El lunes 2 de junio representó para la Ciudad de México y el Estado de México el día de las lluvias más intensas desde 2017.

Tan solo en la Ciudad de México cayeron 10.2 millones de metros cúbicos de agua, que provocaron 143 encharcamientos, de los que 8 superaron los 50 cm de profundidad.

Unos 13 automóviles quedaron varados en medio de encharcamientos, en tanto que la Línea A del Metro suspendió el servicio por espejos de agua en dos interestaciones.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) participa activamente en la comprensión y gestión de los fenómenos climáticos, a través de protocolos de actuación, sistemas de monitoreo, modelos de predicción y estrategias de resiliencia urbana.

¿Cómo se mide la intensidad de las lluvias?

La UNAM opera el Observatorio Hidrológico del Instituto de Ingeniería, una red pionera de monitoreo en tiempo real que permite medir la intensidad de las lluvias en puntos estratégicos del Valle de México, como Ciudad Universitaria, Coapa y Bosque Real.

Cada estación, alimentada por energía solar, está equipada con sensores ópticos láser que miden la cantidad, velocidad y energía de las gotas. Los datos se transmiten a la nube, se procesan con algoritmos especializados y se convierten en mapas de precipitación en tiempo real, que son enviados al Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) como parte de un sistema de alerta temprana para la toma de decisiones.

Diversas entidades universitarias aplican protocolos desarrollados por la UNAM para enfrentar tormentas torrenciales e inundaciones.

Entre sus componentes destacan:

•Monitoreo constante de información meteorológica confiable.
•Limpieza preventiva de azoteas, coladeras y drenajes.
•Simulacros de evacuación y capacitación de brigadistas.
•Señalización y mantenimiento de rutas de emergencia.
•Coordinación con Protección Civil, Bomberos y servicios médicos.
•Evaluación inmediata de daños y activación de planes de evacuación.

Estos procedimientos, diseñados para proteger a la comunidad universitaria, también pueden replicarse en otras instituciones públicas y privadas.

Urbanización, cambio climático y lluvias más intensas

Investigaciones del Centro de Ciencias de la Atmósfera y el Instituto de Geofísica de la UNAM han documentado el impacto de la expansión urbana sobre el clima local. El efecto “isla de calor” puede elevar la temperatura en zonas urbanas hasta 10°C más que en áreas rurales, lo que modifica los patrones de precipitación.

Además, la pérdida de áreas verdes y cuerpos de agua ha intensificado la frecuencia y magnitud de las lluvias en la región. Para 2050, se prevé que las grandes metrópolis del país se calienten dos grados más que el promedio global, lo que aumentará la probabilidad de lluvias torrenciales, olas de calor y otros eventos extremos.

Resiliencia urbana: mapas de riesgo e infraestructura verde

La UNAM promueve estrategias de adaptación al clima, como las Zonas de Desarrollo Controlado (ZEDEC), que limitan la expansión urbana en zonas susceptibles a inundaciones y deslizamientos. Estas se determinan con base en modelos hidrológicos y geotécnicos desarrollados por el Instituto de Ingeniería.

Además, investigadores universitarios impulsan el diseño de infraestructura verde —parques, jardines de infiltración y conservación de bosques urbanos— que permite la recarga de acuíferos, regula el escurrimiento de agua y mejora el microclima. Entre 2003 y 2006, la CDMX perdió 12% de sus áreas verdes interurbanas, lo que ha agravado el problema de las inundaciones.

Tecnología y educación para la prevención

La UNAM ha desarrollado plataformas como UNIATMOS y el Sistema de Información sobre Peligros y Riesgos (SISPER), que ofrecen herramientas interactivas para visualizar proyecciones climáticas, identificar zonas de riesgo y fomentar una cultura de protección civil.

López Dóriga

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