Debido a su ineptitud, incapacidad y carencia de miras para gobernar un estado como Veracruz, Cuitláhuac García se convirtió en un lastre casi desde el principio de su administración. Sin embargo y contra viento y marea, el presidente López Obrador lo ha sostenido por una razón: porque ha compensado sus dislates con un 100 por ciento de fidelidad. Y eso es algo que valora el tabasqueño.
Pero es tan maleta que se ha convertido en un dolor de cabeza para la presidenta electa Claudia Sheinbaum que no sabe qué hacer con él.
Claudia tiene la consigna presidencial de acomodarlo por ahí para que siga medrando del presupuesto y eventualmente, evite acusaciones que lo puedan llevar a prisión.
El problema es dónde ponerlo.
El propio Cuitláhuac se encargó de “sugerir” mediante columnistas amigos la posibilidad de ocupar las carteras de Gobernación, Relaciones Exteriores, Economía, SEP, Energía, Sedesol o ya de pérdida la secretaría de Turismo. Pero no hubo nada para él.
Optimista como pocos, pensó que no le caería nada mal formar parte del gabinete ampliado como director del IMSS o jefe de la Oficina de la Presidencia. Pero también lo batearon.
Ahora ha puesto la mira en la Comisión Federal de Electricidad y hacia esa dependencia están enfilando las baterías sus seguidores.
¿Será?
Futa…
A menos que Claudia quiera que un día México entero amanezca fundido, no la veo ungiendo al gobernador como próximo titular de la CFE, por muy ingeniero mecánico electricista que sea.
Aunque los últimos trascendidos (porque eso son lector, trascendidos) dicen que obligada por López Obrador, a Sheinbaum no le quedará de otra que nombrarlo director de la CFE, pero sólo en lo que toma posesión de su cargo y se acomoda en la silla presidencial. Después le dará las gracias y lo subirá para abajo como jefe o subjefe de una oficinita cualquiera donde se dedique a resolver crucigramas.
Otros afirman que en efecto irá a la CFE, pero no a la dirección sino a alguna subdirección donde no haga el daño que su ineptitud e incapacidad hicieron en Veracruz.
Lo que sí es seguro es que la próxima semana se develará el secreto que lo tiene pegado al celular y a los veracruzanos con el deseo infinito de que ya se largue.
Y es que el tipo se ha convertido en un estorbo para los propios morenos. Y en algo más que un gobernador incómodo, no sólo para la raza jarocha y para la presidenta electa, sino para la también gobernadora electa Rocío Nahle, a la que le entregará un estado en el desastre casi total.
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