El legado cultural y humano que dejó la escritora, periodista y poeta Rosario Castellanos sigue vigente a 50 años de la tragedia que le costó la vida. Rosario se destacó por ser una feminista que abogó por los pueblos indígenas.
Este 7 de agosto de 2024 marca el 50 aniversario del fallecimiento de Rosario Castellanos, una figura clave en la literatura mexicana y en la representación del mundo indígena. La escritora, que murió en Tel Aviv en 1974 mientras se desempeñaba como embajadora de México en Israel, dejó un legado literario que aún provoca reflexión y análisis crítico.
Castellanos abordó con maestría en su obra temas en los que fue pionera: las mujeres, los pobres y los indígenas. Retrató y puso en el debate público la cultura machista y el trato injusto que había en la sociedad de sectores históricamente ignorados.
Célebre es su obra teatral “El eterno femenino“, en la que critica el tiempo y esfuerzo que las mujeres dedican a verse bien para los demás y cómo sacrifican su intelecto en aras de encontrar el amor, ambas actitudes impuestas y aceptadas por una sociedad machista.
Nacida en la Ciudad de México el 25 de mayo de 1925, Castellanos pasó su infancia en Comitán, Chiapas, una experiencia que tuvo un profundo impacto en su obra. Su exposición a la cultura indígena y su posterior participación en el Instituto Nacional Indigenista influyeron considerablemente en su perspectiva sobre los pueblos originarios.
La mirada indigenista de Rosario Castellanos
Esta mirada original quedó capturada en la obra de Castellanos, la cual es considerada por especialistas como la investigadora Raquel Mosqueda, doctora en Investigaciones Iberoamericanas, como única en su tipo por el respeto y enaltecimiento que logró hacia los pueblos indígenas.
Su postura frente a la corriente indigenista siempre fue cautelosa y matizada. Castellanos se alejó del enfoque romántico o paternalista que a menudo caracterizaba el indigenismo de su época (tras la Revolución Mexicana), y ofreció una mirada crítica y compleja sobre los retos que enfrentaban estos grupos étnicos.
Su trilogía indigenista, que incluye las novelas “Balún Canán” (1957), “Ciudad Real” (1960) y “Oficio de tinieblas” (1968), se distingue por su tratamiento innovador del tema indígena. En “Balún Canán”, por ejemplo, la autora emplea un cambio de narrador entre capítulos, lo que añade una dimensión multifacética a la narrativa.
Laurette Godinas, autora de la obra “Balún-Canán, de Rosario Castellanos: la larga gestación de una gran novela”, señala que esta técnica narrativa diferencia a Castellanos de otros autores contemporáneos, como Juan Rulfo y Carlos Fuentes, quienes también exploraron la realidad mexicana en sus obras.
Castellanos no se limitó a describir las problemáticas sociales y culturales, también cuestionó las respuestas propuestas por la corriente indigenista. Mosqueda destaca que la autora planteó preguntas cruciales sobre la necesidad de los indígenas y el desencuentro entre dos culturas.
Castellanos se preocupó por cómo acercarse a otras realidades sin imponer un proceso de “blanqueamiento cultural“, proceso que según Castellanos imponía las normas culturales mestizas sobre los pueblos originarios, un desafío que sigue siendo relevante en el debate contemporáneo.
Rosario Castellanos promovió el desarrollo de los pueblos originarios
La crítica de Castellanos a la Revolución Mexicana y su exploración del impacto del clero en la región, como se evidencia en “Oficio de tinieblas”, demuestran su habilidad para entrelazar la ficción con una crítica social incisiva.
Además de su labor como escritora, Castellanos fue una influyente promotora cultural. Trabajó en el Instituto de Ciencias y Artes de Tuxtla Gutiérrez y dirigió el Teatro Guiñol del Centro Coordinador Tzeltal-Tzotzil.
Su compromiso con la cultura y la educación subrayó su papel como una figura esencial en la promoción de la riqueza cultural indígena.
La escritora y amiga cercana Dolores Castro Varela, quien falleció en 2022, destacó la capacidad de Castellanos para abordar temas “impropios” de su época, como el trato social desigual y las injusticias.
La maestría de Castellanos como literata capaz de captar el dolor, la belleza de la existencia, y su habilidad para representar con precisión el entorno chiapaneco dejaron una huella duradera en la literatura mexicana.
Castellanos defendió la libertad de su expresión literaria, alejándose de las etiquetas y corrientes literarias rígidas. Su obra, caracterizada por una profunda introspección y un agudo sentido crítico, sigue siendo un faro para quienes buscan entender la complejidad de las relaciones interculturales y la injusticia social.
Reporte indigo
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