En los vapores que surcaban el Misisipi, en las fachadas pecaminosas de Basin Street, en los funerales, en los bailes, en los sonidos cotidianos de la Nueva Orleans de fines del siglo XIX, entre las bandas de ragtime, destacaba un sonido que conmovía el alma de los espectadores: el de la corneta de un peluquero, Buddy Bolden.
Alcohólico, mujeriego, peleonero, extremadamente violento, Buddy Bolden es la gran leyenda de principios del siglo XX. Aunque no quedó registro grabado de su música, pues vivió mucho antes del auge de la industria discográfica (el primer disco de jazz de la historia fue grabado, paradójicamente, por una banda conformada por blancos, la Original Dixieland Jass Band, en 1917), quedó en la memoria colectiva de la ciudad más importante de Luisiana, como el padre del jazz.
El Storyville fue la zona de prostitución tolerada de Nueva Orleans entre 1897 y 1917, pero había dos sectores: el Storyville blanco, un lugar de prostíbulos afrancesados, con “madames” y prostitutas blancas, a los que acudían los hombres adinerados de la ciudad; y el Storyville negro, un ghetto lleno de lupanares de mala muerte e infestado de proxenetas, traficantes, ladrones y asesinos; ahí nacieron, crecieron y se formaron músicos como Louis Armstrong, Joe Oliver y Buddy Bolden.
Bolden comenzó a tocar de adolescente, hacia 1890, en distintas agrupaciones musicales; en 1895 formó su primera banda, junto con el guitarrista Charlie Galloway, con la que se presentaba en bailes, fiestas y ceremonias. A principios del siglo XX ya gozaba de un gran prestigio, su estilo había madurado; tenía una rítmica contagiosa, una sonoridad nítida y amplia, y tocaba el blues de manera excepcional, con un ritmo muy lento y un feeling estremecedor.
En esa época comenzó a improvisar y, al hacerlo, marcó las bases para el nacimiento del jazz. Pero su adicción al alcohol y su carácter cada vez más violento lo llevaron a prisión, en 1906, y un tiempo después, al Hospital para Enfermos Mentales de Jackson, Louisiana, donde fue ingresado en 1907 y permaneció internado hasta su muerte, en 1931.
En el año 2001, el doctor Sean Spence, miembro del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Sheffield, Inglaterra, tras varios estudios, concluyó que gracias a la esquizofrenia de Bolden nació el jazz. En el portal de la BBC se lee: “(Spencer) explicó que la enfermedad mental de Bolden le generaba dificultades motoras. Es decir, no podía leer música, de modo que su única forma de interpretar la corneta era improvisando (…) Si él no hubiese tocado con libertad, la música se habría quedado en el ragtime». http://news.bbc.co.uk/2/hi/health/1430337.stm
Dos años después, otro británico, el psicólogo Geoffrey Wills, tras estudiar meticulosamente las biografías de 40 jazzistas, se encontró con que había una tasa desproporcionada de suicidios en el grupo, y descubrió que seis de ellos habían sufrido algún tipo de abuso y cuatro tenían familiares con historias de desórdenes psiquiátricos. Aunque afirmó: “Yo no trato de decir que todos los músicos de jazz están locos, pero lo que hago es destacar una tendencia a problemas mentales que es comparable con otras personas creativas”, parece confirmar que, en efecto, el jazz es cosa de locos. http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_3202000/3202821.stm
Una de las piezas más memorables de Buddy Bolden es Funky Butt, tema que fue reescrito, unos años después, por Jelly Roll Morton con el nombre de Buddy Bolden’s Blues. Hay muchas versiones, dejo aquí una que tiene todo el sabor de la Nueva Orleans de principios del siglo XX, la del ensamble de Wynton Marsalis