Las ratas gigantes africanas han sido entrenadas en el pasado para detectar explosivos, sin embargo, podrían ser una de las nuevas adiciones a las filas de las fuerzas que luchan contra el comercio ilegal de especies.
Un equipo de investigadores les enseñó a detectar el olor que desprende el marfil de elefante, el cuerno de rinoceronte, las escamas de pangolín y la madera de un árbol llamado palo negro africano. Los resultados de su estudio fueron publicados el 30 de octubre en la revista científica Frontiers in Conservation Science.
Los animales y plantas mencionadas anteriormente son especies consideradas como amenazadas y “en alto peligro de extinción”, según detallaron en un comunicado especialistas a cargo de la investigación que tuvo lugar en APOPO, una organización sin fines de lucro de Tanzania que protege a personas y animales mediante la utilización de ratas entrenadas.
Isabelle Szott, investigadora de la Okeanos Foundation y coautora del estudio, reveló que su trabajo demostró cómo las ratas gigantes africanas pueden ser entrenadas para detectar fauna silvestre traficada ilegalmente sin importar que estas se encuentren ocultas entre “otras sustancias”.
Kate Webb, profesora adjunta de la Universidad de Duke, declaró que estos animales incluso “continuaron detectando” a los animales salvajes que buscaban luego de no encontrar a la especie “durante un largo período”.
Como parte del entrenamiento, las ratas Kirsty, Mart, Attenborough, Irwin, Betty, Teddy, Ivory, Ebony, Desmond, Thoreau y Fossey (algunas nombradas en honor a conservacionistas y defensores de la lucha contra el tráfico de especies) aprendieron a “taparse la nariz” durante algunos segundos en un agujero donde se colocaba el olor que debían detectar. Cuando realizaban esta tarea con éxito, se les recompensaba con “bolitas de roedores con sabor”.
Después, los investigadores expusieron a los animales a olores que no eran su objetivo (cables eléctricos, granos de café y detergente), los cuales se utilizan comúnmente para ocultar los rastros de esencia de la fauna silvestre durante “operaciones de tráfico de animales en la vida real”.
“Durante la etapa de discriminación, las ratas aprenden a señalar únicamente los olores de la fauna silvestre que buscan, mientras ignoran los que no son su objetivo”, declaró Szott sobre el éxito de los animales durante esta operación.
Su tarea no consistió únicamente en detectar olores, sino también en recordarlos. Esto quedó comprobado cuando el equipo de investigadores les presentó esencias que no habían captado a lo largo de cinco y ocho meses. Ellas mostraron “puntuaciones de retención perfectas”, lo que se traduce directamente a que su capacidad es similar a la de los perros.
Como parte final de su ejercicio de entrenamiento, ocho de los ejemplares fueron capaces de identificar cuatro especies que comúnmente son traficadas ilegalmente a pesar de encontrarse entre “146 sustancias no objetivo”.
Szott calificó a estos animales como “herramientas de detección de olores rentables”, ya que pueden entrar sin problemas en espacios reducidos como lo podrían ser contenedores de envío llenos. Igualmente, pueden elevarse “para controlar los sistemas de ventilación de los contenedores sellados”.
Además, existe una “necesidad urgente” por aumentar el control de las cargas, mientras que las herramientas existentes de detección “son caras y requieren de mucho tiempo”, según la especialista.
El próximo paso consiste en idear formas para que estos animales trabajen dentro de los puertos donde se trafican estas especies protegidas. En el comunicado, los especialistas detallaron que se equiparán a los animales con unos chalecos hechos a medida; las ratas podrán “tirar de una pequeña bola” ubicada en su pecho, la cual emite un pitido, alertando así a los manejadores cuando encuentren algo.
“Los chalecos son un gran ejemplo de desarrollo de hardware que podría ser útil en diferentes entornos y tareas, incluso en un puerto de envío para detectar fauna silvestre de contrabando”, explicó Webb.
La profesora de la Universidad de Duke enfatizó que el tráfico de fauna silvestre comúnmente se realiza por personas que participan en otras actividades ilegales como la trata de personas o tráfico de drogas y armas. “El uso de ratas para combatir este acción puede ayudar a la lucha mundial contra las redes que explotan a los seres humanos y la naturaleza”, afirmó.
M°1
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