Cuando Mary Langston contaba a su nieto las leyendas de la tierra de sus ancestros estaba sembrando, sin saberlo, las semillas de una de las voces fundamentales de la poesía afroamericana: Langston Hughes.
Más tarde, su maestro de inglés continuó con esa labor involuntaria:
«Fui una víctima del estereotipo; solamente había dos chicos negros en la clase, y el profesor de Inglés siempre estaba remarcando la importancia que tenía el ritmo en la poesía. Bien, todo el mundo sabe (menos nosotros) que todos los negros tienen un gran sentido del ritmo, así que me hicieron poeta de la clase.»
Entre los años 20 y 30 surgió en el barrio de Harlem, Nueva York, un gran movimiento estético y social que reivindicaba los valores de la cultura afroamericana, el Renacimiento de Harlem; Langston Hughes fue uno de los protagonistas.
En su obra, el jazz y el blues están omnipresentes, no sólo por la temática sino por su concepción rítmica, por su proximidad a la síncopa y la percusión.
Larga, intrincada e interesante es la historia de este poeta, habremos de comentarla en otro momento; por hoy, para celebrar el Día Mundial de la Poesía, quedémonos con algo de su producción:
HARLEM
Aquí al borde del infierno
Se encuentra Harlem-
Recordando
Las viejas mentiras,
Las viejas palmaditas
En la espalda,
El viejo “tened paciencia”
Que ya nos habían dicho antes.
Sí, claro que recordamos.
Ahora, cuando el tendero de la esquina
Dice que el azúcar ha subido otros dos centavos,
Y que uno el pan,
Y que los cigarrillos llevan un nuevo impuesto-
Recordamos el trabajo que nunca tuvimos,
El que nunca pudimos conseguir,
Y el que no tenemos ahora
Porque somos de color.
Y aquí estamos
A la orilla del infierno
En Harlem
Y miramos hacia el resto del mundo
Preguntándonos
Qué vamos a hacer
A pesar de lo que
Recordamos.
JOVEN CANTANTE
ALGUIEN que canta “chansons vulgaires”
En una cava de Harlem
Donde las bandas de jazz tocan
Desde el anochecer hasta que amanece
No lo va a entender
Deberías decírselo
Que ella es como una ninfa
Para algún fauno salvaje.
DESDICHA
UN blues por favor.
Un blues por favor.
Ninguna otra música
me alivia el dolor.
Canta un dulce canto.
Dime un dulce canto,
Porque el hombre que amo
Me ha hecho mucho daño.
¿Cómo no comprendes,
es que tú no entiendes
mi llanto por alguien
que no lo merece?
Cualquier chica negra,
Negra como yo
Si es muy desdichada
Quiere oír un blues
EL NEGRO HABLA DE LOS RÍOS
HE conocido ríos:
He conocido ríos antiguos como el mundo y más viejos que el
flujo de sangre humana en las humanas venas.
Mi alma se ha hecho profunda como los ríos.
Me bañé en el Éufrates al comienzo de los amaneceres.
Me construí una cabaña cerca del Congo que arrullaba mis sueños.
Miré hacia el Nilo y sobre él alcé las pirámides.
Oí el canto del Mississippi cuando Abe Lincoln
bajó a Nueva Orleans, y vi su embarrado
pecho tornarse dorado al amanecer.
He conocido ríos:
Ríos antiguos, oscuros.
Mi alma se ha hecho profunda como los ríos.
NEGRO
SOY negro:
Oscuro como oscura es la noche,
Oscuro como mi África profunda.
He sido esclavo:
César me hizo limpiar sus escaleras.
Cepillé las botas de Washington.
He sido obrero:
Bajo mi mano se alzaron las pirámides.
Hice la argamasa para el edificio Woolworth.
He sido cantante:
Desde África hasta Georgia
Llevé mis canciones tristes.
Interpreté ragtime.
He sido víctima:
Los belgas amputaron mis manos en el Congo.
Hoy todavía me linchan en Texas.
Soy negro:
Oscuro como oscura es la noche.
Oscuro como mi África profunda.
JAZZONÍA
¡OH, árbol plateado!
¡Oh, ríos brillantes del alma!
En un cabaret de Harlem
Seis músicos tocan el jazz
Una bailarina de audaz mirada
se alza el vestido de seda dorada.
¡Oh, árbol cantor!
¡Oh, ríos plateados del alma!
¿Fueron de Eva los ojos
Allá en el primer jardín
Quizás demasiado osados?
¿Fue Cleopatra seductora
Con esos trajes dorados?
¡Oh, árbol brillante!
¡Oh, ríos plateados del alma!
En un cabaret vertiginoso
Seis músicos tocan el jazz.
YO TAMBIÉN
Yo también canto América.
Soy el hermano oscuro.
Me hacen comer en la cocina
Cuando llegan visitas.
Pero me río,
Y como bien,
Y me pongo fuerte.
Mañana
Me sentaré a la mesa
Cuando lleguen visitas.
Nadie se animará
A decirme
«Vente a la cocina»
Entonces.
Además, verán lo hermoso que soy
Y tendrán vergüenza,-
Yo, también, soy América.
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