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Pedro Joaquín Coldwell

Por un lado, por el enorme riesgo que representa para una franja de territorio en la zona de la Huasteca (en un perímetro bordeado por las cabeceras municipales de Pánuco, El Higo, Tempoal, Tantoyuca, Chontla y Chinampa de Gorostiza), donde habría acciones de exploración y explotación de gas por parte de la iniciativa privada, utilizando fractura hidráulica (fracking).

Por otro, que una parte importante del agua que se llevará desde el río Pánuco hasta Monterrey, Nuevo León, no solo servirá para abastecer del vital líquido a la zona metropolitana de la capital regia, sino también para la extracción de gas mediante la inyección a presión de diversos materiales, preponderantemente agua.

En resumidas cuentas, el fracking consiste en sacar gas de una roca donde antes hubo petróleo, mediante una estimulación artificial hecha con agua y químicos.

En marzo pasado, el secretario de Energía Pedro Joaquín Coldwell atestiguó la firma del convenio de colaboración entre el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y la Compañía Mexicana de Exploraciones (Comesa), para la exploración y evaluación de hidrocarburos en lutitas (gas shale) en los estados de Veracruz y Coahuila.

Con ello, dijo, se da el primer paso para confirmar las previsiones de Pemex sobre que el país tiene un potencial estimado de 60 mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente que, junto con la construcción de redes de gasoductos, permitirían que la industria contara con un abastecimiento de gas “seguro, más barato y limpio”.

Agua veracruzana para gas neolonés

Rodrigo Medina de la Cruz
Rodrigo Medina de la Cruz

La molestia de los habitantes de la cuenca del río Pánuco, de donde se bombearán miles de metros cúbicos de agua por segundo hasta Nuevo León no solo tendrá tras de sí el argumento del riesgo de abastecimiento del líquido en la región para saciar la sed de los regios, sino también que buena parte del agua se usará para inyectar los pozos de gas shale.

En efecto, el agua que transporte el acueducto Monterrey VI, cuyo proyecto ya ha obtenido los permisos federales y de los gobiernos de San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz, no solo atenderá las necesidades de la población de la Sultana del norte por los próximos 50 años, sino que servirá fundamentalmente para al menos 4 mil pozos de gas que se espera sean abiertos en los próximos años.

El secretario de Desarrollo Económico del gobierno de Rodrigo Medina de la Cruz, Rolando Zubirán Robert, ha reconocido que dicha agua será indispensable para impulsar la industria del shale en la Cuenca de Burgos, de donde se prevé que para 2022 salga casi el 37 por ciento de la producción de gas en el país.

El problema es que no tienen agua para inyectar a presión, lo que se resolverá con el agua del río Pánuco.

Justamente una de las dos principales críticas que organizaciones ambientales del mundo han hecho a la explotación de lutitas para extraer gas es que se deben invertir enormes cantidades de agua potable que agudizarán su escasez.

La otra, que la fractura de rocas puede provocar daños geológicos que permitirían hipotéticamente la generación de movimientos telúricos. Por si no son suficientes, también se estima que se generará una gran contaminación de los mantos freáticos.

Para tener una idea del agua requerida, baste señalar que para un pozo de shale (recuerde que se busca abrir 4 mil en Nuevo León) se requieren 15 millones de litros de agua, lo que de llevarse a cabo la expectativa sentada, Nuevo León requerirá 60 mil millones de litros de agua, que no tiene pero que les serán surtidos por Veracruz. El agua de la Cuenca de Burgos es escasa y salina.

Nos engañaron: el agua del Pánuco, para la Cuenca de Burgos

Rolando Zubirán Robert
Rolando Zubirán Robert

En sentido estricto, el potencial hídrico de Veracruz servirá para la industria del gas shale de Nuevo León, que quiere equipararse con su vecino estado de Texas.

Según investigaciones científicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León, la población de Monterrey no requería este acueducto: cada regiomontano consume en promedio 200 litros de agua al día, del doble al cuádruple de lo recomendado por la Organización Mundial de Salud (OMS).

Una campaña de cuidado del agua y la rehabilitación de la red de agua de la zona metropolitana (donde se pierde el 20 por ciento del líquido por fugas), hubiera sido suficiente para asegurar el abasto de agua en los próximos 50 años.

Juan Alberto Hernández, representante en Nuevo León de la Alianza Mexicana contra el Fracking, señala: “La sospecha es que Monterrey VI siempre fue concebido para garantizar a los inversionistas el agua que van a necesitar para extraer el gas”. Como dijeran en mi rancho: ¡Así de güevos!

Lo más grave es que dentro de 10 o 20 años podríamos enterarnos que no hay tal potencial y, mientras tanto, millones de litros cúbicos de agua, que podrían ser aprovechados por los estados de Veracruz, San Luis Potosí y Tamaulipas para satisfacer las necesidades de agua de la población y de las tierras de cultivo, que cada año sufren más tiempo de sequía, se habrán embotellado en gigantescas oquedades de Nuevo León.

Ni con horario de verano bajan tarifas eléctricas

El Horario de Verano (que se aplica del primer domingo de abril al último domingo de octubre), permite –según versión oficial- reducir una hora de consumo de energía cada día, en un periodo considerado como de máxima demanda de electricidad. Sin embargo, pese a los supuestos beneficios, la que no se nos contabiliza es la baja de energía de todos los mexicanos. Cuando abrimos los ojos por la mañana ya hemos perdido una hora y hay que apresurar los trámites domésticos cotidianos para no llegar tarde.

Según la Presidencia de la República, en 2013 esta medida permitió un ahorro de mil 224 gigawats hora (GWh), que equivale –según sus cálculos- al consumo anual de energía eléctrica del estado de Nayarit. Traducido en dinero, representa un ahorro de mil 635 millones de pesos.

Pese a ello, los usuarios de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no hemos visto ningún beneficio pues las tarifas siguen creciendo como si no sucediera nada, incluso, pese a que el gobierno federal manejó que con la reforma energética se operaría un cambio a la baja de unas tarifas que no son competitivas si consideramos que encarecen la vida de las familias y la producción industrial.

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