A la luz de lo inevitable, no cabe duda que Aníbal del Mar, el entrañable personaje que encarnaba al Tremendo Juez de la Tremenda Corte, sería un extraordinario ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, si no fuera porque el cuatroteísmo ya impuso a su propia Corte de comedia.

A diferencia de la tragicomedia nacional, la Tremenda Corte representa al humor en su grado extremo, en estado de pureza, algo completamente distinto a la obscenidad y los excesos de la nueva clase política, incluida la parlamentaria y la judicial.

El Tremendo Juez de aquella fabulosa comedia cubana de los años cuarenta, es un personaje que busca ser justo y benévolo en su trabajo, es recto, muy honesto, y aunque aparenta ser muy estricto, en el fondo es bondadoso, a diferencia del ínclito “ministro electo” Hugo Aguilar Ortiz quien lo primero que se le ocurrió fue despojarse de la toga, aunque desconociera que era un mandato de ley.

Por supuesto, la versión tenochca de la Tremenda Corte tiene sus propios y singulares personajes, como las “ministras electas” que emulan con escaso éxito el carisma de Luz María Nananina, mientras nuestro ocurrente “Tres Patines de Macuspana” sigue haciendo toda clase de tropelías.

Lo que sugiere ser una ocurrente comparación, podría terminar siendo un fatídico augurio de lo que será la Suprema Corte de Justicia de la Nación a partir del primero de septiembre, cuando una pléyade de serviciales juzgadores sin experiencia ni conocimiento, terminen protagonizando una parodia de la justicia cubana de hace casi un siglo.

Bien podríamos decir que el primer capítulo ya tiene nombre: el togaricidio.

Hugo Aguilar Ortiz, dice que no vestirá la clásica toga magisterial durante las sesiones del máximo tribunal, aunque su uso esté estipulado en un decreto presidencial de 1941. El uso de la toga no es una ocurrencia sino un atuendo lleno que simbolismos que la osada ignorancia no alcanza a comprender.

El ex funcionario del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas y esquirol de López Obrador en la consulta indígena para la construcción del Tren Maya, perjura que la gente, en sus recorridos de campaña, le pidió no ser un funcionario tradicional, incluso en el rubro de su atuendo.

Al respecto algunos juristas en redes sociales defendieron que la toga está confeccionada para representar ciertos valores jurídicos.

“La manga derecha de estas togas es muy amplia y la manga izquierda es muy estrecha, incluso aprieta (a la altura) del puño, porque es un símbolo de que la ley tiene que ser estricta, pero también tiene que ser considerada”, explica Carlos Prado Aguilera, especialista en derecho constitucional y catedrático de la Universidad Iberoamericana.

También tiene la característica de ser pesada. “Deliberadamente se confecciona con telas muy pesadas… precisamente para que estén percibiendo lo que es el peso de la ley”.

Solo se puede eliminar si se publica otro decreto presidencial. Es decir, la presidenta Claudia Sheinbaum —quien celebró la llegada de Aguilar Ortiz a la Corte— tiene que expedir un nuevo decreto para que sea posible. ¿Acaso le va a celebrar la ocurrencia y cumplir el capricho de “desnudar” a la Suprema Corte de Justicia?

¡¡A la reja…!!

¡Ni con el acordeón! Votos nulos, el doble de los que obtuvo el próximo Presidente de la Corte

Hace una semana, en este mismo espacio, dijimos: “pasó lo que todos sabíamos que iba a pasar: una elección infame por el desinterés de la gente, por el desconocimiento de los candidatos, por la complejidad del proceso, pero sobre todo, por lo evidente que fue la imposición de personajes morenistas en puestos claves del Poder Judicial.”

Y sin conocer los resultados de la elección judicial, nos referimos a lo obvio:

“De esos 13% de votantes, de esos 13 millones de votos, ¿cuántos fueron válidos?, es decir, cuantos lograron superar la pandemia de la confusión de las personas para emitir su voto quien sabe por quién. De esos 13 millones de votos, no todos fueron los votos efectivos, ya que muchos fueron anulados por la dificultad de entender el proceso.

