De los políticos veracruzanos ligados al poderoso líder de la iglesia la Luz del Mundo, Naasón Joaquín García, el más damnificado ha resultado ser el actual diputado federal priista Héctor Yunes Landa, contra el cual se han estado difundiendo videos de algunas de sus participaciones en eventos encabezados por el autodenominado Apóstol de Jesucristo.

 

A reserva de lo que finalmente ocurra con el proceso penal que la Fiscalía del estado de California, en Estados Unidos, ha emprendido en contra del líder religioso acusado de 26 cargos de violación sexual, tráfico de personas y pornografía infantil, delitos que habría cometido entre 2015 y 2018, lo cierto es que Yunes Landa cargará durante un buen rato con este pesado estigma que seguramente incidirá en sus aspiraciones políticas futuristas tal como le ocurrió en la sucesión gubernamental de 2016 con aquella campaña negra que en su contra activaron sus adversarios aprovechándose de un reconocimiento público que meses antes le había hecho durante su informe legislativo al entonces gobernador priista Javier Duarte de Ochoa, a quien sin empacho –en su afán por lograr la candidatura de su partido al gobierno de Veracruz– se atrevió a llamarlo su “jefe político”.

 

Ya, a mediados de mayo, tres semanas antes de la detención de Naasón Joaquín García, a Héctor Yunes le había llovido por su presencia en aquél polémico homenaje que algunos de sus seguidores e influyentes aliados políticos del llamado gobierno de la Cuarta Transformación le organizaron al Apóstol de Jesucristo en el Palacio Nacional de Bellas Artes. Sin embargo, la semana anterior, con los delitos que le imputó la Fiscalía californiana el líder religioso se derrumbó y estaría por arrastrar las aspiraciones de sus protegidos, entre ellos al vicecoordinador de los diputados federales del alicaído partido tricolor.

 

Aunque, de hecho, su apoyo y el de la iglesia que representa Naasón tampoco le resultó tan relevante en la sucesión de 2016 en Veracruz, pues Yunes Landa terminó perdiendo aquella elección ante su primo Miguel Ángel Yunes Linares, de la alianza PAN-PRD.

 

Luego de este trágico episodio protagonizado por el líder de la Luz del Mundo, Héctor Yunes tendrá que reinventarse y construir nuevas alianzas si de veras quiere aparecer en la boleta electoral de 2024, aunque primero deberá buscar sobrevivir políticamente en el 2021 cuando concluya su gestión en la Cámara baja del Congreso de la Unión, pues ya no podrá reelegirse en el PRI como diputado plurinominal sino que tendría que contender como candidato de mayoría relativa, bien por el distrito electoral federal con cabecera en Huatusco o por el local con sede en La Antigua.

 

Ninguna de las dos opciones se ven fáciles para el aspirante priista a gobernador, dada la fuerte y amplia competencia que habrá entre Morena y el PAN con sus respectivos aliados así como por los nuevos partidos emergentes que contenderán por primera vez en las elecciones locales y federales para obtener sus registros estatales y nacionales.

 

Además, al interior de su propio partido Yunes Landa ha ido perdiendo adeptos, tal como se evidenció en el reciente proceso para la elección de la nueva dirigencia estatal que ganó el regidor porteño Marlon Ramírez Marín, quien no era su candidato.

 

Y el viernes antepasado, 31 de mayo, fue muy notoria su ausencia en la comida del rancho San Julián, en Perote –de la familia del ex senador y candidato del PRI a gobernador Pepe Yunes Zorrilla–, en la que el invitado principal fue el ex secretario de Hacienda, José Antonio Meade, cuya desastrosa campaña presidencial de 2018 pidió coordinar precisamente Héctor Yunes en Veracruz.