El ascenso a la Presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador no hubiera sido posible sin el PRD; de hecho, ni siquiera el inacabado proceso de transición que ha vivido el país desde la histórica caída del sistema en las elecciones presidenciales de 1988. El Partido de la Revolución Democrática fue el motor de un verdadero sistema de partidos políticos en México. Hoy, unas semanas después de cumplir sus primeros 30 años, está por desaparecer.

Luego de gobernar por más de dos décadas consecutivas la Ciudad de México y representar la segunda fuerza política nacional, hoy sólo son gobierno en Michoacán y Quintana Roo; en la Cámara de Diputados, por ejemplo, suman apenas 11 legisladores –cinco de ellos de representación proporcional-, lo que representa apenas el 2.2 del total.

Prácticamente ninguno de sus ex presidentes continúan en el partido, incluyendo por supuesto, a Andrés Manuel López Obrador quien tuvo que fundar su propio partido, ante el acecho de las tribus perredistas. El último en renunciar fue Agustín Basave, luego de que lo hicieron Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Amalia García, Rosario Robles, Leonel Godoy, Pablo Gómez y Leonel Cota Montaño.

Desde este martes, tampoco estará Alejandra Barrales –artífice de la polémica y fallida alianza con el PAN para la elección presidencial de 2018-, quien presentó su dimisión junto a Juan Zepeda, el ex candidato del PRD a la gubernatura del Estado de México. Es decir, en el PRD sólo queda su actual presidente, Manuel Granados, quien será quien apague la luz.

Y esto porque el sábado pasado se dio a conocer que el PRD cederá su registro como instituto político a una nueva organización denominada “Futuro 21”, una coalición que buscará convertirse en una “oposición al populismo”, según lo expuesto en su primera asamblea, celebrada en la Ciudad de México.

Este nuevo partido agrupará a figuras de la corriente del sol azteca Nueva Izquierda como Jesús Ortega y Jesús Zambrano –los famosos Chuchos-, además de personajes que han militado en otros partidos, como José Narro, ex rector de la universidad Nacional Autónoma de México y ex aspirante a candidatura presidencial del PRI, Gabriel Quadri, ex candidato presidencial por el extinto Nueva Alianza, entre muchos otros.

El propio Quadri explicó que se aprovechará el registro del PRD para evitar el alto costo que conlleva la creación de un nuevo partido, y expuso que esta propuesta pretende convertirse en una gran coalición progresista, liberal, social-demócrata para enfrentar la “regresión populista que está viviendo México”. Es decir, pretenden erigirse en lo que siempre han sido: la oposición política a López Obrador.

Para efectos prácticos, el acta de defunción del PRD ya está redactada. Sólo hace falta desconectarlo del respirador artificial –su registro como partido político nacional- que aún lo mantiene con vida.

A pesar de que este lunes la dirigencia interina negó que el PRD vaya a desaparecer como fuerza política o que se haya acordado ceder su registro –curiosamente están en un proceso de afiliación-, también reconoció que hay un acuerdo con la Plataforma Futuro 21

En los hechos, a nivel nacional como en el estado de Veracruz, el PRD se ha convertido en una burocracia política aferrada al escaso financiamiento público que aún les queda. Quienes permanecen ahí, sólo han encontrado un camino para la supervivencia: entregar el partido. Unos han optado por las alianzas con su propia oposición –el PAN- como sucedió en la elección pasada; y ahora, a través de una simulada refundación con corrientes políticas variopintas y poco identificadas con la izquierda tradicional.

En Veracruz el PRD tampoco existe. Sus fundadores originales han buscado otros derroteros -algunos en Morena y otros partidos- y la mayoría ha abandonado la lucha social, acusando el extravío ideológico que padecen; gobiernan muy pocos municipios, su representación en el Congreso es marginal y la actual dirigencia navega a la deriva tratando de hacer sobrevivir a quienes hoy administran la franquicia.

Los últimos líderes –entre ellos el ex secretario de gobierno Rogelio Franco- hicieron grandes negocios con la franquicia del PRD, lo mismo en los gobiernos de Fidel Herrera y Javier Duarte, como en la administración de Miguel Ángel Yunes. La resistencia al cambio sería precisamente porque perderían la franquicia, y con ello, su acceso a la próxima contienda electoral de la mano del ex gobernador Yunes.

Aunque en política nada está definido, la pérdida del registro del PRD y una eventual derrota por la dirigencia estatal del PAN allanarían el camino a una Morena sin rumbo ni resultados.

Las del estribo…

  1. En su columna de hoy martes, el periodista Carlos Loret de Mola narra: “Tú tienes tache”, le dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador a su gobernador de Veracruz, el morenista Cuitláhuac García, delante de otros mandatarios. El presidente recién había presentado en su conferencia mañanera la evaluación de confianza de las policías locales. Veracruz había salido fatal.” Eso explica tantas cosas.
  2. ¡Yo quiero un abuelo así! Resulta que por encima de la decisión del Pleno del Poder Judicial del Estado está la voluntad de la nieta de Edel Álvarez Peña para saber si sigue en el cargo como Presidente. La broma a los periodistas no es más que un acto de arrogancia sobre el poder que ejerce en el Tribunal; la mazorca ha dado muy buenos dividendos.