Entonces, si al 13 por ciento de votos totales, le quitamos el porcentaje de votos totales, nos vamos a quedar con un rango de entre el 6 y el 8 por ciento. Y esa cantidad habría que repartirla entre los participantes. Eso quiere decir que cientos de candidatos acaso habrán obtenido su voto y el de su familia.” Nos vimos generosos.

¿Pues qué creen? Que, efectivamente, cuando se pusieron a hablar de los votos válidos, resultó en muchos estados del país más la mitad de los votos fueron nulos. Veracruz fue un claro ejemplo del batidillo de la elección judicial.

Con 100% de las 84 mil 266 actas computadas, el conteo del INE arroja que fueron válidos 90 millones 31 mil 918 sufragios, 77.15% del total, mientras que declaró nulos 12 millones 604 mil 157 (10.8%) y con recuadros no utilizados, es decir, espacios sin marcas ni registros en la zona de recuadros o alguna otra de la boleta que no permite identificar con claridad el sentido del voto, contabilizó 14 millones 54 mil 64 votos (12.04%).

Veracruz fue un claro ejemplo del batidillo de la elección judicial. Aquí, donde el mismo domingo también hubo elecciones municipales, la participación llegó apenas al 11.11%, es decir, nueve de cada diez paisanos no votó por ningún juzgador.

Lamentablemente, el que sí fue, no tuvo la más peregrina idea de lo que estaba haciendo. En Veracruz se registró el voto inválido más alto del país: casi cuatro millones de electores, si se consideran los recuadros que los electores dejaron vacíos, 2.1 millones, y además hubo el más alto nivel de voto nulo con 1.7 millones.

A ello se suma un abstencionismo del 87% del electorado, lo que, a su juicio, refleja un claro rechazo de la ciudadanía hacia esta elección promovida por el oficialismo. ¡Imagínense qué hubiera pasado si no sacan los acordeones con los nombres de los ungidos!

La inédita elección judicial en México dejó una señal inequívoca de desconfianza ciudadana: el número de votos nulos supera por más del doble al obtenido por las candidaturas individuales más respaldadas, según los resultados oficiales.

El oficialismo quiso zarandear al PRI acusándolo que el próximo presidente de la Suprema Corte sacó un número similar de votos a los que obtuvo el PRI en pasadas elecciones federales, sin embargo, nada dijo de que los votos nulos fueron el doble de su mejor aspirante.

La elección judicial fue una copia al carbón del sistema educativo en México: los morenistas no fueron capaces de aprobar la prueba ¡ni con el acordeón!

¿A quién pretende agarrar de pendejo la Junta de Gobierno de la UV?

Después de conocer la consulta convocada por la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana para que la comunidad comunitaria se exprese respecto de la prórroga que ha solicitado el rector Martín Aguilar Sánchez para continuar en el cargo, la pregunta es: ¿a quién pretende agarrar de pendejo con un procedimiento que no existe en ninguna norma, ley o reglamento?

¿Acaso busca ganar tiempo e intentar legitimar una decisión ya tomada? ¿Si en verdad pretende hacer una consulta porque no emite la convocatoria correspondiente y listo? ¿Acaso teme meterse en un embrollo jurídico ante la eventual promoción de un amparo por el actual rector?, o de plano ¿es al propio Aguilar Sánchez a quien pretende agarrar de pendejo diciéndole: “ni modo, la comunidad no quiso”?

Para la ex abogada general del primer tramo de este periodo rectoral, Marisol Luna Leal, la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana se inventó un procedimiento para dar vuelta al requisito de la edad y admitir la solicitud de prórroga del rectorado de Martín Aguilar Sánchez.

La abogada y también aspirante a la rectoría calificó lo hecho hasta ahora por la Junta de Gobierno como una “aberración jurídica”, ya que “no solo se interpretó una ley sobre la cual no se poseen atribuciones de interpretar, sino también, crearon una norma general y un proceso para una sola persona, situación que vulnera los principios mínimos y básicos del derecho”.

Por lo pronto, integrantes de la comunidad universitaria convocaron a una marcha pacífica el este lunes 9 de junio a las 10:00 de la mañana, en rechazo al proceso de prórroga solicitado por el rector Martín Aguilar Sánchez.

