En la víspera de que concluya la pésima administración del señor Cuitláhuac García Jiménez, y que tengan que dejar sus cargos todos los que dependen del titular del Ejecutivo (el gobernador); la angustia entre los colaboradores, asesores y empleados en general que entraron en las nóminas del gobierno en el 2018, o sea los cuitlahuistas, se incrementa porque resienten lo que se les viene encima irremediablemente: que los corran. Y es que hubo cientos de nuevos empleados del gobierno estatal que entraron en el sexenio que se extingue, especialmente familiares directos, de segundo y hasta de tercer grado que se colgaron de la oportunidad, y hoy han logrado tener una vida muy mejorada, porque les asignaron sueldos especiales, abundantes, insultantes de acuerdo a la cercanía del parentesco con el gobernante, los secretarios de despacho o los titulares de instituciones autónomas. Fue tanto el abuso que cometieron estos bárbaros que llegaron al grado de correr personal con mucha antigüedad en el servicio público porque ya no había espacios para sus parientes, violando flagrantemente sus derechos humanos. Ni modo, ya les tocó bailar ahora que se sienten.
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