En su conferencia del lunes anterior, la gobernadora Rocío Nahle dijo cosas interesantes como que no se meterá en el proceso electoral, tan es así que ni siquiera ha revisado quiénes son los candidatos de su partido a las alcaldías. Si esto es cierto (y no tengo por qué dudar de la señora), sería la primera vez que un gobernante no sólo de la entidad sino del país, se mantiene al margen de estos menesteres. Algo histórico.

También agregó: “Yo dije hace un año que nunca más haya una campaña de odio, discriminación o campañas sucias en Veracruz. Exhorto respetuosamente a todos los candidatos para que sus campañas sean de propuestas y acercamiento porque eso es lo que quiere el pueblo”.

Será interesante saber qué tanto caso le harán candidatas y candidatos.

Tras puntualizar que difícilmente colaborará con alcaldes que hayan ganado propalando campañas de odio, dijo que trabajará sin distingo de partidos con munícipes proactivos y propositivos que quieran a su pueblo.

“Primero hay que preguntarle a la persona por qué quiere ser presidente municipal. ¿Por qué quieren ser? Pues porque quieren ayudar a su pueblo. Eso es lo primero”.

Pero en eso se equivoca.

Al menos desde el 2017, ayudar al pueblo ocupa el lugar quinto o sexto en la lista de prioridades de la mayoría de sujetas y sujetos que llegan a una presidencia municipal.

Lo primero en que se ocupan recién toman posesión es en recuperar lo invertido; lo segundo es en apalabrarse con tipos que conozcan el manejo de empresas fantasma y otras transas; lo tercero es ponerse de acuerdo en el porcentaje que se repartirán; el cuarto punto es recibir las millonarias ganancias y si sobra para pavimentar una calle o pintar una escuela con eso habrán cumplido.

Sí, sé que no faltará quien pregunte: ¿acaso el ORFIS y la Fiscalía General del Estado están pintadas?

Pues como si lo estuvieran.

La deuda de los ayuntamientos en la Cuenta Pública del 2023 fue de 33 mil 89 millones de pesos. Lo que representó un incremento del 12.2 por ciento en relación a la del 2022. Pero en el 2024 se disparó a 137 mil 823 millones de pesos. ¡Cuatro veces más que la del 2023!

Y quiero que me digas lector, cuántos presidentes municipales se están tronando los dedos por la preocupación, cuántos han declarado ante las autoridades o cuántos están en prisión al no poder comprobar en qué gastaron el dinero que correspondió a sus ayuntamientos.

Otra cosa; los munícipes que entraron en el 2017 junto con los que terminarán su cuatrienio en diciembre de este año, han sido los más improductivos en la historia de Veracruz.

¿Todos?

Casi todos.

De los 129 alcaldes que tiene Morena en la entidad, casi todos tienen al menos un par de millonarias observaciones en sus Cuentas Públicas. Y a éstos les siguen los del Partido Verde, el Partido del Trabajo, PRI y PAN, porque nadie se ha quedado al margen del jaleo de la transa y el chanchullo. Es decir, desviar recursos públicos se ha convertido en un mal crónico.

Para esta elección los morenos vaticinan que su partido obtendrá 190 de las 212 alcaldías; casi el carro completo. Y cada alcalde o alcaldesa llegará con ganas… con muchas ganas… de lo que te estás imaginando lector, que no es precisamente ayudar a su pueblo.

¿O acaso alguien cree que alguno de los 212 ganadores pensará en pasar a la historia como el munícipe más honrado el día que tome posesión del cargo?

Es vergonzoso que casi todos los presidentes municipales lleguen a las alcaldías con el deseo literal de robar, porque (salvo rarísimas y contadas excepciones) es a lo único que van. Y para muestra los informes del ORFIS que en los últimos años han señalado “inconsistencias” en al menos el 90 por ciento de los ayuntamientos.

“Si están pensando en el poder por el poder, van por el camino equivocado” dijo Rocío Nahle a los sujetos y sujetas que dentro de unos días irán en busca de una de las 212 alcaldías en disputa.

Y si escucharon a la gobernadora, la advertencia les entró por un oído y les salió por el otro. Porque por muy equivocado que sea el camino de meterle mano al cajón del erario, es sin duda el más redituable.

O como dijo un filósofo del siglo anterior ahogado de borracho y a todo pulmón en una cantina: “Si no es para robar, a qué carajos se mete uno en la política”.

bernardogu@nullhotmail.com