La movilización partirá desde distintas facultades y vicerrectorías, con punto de concentración en el estacionamiento de Rectoría (junto al Estadio Xalapeño), para dirigirse hacia las instalaciones de la Junta de Gobierno, órgano responsable de evaluar la solicitud.

En el manifiesto que acompaña la convocatoria, los organizadores señalan que el proceso carece de legitimidad y que la Junta de Gobierno ha cedido a “presiones indignas”. El pronunciamiento ha sido respaldado por los tres exrectores que ha tenido la UV desde que obtuvo su autonomía: Sara Ladrón de Guevara, Raúl Arias Lovillo y Víctor Arredondo.

Hoy podría ser el principio del fin de la aspiración de Aguilar Sánchez. Pero también podría significar el ingreso a un camino sin retorno por parte de la Junta de Gobierno. Camino que podría llevar a la UV a la peor crisis institucional desde los tiempos idos de porrismo.

Las cartas están echadas…

“No soy Andy, no soy Andy…”

En un programa que es conducido por la presidenta del partido, Luisa María Alcalde Luján, el hijo de AMLO insistió durante varios minutos en que debe ser llamado por su nombre y apellido completos.

No aguanta nada. Ni su carnal hizo tanto iris cuando la flota lo llamó “chocoflan”, mote que carga hasta la fecha ahora que ya es mayor de edad.

Los suizos y los nórdicos deben estar releyendo a Kafka porque nomás no entienden por qué se hizo tanto escándalo a partir de que Andrés Manuel López Beltrán pidió que lo dejaran de llamar “Andy”, porque su nombre es Andrés Manuel, como el de su padre.

El hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, Andrés Manuel López Beltrán, exigió a los medios de comunicación de todo el país que ya no lo llamen “Andy”, pues considera que ello “demerita” su identidad como hijo del exmandatario. ¡¡¡uyyyyyyy!!!

¿Tanto desmadre por eso?, se cuestionan preocupados los noruegos y los daneses. Y tienen razón, para empezar, “Andy” debe pedírselo a sus más cercanos, a los de más confianza, a los que ha favorecido con miles de millones de pesos en contratos en otras las áreas del gobierno y que, en agradecimiento, le llaman cariñosamente Andy.

Lo que saben en el primer mundo es como nos las gastamos aquí en México y la perniciosa obsesión por el futuro político.

Andy quiere que lo llamen como a su padre, Andrés Manuel, porque esa es la plataforma con la que pretenden lanzarlo en el 2030 ya sea al gobierno de la Ciudad de México o a la mismísima presidencia de la República, depende de cómo anden las cosas después de la elección intermedia de 2027.

Y claro que lo merece. El cargo de secretario de organización de Morena es el primer empleo público que se le conoce al hijo del exmandatario de México.

Pero en este momento la excusa de que lo llamen Andy es otra. Es justificar la derrota de Durango y Veracruz, acusando que el mote no ayudó a la causa morenista.

Como acusa el columnista Salvador García Soto, otra muestra de soberbia, que es el defecto que más le critican a Andy López Beltrán -como por cierto también lo llaman sus compañeros morenistas y no sólo los opositores y los medios- entre las explicaciones por las derrotas morenistas, incluyó también el hecho de que lo llamen Andy y no se refieran a él por su nombre completo.

En México, el diminutivo de un nombre, muchas veces, suele interpretarse de manera peyorativa, incluso rayando en lo “pendejo”. Tal vez no sea eso lo que le preocupa a “Andy”, sino utilizarlo como pretexto para que dentro de muy poco, veamos miles de bardas en todo el país con el mismo nombre que ejerce el poder en México: Andrés Manuel.

 La ratonera

¡Qué vergüenza! Muchos de los funcionarios y personajes públicos que se derritieron en halagos con motivo del día de la libertad de expresión, son los mismos que obligan a muchos periodistas a hacer antesalas de horas a la espera de poder establecer una relación comercial. No son los discursos, es el cinismo y el desprecio lo que encabrona.