A la mayoría de los mexicanos le importa un bledo si la maestra Elba Esther Gordillo es culpable o no de todas las rapacerías delincuenciales de las que se le acusan; al final del día, eso es un asunto de los jueces. De hecho, hemos aguantado vara ante la difusión de sus excesos, por todos conocidos, en su calidad de dirigente vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Su liberación debería ser un asunto estrictamente jurídico, pero no lo es. Lo que ayer vimos es a una mujer resentida, dispuesta a tomar venganza de sus enemigos políticos, aunque ello implique que la educación en este país se vaya al carajo. Elba Esther Gordillo anunció su regreso a la política, lo que son muy malas noticias para un sistema educativo que agoniza.

La desafiante soberbia de la maestra quedó demostrada ayer mismo, cuando decidió reaparecer de manera pública en un día con dos eventos muy significativos: el encuentro entre los presidentes Peña Nieto y López Obrador –uno en funciones y el otro electo-, así como el inicio formal del ciclo escolar. El mensaje fue claro: la educación y su organización sindical vuelve a someterse a mi libre albedrío y estoy dispuesta a desafiar al propio presidente si es necesario.

Ante la posibilidad de un fraude electoral, López Obrador lanzó la advertencia de que él no sería responsable de amarrar al tigre; ahora él mismo ha dado libertad a quien será uno de sus demonios, a menos que ceda como hicieron otros tantos presidentes.

La imagen no miente. La maestra nunca estuvo enferma; tampoco estuvo en reclusión sino sólo en una jaula de oro, desde la que jamás renunció a su vida de onerosos privilegios, ni a su insana manera de hacer política. En realidad nunca se fue. ¿Cuántos mexicanos que están privados de su libertad por delitos menores, con todas las causales a su favor, gozan del privilegio de llevar sus procesos en sus casas, en medio de lujos y comodidades?

Basta para revisar las frases de su conferencia de ayer para entender el conflicto institucional y la regresión educativa que observaremos en los próximos meses, al amparo de la indolente complacencia del nuevo presidente.

«Aquí tienen la imagen que ha predominado durante más de 5 años. Es producto de una persecución política de acoso e injusticia, de un expediente basado en mentiras y acusaciones falsas para hacerme culpable de algo que no cometí», dijo.

Pero resulta que la inocencia que le reconoció un juez no deriva de su actuación personal y como dirigente del sindicato de maestros, sino más bien es consecuencia de la incapacidad de las autoridades para integrar un expediente que permitiera someterla a la justicia, sin ningún vicio ni sesgo político. Desde la cárcel fue capaz de operar una alianza con Andrés Manuel López Obrador que no sólo le otorgó la libertad, sino que le restituyó el poder y la impunidad.

“Recuperé la libertad y la reforma educativa se ha derrumbado», sentenció Elba Esther Gordillo. ¿Acaso no es eso una competencia del gobierno federal y específicamente del Presidente de la república? Pero resulta que ayer mismo el propio presidente electo le concedió la razón, al anunciar que la reforma educativa será cancelada. ¿Fue una decisión de AMLO o un capricho de Elba Esther que el tabasqueño aceptó gustoso?

«A maestras y maestros de México les ofrezco una disculpa. Lamento que hayan sido sometidos a una persecución política y mediática que tenía por objeto hacer sus conquistas laborales, destruirlas y atomizar a la asociación sindical». Particularmente, yo pertenezco a una familia de maestros. En estos cinco años, ninguno de ellos fue perseguido ni política ni mediáticamente, sino más bien tuvieron que luchar para que la reforma educativa encontrara un punto de justo equilibrio. La lucha de Elba Esther nunca fue la lucha de los maestros.

“El pueblo y todos debemos estar a la altura de esta nueva etapa de la historia de México. La larga etapa de encierro fue también de un duro y profundo aprendizaje. Sin duda cambié, cambiamos todos, cambió el país». Pero al parecer, la restitución de los viejos poderes fácticos tiende a confirmar que hemos cambiado para que todo siga igual… o peor.

En la conferencia de prensa conjunta de los presidentes, López Obrador dijo que respetará los derechos de la maestra y que no intervendrá en la vida interna de los sindicatos, esos que reciben miles de millones de pesos del presupuesto del gobierno para el enriquecimiento de sus líderes. Con ello, el nuevo presidente extendió una patente de corso a nueva aliada.

Elba Esther no es diferente a Romero Deschamps o a Napoleón Gómez Urrutia, acaso es más inteligente. Ayer quedó demostrado que México es un país de cínicos, con un sistema de justicia inoperante y convenenciero a favor del régimen y en contra de los ciudadanos. Elba Esther Gordillo es el ejemplo de un país que se regodea en la corrupción y purifica a sus verdugos.

Lástima que en el primer día de clases, la educación se haya ido al carajo.

Las del estribo…

  1. Ayer revivimos a Elba Esther. Hoy el PRI elegirá a un nuevo presidente con el mismo método que lo ha llevado a la tumba; el presidente Peña se va con el fracaso de las reformas estructurales y la corrupción a cuestas; el presidente electo resucita al viejo régimen. El país parece atrapado en un estatismo pernicioso, viendo pasar el tiempo y el desarrollo del resto de los países del mundo.
  2. Este día estarán en la Cámara de Diputados federal Otto Granados Roldán, Secretario de Educación Pública, y José Woldenberg, ex Presidente del Consejo General del INE. El primero para explicar una reforma educativa que ayer recibió carta de defunción, y el segundo, para encontrar soluciones a un sistema de partidos muy caro y ajeno a los ciudadanos. El congreso vuelve a estar en ebullición.