dama, entonces tienen que poner otra señora en ese mismo distrito o bajar a algún varón de otro lado. Y eso está originando mucho movedero, porque una sola negociación se puede ver afectada no nadamás en un distrito, sino en dos o varios.

En ese momento empezó a caer una neblina que afectó aún más la deficiente visión del lugar, pero que extrañamente hizo más claras las palabras del anónimo informante, quien hizo un alto en su reflexión y con un dejo terminante casi me quiso dar una orden:

—Explícalo para que te entiendan bien tus lectores y lectoras: si quitan por ejemplo a Lorena Piñón de Martínez y ponen a Edgar, tendrían que quitar tal vez a Sergio Pazos de Boca del Río y meter a Tere Malpica, la esposa de Chemo Estandía, con todo y su rescate de la Catedral.

Lo que siguió fue un repaso detallado de las mujeres que suenan dentro del PRI, pero si me permiten, eso lo dejaremos para mañana, cuando vuelva a tener espacio para seguir escribiendo…

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