Quienes conocen las entrañas del Partido Revolucionario Institucional en Veracruz y han vivido cerca del poder estatal apuntan que difícilmente se encontrará, en la historia del Comité Directivo Estatal del tricolor, a un dirigente tan efímero como Alberto Silva Ramos.

Excluyendo a quienes llegaron al máximo cargo partidista del tricolor en Veracruz por prelación (los secretarios generales que ante la renuncia del presidente llegan al cargo vacante), no existe antecedente de políticos que hayan ocupado el cargo por un lapso tan breve.

Uno de los casos más recientes de secretarios generales que llegaron a la presidencia del partido ante la renuncia del titular ocurrió hace tres meses, cuando del cargo salió Alfredo Ferrari Saavedra, quien fue llamado a ocupar la Secretaría de Desarrollo Social en el gobierno de Javier Duarte.

El lugar de Ferrari fue cubierto, por muy breve tiempo, por la entonces secretaria general, Corintia Cruz Oregón, quien llegó de forma interina.

Después de la salida de Alfredo Ferrari y del muy breve interinato de Corintia Cruz asumió la dirigencia del partido Alberto Silva Ramos, ex alcalde de Tuxpan, ex vocero del gobierno estatal y actual diputado federal por ese distrito, acompañado por Regina Vázquez Saut en la Secretaría General.

El nuevo presidente del CDE rindió protesta ante el líder nacional del partido, Manlio Fabio Beltrones, el 25 de octubre del año pasado, y en ese momento definió lo que sería su etapa; dijo, por ejemplo, que su partido “nació para ser gobierno” y que “la dirigencia que hoy inicia será dura, frontal, directa, implacable, pero no con los de adentro, pero no con los nuestros”.

Silva Ramos inició una campaña para intentar, de forma desesperada, posicionarse como posible carta del PRI a la gubernatura de la entidad y, en otra pista, para lanzarse contra el también diputado federal Miguel Ángel Yunes Linares, considerado uno de los más férreos críticos del grupo que actualmente se encuentra en el gobierno estatal.

En ese contexto, el paso de Alberto Silva por la dirigencia estatal del PRI en Veracruz fue marcado por la confrontación con los partidos de oposición y, particularmente, con la cabeza del llamado grupo Boca del Río, a quien dedicó varios videos que fueron transmitidos por medios electrónicos y redes sociales; de igual manera, el sello que caracterizó esa etapa fue una estrategia de promoción que a la postre le daría muy escasos resultados al hoy ex dirigente.

El tema del fortalecimiento de la estructura priista siempre quedó relegado a segundo o tercer término.

De igual forma, el periodo del tuxpeño dejó desatinos que pasaron al anecdotario político veracruzano, como la declaración en el sentido de que el partido aplicaría pruebas de embarazo a las aspirantes a una candidatura, error que le costó el señalamiento público por asumir una posición que no pocos grupos sociales interpretaron como acto de misoginia. Al final de esa historia, el principal protagonista tuvo que pedir disculpas y retractarse.

En la carrera sucesoria no era opción real

La realidad es que el ex alcalde tuxpeño, sus aliados en el gobierno y sus incondicionales en el partido repitieron tanto el cuento de que Silva Ramos estaría llamado a convertirse en el candidato priista al gobierno estatal, que terminaron por creer que sus probabilidades eran altas; en pocas palabras, se subieron a su nube, no midieron su realidad y subestimaron la ventaja que en esa carrera llevaban los senadores Héctor Yunes Landa y José Francisco Yunes Zorrilla, mucho mejor posicionados al interior del partido.

A esa clara e irreversible ventaja de Yunes Landa, por cierto, se debieron los intentos de los promotores de Alberto Silva por desestimar las encuestas, que lo mostraban con muy bajos bonos y en un nivel muy inferior al registrado por sus contendientes internos.

Termina el proyecto

El caso es que este jueves terminó la breve etapa de Alberto Silva en el Comité Directivo Estatal del tricolor. Concluye, de esa manera, la aspiración del grupo en el poder por mantenerse, otros dos años, en el gobierno veracruzano. Silva Ramos será recordado, como tantos otros, como un proyecto político que no logró consolidarse. Es claro que su dimensión, en estos momentos y bajo las actuales circunstancias de Veracruz, no es suficiente para llegar a la gubernatura y ni siquiera para la candidatura priista.

Regina Vázquez Saut ocupa, por dos días, la presidencia interina y podrá presumirlo en su currículum, como en su momento lo hizo Corintia Cruz. Tal vez, más como una puntada, también colgar su foto en la Sala de Presidentes.

Para el priismo veracruzano, el nombre de Alberto Silva Ramos y sus aspiraciones por convertirse en un proyecto que trascendiera el actual sexenio serán cosa del pasado. El diputado federal por Tuxpan regresa a su curul en San Lázaro, donde no tendrá ni siquiera la presidencia de la Comisión de Población, que hoy ocupa Adolfo Mota Hernández. A su lugar, en el partido, llegará un nuevo equipo, que será encabezado a partir del domingo por el experimentado Felipe Amadeo Flores Espinosa. @luisromero85