El hábitat del elefante africano, el mamífero terrestre más grande del mundo se extiende a lo largo de la región subsahariana del continente, desde Moundou, en Chad, hasta Pretoria, en Sudáfrica. Esta última ciudad ha sido recientemente el escenario de una excelente noticia para la conservación: el Zoológico Nacional ha liberado a su último elefante, Charlie, y ha decidido cerrar permanentemente la exhibición de estos animales.
Charlie, el último elefante del Zoológico de Pretoria
Charlie, el último elefante del zoológico nacional sudafricano de Pretoria, fue trasladado a una reserva en la provincia de Limpopo, en el noreste del país, donde vivirá en libertad tras cuatro décadas de cautiverio, informó la fundación conservacionista EMS.
En un comunicado remitido a EFE, la fundación se mostró “encantada de anunciar que el elefante Charlie ha llegado a su nuevo hogar en la reserva privada de Shambala, en Limpopo”, tras un viaje de cuatro horas.
A sus 42 años, Charlie era el único ejemplar que quedaba vivo en el zoológico nacional de Sudáfrica, que anunció el cierre permanente de su exhibición de elefantes, según la organización.
“Este acontecimiento histórico es el resultado de años de negociación con el gobierno sudafricano”, celebró EMS, que defendió que los elefantes sufren en los zoológicos y no deben estar en cautiverio.
La historia de Charley es extensa y no comienza, como podría pensarse, en el zoológico de Pretoria. Según Four Paws, una organización dedicada al bienestar animal que participó en su reubicación, este elefante nació en libertad en el Parque Nacional de Hwange, Zimbabue, en 1982.
Sin embargo, la vida de Charlie dio un giro a los dos años, cuando fue capturado junto a otros nueve elefantes para formar parte del circo Boswell Wilkie. Allí, pasó casi dos décadas realizando espectáculos hasta que fue trasladado al Zoológico Nacional en 2001, donde vivió los últimos 23 años.
Con 42 años, una edad avanzada para un elefante —cuyo promedio de vida es de 60 a 70 años— Charlie se encontraba solo en su recinto. Con el tiempo, había visto morir a cuatro de sus compañeros, incluida su propia cría, lo que le causó una profunda angustia, manifestada en movimientos repetitivos de la cabeza, un comportamiento común en elefantes en cautiverio, según los expertos.
“Esperamos que su renacimiento en su nueva tierra y vida contribuyan en cierta medida a curar sus heridas”, expresó la Fundación EMS, cuyos veterinarios y expertos en comportamiento “seguirán de cerca y apoyarán a Charlie”.
“Nuestro sueño es que, a su propio ritmo, Charlie aprenda a ser el elefante que siempre debió ser y que pronto se reúna e integre en la comunidad de elefantes de Shambala”, concluyó.
M°1
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