En cumplimiento de la ley que él mismo ordenó reformar a sus vasallos del Congreso Local anterior, para cambiar el formato del informe, Miguel Ángel Yunes Linares acudió este jueves a comparecer ante los miembros de la nueva Legislatura del Estado, con motivo de su segundo informe de “gobierno”. Desde muy temprana hora se apersonaron en la entrada del palacio legislativo personas bien vestidas quienes con su presencia impidieron el paso hasta que abrieron las puertas y corrieron a ocupar todas las butacas del lunario para desde ahí aplaudir todas las intervenciones del aun titular del Ejecutivo, o sea, mandó a sus porristas. El discurso del gobernante saliente fue el mismo que hemos escuchado a lo largo de este año: el combate a los corruptos del pasado, la disminución de la delincuencia, la atención a los veracruzanos a través del sector salud, con dinero del decomisado a Javier Duarte; la reconstrucción de la infraestructura carretera (quién sabe cuál) y los grandes logros de su mini administración que los veracruzanos reclaman y que solo él y sus aplaudidores pagados reconocen. Fue la comparecencia de un mitómano profesional que no acepta que en las urnas los veracruzanos calificaron su fracasado paso por la gubernatura, lo que hizo que su hijo perdiera la elección y se fuera al bote de la basura el proyecto trasexenal que traía para permanecer cuando menos dos sexenios en el poder a través de sus hijos. Los diputados de Morena fueron severos en sus juicios, como era de esperarse, y el señor saltó un obstáculo más en su huida tras concluir el más desastroso de los gobiernos que de que tengamos memoria los veracruzanos.