Mi abuela era maestra y me lo explicaba así: tomaba una naranja y le dibujaba tres circunferencias; una en el centro, que representaba al ecuador; otra en el cuarto superior, que correspondía el trópico de Cáncer, y una en el cuarto inferior, el trópico de Capricornio.
A continuación colocaba una vela sobre la mesa, inclinaba ligeramente el cítrico y lo colocaba de tal manera que la llama apuntara al ecuador, entonces decía: “21 de marzo, equinoccio de primavera, los días y las noches son iguales en todo el mundo”; después la giraba lentamente hasta que la luz alcanzaba el trópico de Cáncer y explicaba, “21 de junio, solsticio de verano, es el día más largo del año en el hemisferio septentrional, y el más corto en el hemisferio meridional. Y así completaba el recorrido; 23 de septiembre, equinoccio de otoño; 21 de diciembre, solsticio de invierno.
Después venían las narraciones antropológicas; el ritual de Xipe-Tótec que tanto horrorizó a los españoles, la avanzada astronomía de los mayas, el descenso de Kukulcán. Todos estos elementos, sumados a su propio carácter renovador hacen que la primavera tenga, al menos para nosotros, un simbolismo especial; la recibimos con optimismo, acudimos a las pirámides para llenarnos de energía, le damos la bienvenida con fiestas, desfiles, manifestaciones diversas.
La Unesco ha añadido un nuevo motivo celebratorio: en 1999, el 21 de marzo fue designado Día mundial de la poesía. En su mensaje de este año, Irina Bokova, directora general del organismo, apunta:
“La poesía es un canto de libertad, que permite afirmar la identidad por medio de la creación. La poesía es también el canto de nuestros sentimientos más profundos: “incluso sin saberlo, es poesía toda palabra que viene de la emoción”, decía el poeta y diplomático brasileño João Cabral de Melo Neto. Con sus palabras y su ritmo, la poesía da forma a nuestros sueños de paz, justicia y dignidad, y nos da la fuerza y la voluntad de movilizarnos por ellos”.
Este año, según informa más adelante, habrá una dichosa novedad:
“Shakespeare describía la poesía como “esa música que todo hombre lleva en sí” y, siglos después, el jazzista Herbie Hancock, Embajador de Buena Voluntad de la Unesco y designado profesor de poesía de la Universidad de Harvard de 2014, leerá precisamente su texto sobre “La sabiduría de Miles Davis”, en el que evoca las afinidades entre la poesía, la literatura y la música”.
Con júbilo primaveral espero el mensaje de Hancock para comentarlo aquí.
Mientras tanto, les propongo recibir la primavera con uno de los temas que compuso Michel Legrand para la película Las señoritas de Rochefort (1967), pieza que después fue renombrada como You Must Believe in Spring (Debes creer en la primavera). Con este nombre se convirtió en un standard de jazz. Tiene muchas versiones, la más emblemática es la que grabó Bill Evans en su álbum homónimo, al lado de Eddie Gómez (fue la última grabación del bajista puertorriqueño con el trío) y Eliot Zigmund. Aunque la había grabado antes con Tony Bennett, en esta versión de 1977 está la esencia misma del poeta del piano.
Y para los habitantes del sur, Equinox, la pieza de John Coltrane contenida en su álbum de 1964 (aunque grabado en 1960), Coltrane’s Sound.
El tema fue bautizado por su esposa Naima para recordar la fecha de nacimiento del saxofonista; 23 de septiembre de 1926, justo el equinoccio que da inicio a la primavera en el hemisferio austral.
https://www.youtube.com/watch?v=l5bYpuEWxRA
Y ya que de letras hablamos, comparto con ustedes una convocatoria que hace en Facebook El Club de los Libros Perdidos. Se trata de la Séptima gran siembra mundial de libros, y consiste en dejar un libro en un parque, una estación de autobuses, un taxi o cualquier espacio público, con un mensaje que avise que se trata de un libro viajero y que quien lo encuentre, tras leerlo, debe volver a liberarlo para que llegue al mayor número de lectores posible. Vale la pena poner la fecha y el lugar donde fue depositado y solicitar que se haga lo mismo tras cada liberación, para que el ejemplar vaya testimoniando su recorrido.
Yo, además, haré un par de selecciones de temas de jazz y grabaré sendos discos que sembraré por separado, con una nota en la que solicite que, tras ser copiado o guardado en el equipo personal, sea reintegrado al mundo para que continúe su viaje.
Iniciemos la primavera sembrando, tarde o temprano la cosecha llegará.
Me despido con una décima:
Esta noche es democrática,
debemos creer en ella
porque la flor y la estrella
prodigan su esencia extática
con equidad matemática.
Se suma a la membresía
de las dichas de este día,
una invitada postrera:
se celebra, en primavera,
el día de la poesía.