Se nos fue el Papa Pancho, el progresista, y el mundo lo extraña mucho.
–Chopenjawer

Hace 111 años, sin mediar declaración de guerra alguna, tropas estadounidenses invadieron el puerto de Veracruz. Cada 21 de abril se conmemora su defensa.

Y, bueno, esa guerra la perdimos (especialmente porque atacaron una población indefensa y teníamos un ejército con armas muy inferiores), pero de que se peleó valientemente, se peleó.

Ese fue el inicio de la Intervención Estadounidense en México. Duró de 1846 a 1848 y terminó con México cediendo medio territorio.

La relación con los gringos desde siempre ha sido complicada: por un lado hay sentimientos nacionalistas sobre cómo nos arrebataron estados como Texas y que la frontera cruzó a muchos mexicanos de un día para otro.

Por el otro, hay gente que por décadas ha lidiado con vivir en la frontera, pasar al otro lado para hacer sus compras y vivir por ratos el sueño americano. Trabajar para ganar dólares, que en México rinden mucho.

De hecho, no conozco a nadie que no tenga un pariente en Estados Unidos. Casi todos han ido aunque sea por una temporada a trabajar al “gabacho”. Hay quienes ya se quedaron allá e hicieron su vida; otros sólo aguantamos un ratito.

Mi abuela materna, Doña Chelo, por ejemplo, por ahí de los años 50 andaba cruzando desde Tamaulipas el río Bravo para ir a trabajar a Mcallen y Brownsville, para ayudar a su mamá (bisabuela Esperanza) a sostener a los hermanos más chicos, tras la muerte de su papá (bisabuelo Benito). A esa mujer no le podías engañar cómo era eso de ser “mojado” y lo que era partirse el lomo lejos de la familia.

Hasta allá iban Don Nico porque estaba enamoradísimo de ella y, por causas del destino, terminaron en Minatitlán.

Pero a la abuela nunca se le olvidaba contar sus historias de trabajar por las noches en talleres, esconderse de la migra, las órdenes de su patrón de no abrirle a nadie por la madrugada o la casa del matrimonio gringo que la trataba bien y no quería que se fuera.

Con esto quiero decir que cada quien tiene una historia personal con Estados Unidos, donde viven millones que sostienen pueblos enteros en México. Que alguna vez recurrimos a ese país para sobrevivir en tiempos difíciles (siempre agradecido, tío “G”) y que cuando vives la migración la entendemos perfectamente, así como que no todos los “güeros” son malos.

Ahora tienen un presidente que, quizás, no represente a muchos de los gringos que se conocen cuando se va al “gabacho”: esos que te ofrecen café, que tienen curiosidad por el español o por México; que te regalan “lonche” porque no sabías que tenías que llevar uno.

Es curioso, pero la visa que me dieron me tocó precisamente en el primer periodo de Trump como presidente, siendo Roberta Jacobson embajadora en México. Es más curioso todavía porque para ese entonces quien había deportado más mexicanos fue Barack Obama… Y aún así somos fans de él.

Ahora tenemos a Trump en su segundo periodo y viene más agresivo. Ya puso de cabeza a medio mundo con sus tarifas y eso que apenas lleva como 90 días el vato, pero ya se siente como una maldita década.

Ahora no sólo es una guerra arancelaria mundial de la que México, aparentemente, ha salido poco o nada afectado hasta el momento. El asunto es que ya nos está tocando una intervención digital, un asalto propagandístico en canales de televisión (¿neta todavía hay gente que le cree a la tele abierta?).

Y es que de repente el fin de semana apareció en canales de televisión un spot donde habla la secretaria de Seguridad de EE.UU., Kristi Noem, con un mensaje bastante discriminatorio y echando puras flores al presidente Trump con su política de muros y persecución a migrantes.

(Dato chistoso: a esa secretaria de Seguridad recientemente le robaron su bolso con 3 mil dólares en efectivo en un restaurante en pleno centro de Washington D.C… Karma is a b*tch)

La reacción de la presidenta Sheinbaum no se dejó esperar, pues desde la “mañanera” puso en claro su postura en contra de esta propaganda discriminatoria.

En tarjeta informativa, la Presidencia de la República dio a conocer que la mandataria enviará al Congreso de la Unión “una iniciativa para reponer en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión la prohibición expresa para que gobiernos o entidades del extranjero no puedan pagar para difundir en medios de comunicación propaganda con mensajes discriminatorios”.

“Va a ser incluido nuevamente en la ley. No debe ser; digamos, si una ciudad de un país del mundo quiere promover su turismo, su cultura, es una cosa muy distinta a un anuncio pagado que difunde mensajes discriminatorios. Estaba bien el artículo como estaba planteado. Ya pedí que investiguemos cómo fue que se quitó este artículo, bajo qué argumentos, pero creemos que nuestra soberanía y el respeto a México merece volver a poner este artículo en la ley”, destacó durante la conferencia matutina.

Ahora se sabe que esa prohibición fue eliminada en 2014, en el periodo del expresidente Enrique Peña Nieto.

Ya en tierras veracruzanas (estuvo de pisa y corre en Antón Lizardo precisamente para conmemorar la heroica defensa del puerto de Veracruz ante la intervención estadounidense), la presidenta Sheinbaum mandó otro mensaje “solo los vendepatrias buscan ayuda extranjera para resolver problemas internos”, en el entendido de que, sin ética alguna, empresas dejaron que entrara propaganda de otro país.

Son, por decir lo menos, algo así como colaboracionistas.

Históricamente no sería la primera vez: hasta Benito Juárez pidió en su momento apoyo a los gringos para expulsar a los franceses de México. Los enemigos del oaxaqueño habían ido a Europa a pedir que Maximiliano viniera a gobernarnos.

Pero, ese es el punto: tenemos una relación compleja con Estados Unidos, pues si bien el Benemérito decía que “el respeto al derecho ajeno es la paz”, dependemos mucho de ellos con las remesas (pregúntele a quienes reciben los dólares desde allá y cómo el ex presidente AMLO daba trato de “héroes” a quienes las envían).

Ya ni se diga con el comercio que se tiene con nuestro principal socio.

Pero sí: nunca faltan los ojetes que van más allá del mero intercambio comercial. Nunca faltan los vendepatrias o los que abiertamente dejan que otro país comience nuevamente a expandirse, como un nuevo intervencionismo.

Caen mal, de veras.

NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Avísenle a “Miguel Chiquito” que al ex gobernador priista de Oaxaca, Alejandro Murat, sí le dieron la bienvenida en Morena con su afiliación. Mensaje más claro de que al mayorcito de los Yunes no lo quieren en el partido guinda.

OTRA NOTA: Más renuncias en el PRI: se fue Diana González, quien se desempeñaba como presidenta del Comité Municipal del tricolor en Xalapa. Últimamente son más las malas noticias las que acompañan al otrora poderoso partido. Algo raro pasa ahí y como que tienen un despapaye adentro.

LA ÚLTIMA PORQUE TACOS PA’ LA CENA: Números de Semana Santa, según información oficial: Veracruz recibió a 2 millones de visitantes, de los cuales más de un millón disfrutó de playas, ríos y cuerpos de agua; se realizaron 54 rescates acuáticos, se brindaron 125 servicios médicos y se atendieron 40 reportes por extravío de menores, quienes fueron localizados con éxito. No obstante, se reportó el lamentable fallecimiento de cinco personas por inmersión. Asimismo, ocurrieron seis accidentes viales, con un saldo de 10 personas lesionadas y una fallecida.